El nuevo semáforo COVID se aprueba sin fijar restricciones tras la polémica sobre los horarios de la hostelería

Una guía para las restricciones en función del nivel del riesgo aprobada sin medidas. Las tensiones entre las comunidades y el Ministerio de Sanidad a cuenta del nuevo semáforo COVID han terminado, de momento, con una extraña solución: la Comisión de Salud Pública ha dado luz verde a relajar los umbrales de incidencia acumulada para escalar de nivel de alerta, pero el documento aprobado no contiene ninguna restricción asociada a cada estadio de riesgo. En este punto, se han constatado enormes discrepancias que han evitado alcanzar un acuerdo. El nudo del asunto está en las medidas sobre la hostelería.

La última propuesta de los expertos de Sanidad fue introducir un cierre temprano de la hostelería y el ocio nocturno en el nivel medio de alerta mientras las comunidades están optando mayoritariamente por el pasaporte COVID como herramienta para evitar restringir el funcionamiento de los bares, siempre que los jueces lo autoricen. En territorios como Euskadi, la intención se ha ahogado en los tribunales. Son dos modelos enfrentados que están dificultando que salga adelante la nueva versión del semáforo COVID, cuyo objetivo es adaptar los indicadores y las restricciones a la nueva realidad (el 80% de la población está vacunada). Muchos gobiernos autonómicos no están dispuestos, al menos de momento y con las fiestas navideñas asomando, a acotar la actividad de la hostelería, ya sea con horarios o con aforos.

La ministra Carolina Darias ha confirmado la decisión de la Comisión de Salud Pública en una rueda de prensa, en la que se ha referido al último borrador como un “documento de trabajo” que “no está aprobado” y ha defendido, pese a la propuesta de sus expertos, que “en los interiores estamos cumpliendo las medidas que sabemos que están funcionando, ventilación y uso de mascarillas”. “Lo importante es la unanimidad y hay un altísimo consenso en aprobar un nuevo marco de indicadores y niveles de riesgo. Lo demás -ha ironizado- sé que es un tema que genera noticias”.

Así, el Ministerio ha confirmado que su receta pasa por “prevenir y vacunar” y no por “medidas disuasorias”. “Planteamos avanzar en aquello que sabemos que ha funcionado. Tenemos una altísima cobertura vacunal y el camino está ahí”, ha insistido Darias, cuyo objetivo, dice, es “seguir vacunando sin parar”. Tanto a los que aún no lo han hecho, como a los colectivos para los que ya se ha aprobado una dosis de refuerzo. La tercera dosis para mayores de 60 años y personal sanitario acaba de recibir el visto bueno de la Comisión de Salud Pública.

¿Qué cambia la nueva versión del semáforo?

Los umbrales de incidencia. La incidencia acumulada a 14 días (casos por cada 100.000 habitantes) ha sido el indicador con más peso para medir el peligro al que estaba expuesto un territorio por la pandemia y es el que se modifica en la nueva versión. Los umbrales se hacen mucho más laxos, como ya publicó elDiario.es. El nivel de alerta 1 (riesgo bajo) tiene un nuevo techo: se eleva de 50 a 100 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días (50 como máximo en siete). El riesgo medio (nivel de alerta 2) se alcanza en caso de superar los 100; el alto (nivel de alerta 3) se sitúa por encima de los 300 y al extremo (nivel de alerta 4) se llegaría con una IA que rebase los 500.

El documento mantiene la especial atención a la transmisión entre los mayores de 65 años porque el grupo con más riesgo de morir si no están vacunados, tienen comorbilidades (otras enfermedades que los hacen más vulnerables) y en general responden peor a la inmunización porque su organismo está más débil. El nivel 1 se alcanza si la IA de este grupo etario supera los 25 casos; el 2, con 50; el 3, con 150 y el 4 si es superior a 250. 

La modificación de estos techos tiene sentido porque con la vacunación, a igual número de contagios que en el pasado, enferma de gravedad y muere muchas menos personas, de manera que el sistema sanitario se puede permitir, dicho coloquialmente, un nivel superior de contagios pues estos no ponen en peligro -al pasar la enfermedad de manera leve gracias al efecto del suero- el funcionamiento de los hospitales. En resumen, los niveles de riesgo se han revisado al alza ante una menor presión hospitalaria.

El impacto asistencial no varía. La presión que generan los pacientes COVID-19 en los hospitales (tanto en camas de planta como en UCI) ha sido el indicador que ha motivado la toma de las decisiones más severas durante la pandemia. El antiguo semáforo daba la situación por controlada si menos de un 2% de las camas de los hospitales estaban ocupadas por pacientes infectados y por debajo del 5% de las UCI. Estos porcentajes no cambian en la actualización. Sin embargo, se agregan dos indicadores más relacionados con la situación hospitalaria que determinarán los niveles de alerta: el número de ingresos en planta y en UCI en 7 días. Si son superiores a cinco y uno, respectivamente, el territorio entra en riesgo bajo (nivel de alerta 1).

De “nueva normalidad” a “circulación controlada”. La revisión de los niveles de riesgo es importante también a nivel terminológico. El documento ya no habla de “nueva normalidad” como el mejor escenario sino de “circulación controlada”. Frente a lo que se consideraba antes, a estas alturas de la pandemia está relativamente claro, dicen los expertos, que no es posible alcanzar la inmunidad de grupo. Al menos con el efecto de las vacunas actuales puesto que el virus se puede seguir transmitiendo -en menor medida- entre inmunizados.