Once suicidios al día encienden las alarmas sobre la salud mental

El suicidio, lejos de disminuir, está aumentando. En 2018 fallecieron por esta causa en España 3.539 personas. A partir de ese año, comenzó una tendencia ascendente que la pandemia ha agravado. En 2021, los últimos datos disponibles, 4.003 personas se propusieron quitarse la vida y lo lograron, un 13% más que tres años antes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.

Los datos están lejos de cualquier lectura positiva. Pese a los periodos de subidas y bajadas, con el contexto de la crisis económica primero y la sanitaria después, la tasa de suicidios fue en 2021 similar a la del año 2000. Pese a algunos esfuerzos, que a la vista de los resultados se antojan insuficientes, en España murieron por esta causa ese año 8,4 personas por cada 100.000 personas. O, lo que es lo mismo, hace dos años se quitaron la vida, de media, 11 personas al día.

Como se aprecia en el gráfico, esa tasa es también similar a la de 2014, el año que finalizó la crisis financiera que había comenzado en 2008 y que hizo estragos en la economía de los hogares españoles. Este y el de la crisis sanitaria que comenzó en 2020 son “los periodos más desafiantes” de los últimos 23 años, señala Alejandro de la Torre, miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam ISCIII) y autor del estudio Evolución del suicidio en España en este milenio, presentado este jueves en la Universidad Complutense de Madrid.

El catedrático en Psiquiatría Jose Luis Ayuso Mateos indica que se trata de “un problema complejo” pero que “tiene soluciones”. “Tenemos que hacer un plan ambicioso, global y que incorpore políticas a nivel de todo el Estado”, ha reclamado, con estrategias a largo plazo: “Los cambios que podamos hacer con una intervención no nos van a aliviar (el número de suicidios) como para poder tener un poder estadístico. Demostrar a corto plazo que las cosas que hacemos funcionan es muy difícil, por eso hay que hacer proyectos ambiciosos a largo plazo”.

En cualquier presentación, charla o conversación con expertos en suicidios hay una comparación recurrente. “En 2021 fallecieron 4.003 pacientes por suicidio en nuestro país, más del triple que las personas que murieron en accidentes de tráfico. Lo digo con profunda envidia, porque se han conseguido disminuir estas muertes a la tercera parte”, señaló durante el acto el director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar, Víctor Pérez.

Desde agosto de 2008 no ha habido un solo mes en el que el suicidio no haya sido la primera causa de muerte no natural en España. Los fallecidos por accidentes de tráfico han pasado de 6.098 en el año 2000 a 1.599 en 2021, con estrategias enfocadas a su prevención que aspiran a seguir reduciendo estos sucesos. “La estrategia no debe ser diferente: prevención, detección de las personas de riesgo y crear una cultura general de que el suicidio es algo que se puede prevenir”, apuntaba Pérez.

De la Torre explica que “la mitad de la población que muere por suicidio en España tiene entre 40 y 64 años”. No obstante, alerta de que se han experimentado aumentos en el número de tendencias suicidas en otros grupos de edad, principalmente entre los más jóvenes. Como se aprecia en el siguiente gráfico, a medida que sube la edad, crece también la tasa de mortalidad por esta causa. Las personas mayores de 65 son una población “donde el primer intento puede ser el último, porque es exitoso”, explica Ayuso.

“Las cifras van en línea de investigaciones previas que encuentran un incremento en las conductas suicidas. El estudio de Gracia y colaboradores (2021) compara cifras sobre intentos de suicidio durante el periodo de pandemia, de marzo de 2020 a marzo de 2021 y 12 meses antes de la pandemia y observa un crecimiento del 25% en adolescentes”, ha señalado la investigadora de la facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de la Rioja, Laura Alejandra Rico-Uribe al Science Media Center.

En 2015, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas acordaron 17 objetivos de desarrollo sostenible, entre los que se incluía reducir un tercio la mortalidad por suicidio. En aquel momento, la tasa en España se situaba en las 7,8 muertes por cada 100.000. En seis años ha aumentado un 7,7%, complicando la consecución del objetivo comprometido con la organización internacional. “Tenemos siete años por delante y vamos a ver si somos capaces de recuperar el terreno perdido”, propone Ayuso.

La Organización Mundial de la Salud marcaba la media mundial de suicidios en 9 de cada 100.000. “Nuestra tasa de mortalidad se va acercando peligrosamente”, indica el estudio, que señala que más de la mitad de las provincias españolas (27 de 50), sobrepasan ese límite. Destacan los casos de Galicia, con todas las provincias con incidencias de dos dígitos, Asturias o Jaén, Zamora y Lugo, con las mayores tasas.

“Cuando vemos un mapa con unas diferencias tan marcadas, lo primero que tenemos que pensar es si hay diferencias sociodemográficas que las puedan explicar”, apunta Ayuso, que es director del Centro Colaborador de la OMS para Investigación y Formación en Servicios de Salud Mental en la Universidad Autónoma de Madrid. Esto explicaría, por ejemplo, las tasas tan elevadas de Galicia o Asturias y otras más bajas en regiones muy pobladas pero con una edad media inferior, como Madrid o Barcelona.

El investigador hizo referencia al caso concreto de Asturias. “Es un caso bastante particular, porque es una de las comunidades que más acción preventiva ha llevado a cabo a nivel sanitario, de decisión y científico, pero estamos viendo tasas incrementadas en diferentes años”, explica De la Torre, que apunta a factores demográficos y orográficos, pero también a un parón de los proyectos en marcha, “sobre todo en el primer año de la pandemia”.

“La mayoría de comunidades autónomas tenemos planes de prevención del suicidio. Algunas tienen un pdf y otras realmente han invertido”, señala Pérez. Precisamente, un plan nacional de prevención que articule todas las políticas públicas a desarrollar en los ámbitos sanitario, educativo, social y legal es una reivindicación recurrente de expertos y asociaciones, que no ha encontrado, por el momento, una respuesta firme de las instituciones.

80.000 llamadas al 024

Si lo ha hecho, sin embargo, la de crear una línea de atención telefónica. En mayo, el Ministerio de Sanidad puso en marcha el 024, que funciona las 24 horas del día y es atendido por Cruz Roja, a quien se entregó su gestión. En sus primeros siete meses, atendió 79.975 llamadas, de las que 2.987 fueron derivadas al 112.

EL recorrido desde que un paciente que ha sufrido un intento de suicidio llega al servicio sanitario hasta que es atendido por un especialista es uno de los handicaps del abordaje, a pesar de que el principal factor de riesgo para suicidarse es padecer una enfermedad mental y haber tenido ya una tentativa. “Por cada cinco, una de ellas lo va a repetir y de cada persona que fallece, hay 25 que lo han intentado. Esa es la cadena y el espectro que debemos analizar. Cuanto antes intervengamos, antes podremos hacer cosas”, indica Ayuso.

Este experto cita los casos de Catalunya o la Comunidad de Madrid. “En este contexto de un sistema sanitario sobrepasado, hay una cosa que es clara y evidente, que es priorizar su asistencia. En el momento en el que estas personas son atendidas en un servicio de urgencias o en un hospital, se les consigue una cita con el psiquiatra en menos de siete días. Eso garantiza el seguimiento y si un paciente al que se le hace ese seguimiento, a la larga va a ir mejor”, explica.

Con todo, la evolución de la curva muestra otro factor a tener en cuenta, que han recogido otros estudios en los últimos años. Tienen que ver con problemas de soledad, como ha demostrado la pandemia, y económicos o de acceso a la vivienda, como en la crisis financiera. Una investigación publicada en noviembre, que recogía datos de países de la OCDE de 2000 a 2017, señalaba que el aumento del precio de la vivienda y los alquileres, cuando no va de la mano del de los ingresos, está relacionado con un empeoramiento de la salud, más muertes que se pueden prevenir y un incremento de la tasa de suicidios.

Se mantiene la diferencia entre hombres y mujeres

El aumento percibido desde 2018, que se ha agravado con la pandemia, ha afectado por igual a hombres y mujeres. Aunque son ellos quienes realizan más tentativas de forma efectiva (3 de cada 4 personas que finalmente se quitan la vida son hombres), la tendencia al alza es similar en ambos casos, con un 6,7% y un 6,5% más, respectivamente, según el informe.

Esa diferencia entre hombres y mujeres que muestra la gráfica es una tendencia que se repite en los países ricos, pese a que varios estudios apuntan que ellas lo intentan más. La explicación es compleja, y abarca múltiples factores, pero uno de ellos es la elección del método, más letal en el caso de los varones.

De la Torre señala cierta homogeneidad entre el medio rural y ciudades medias y grandes. El 32% de las personas que se quitaron la vida en 2021 vivían en capitales de provincia, “pero las tasas de otros niveles de urbanidad son muy cercanas”. El 26%, por ejemplo, corresponde al medio rural. Pero ha llamado especialmente el lugar de nacimiento de los pacientes. El 87% había nacido en España, sin embargo, se ha observado un crecimiento de casi el 25% en mortalidad por suicidio en personas migrantes, las más afectadas por la pandemia.

“Especulamos que las medidas de control de la expansión del virus (por ejemplo, cierre de servicios en momentos iniciales de la pandemia, medidas de distancia social, dificultades económicas derivas, etc.) podrían estar detrás de este efecto”, considera el estudio. “Las cosas están cambiando, pero hay que ver si se consolidan”, apunta Ayuso, que indica que tradicionalmente “la población emigrante era más joven y, cuando caía enferma (uno de los factores de riesgo) volvía a su país de origen, porque no podían trabajar, que era a lo que habían venido”.

El estudio considera que “las expectativas no son nada prometedoras”. Los expertos esperan que la tendencia al alza se mantenga en 2022, a tenor de los datos preliminares del INE. Ellos insisten en la necesidad de una apuesta decidida a todos los niveles y no ocultar un problema social muchas veces escondido. “Hablar del suicidio no mata, lo que mata es ignorarlo”.