Las protestas convierten a Israel en un problema para La Vuelta y su continuidad tensa la recta final

Bilbao marcó un antes y un después en el devenir de La Vuelta 2025. Las protestas, que ya se venían sucediendo desde las semanas previas, llegaron a su punto álgido en la tarde del miércoles, cuando se disputaba la undécima etapa, justo en el ecuador del campeonato ciclista. En aquel caso, la carrera terminó de forma abrupta: tres kilómetros antes de lo previsto y sin un ganador. Pero aún queda más de una semana de pugna y, si las ciudades restantes siguen la estela de Bizkaia, la tensión puede ir en aumento. La Vuelta es un polvorín y, su futuro inmediato, incierto.

El detonante de las manifestaciones llegó antes del comienzo del torneo, cuando se supo de la participación del equipo Israel-Premier Tech, a quien se vincula directamente con el país hebreo. Una participación que coincide con el genocidio que está perpetrando Israel en Gaza y que ha dejado más de 63.600 muertos, 21.000 niños mutilados y una hambruna declarada oficialmente, como “arma de guerra”.

La vinculación del club con el Gobierno de Netanyahu fue negada en un inicio. En declaraciones a este periódico, afirmaron ser “un equipo ciclista privado que no recibe financiación de ninguna organización gubernamental”. Sin embargo, sí recibe fondos del Ministerio de Turismo del país y sus dueños son Sylvan Adams y Ron Baron, multimillonarios israelíes. El primero, amigo personal de Benjamin Netanyahu, que se autoproclama “embajador de Israel” y que ha reconocido que utiliza al equipo para mejorar la imagen de Israel a través del deporte; el segundo, exmilitar del Ejército israelí.

Además, el propio Netanyahu felicitó a Adams y al Israel-Premier Tech por su “excelente trabajo” y por “no ceder ante el odio y la intimidación”. “Hacéis que Israel se sienta orgulloso”, publicó en X el pasado viernes. Por otro lado, el maillot de los deportistas luce una estrella de David y el nombre del país en el centro del pecho, a diferencia de lo que ocurre con los equipos Cofidis, Movistar o Caja Rural —pero al igual que otros como Astana, Bahréin o Emiratos Árabes—. Una decisión que fue revertida el sábado: no volverán a lucir 'Israel' en el maillot en lo que resta de Vuelta, con el objetivo de “priorizar la seguridad de los ciclistas y de todo el pelotón, dada la peligrosidad de algunas protestas”.

Las críticas provenientes de partidos de izquierda de diferentes regiones de la geografía española o de la propia sociedad civil no han servido para evitar o frenar, en cambio, su presencia. Ya lo advirtió días antes de que comenzara la octogésima edición de La Vuelta su director, Javier Guillén, quien defendió que los ciclistas del equipo israelí “están en la carrera por derecho propio” y que tienen “todo el derecho a participar”. “No somos ajenos a lo que pasa, pero no los podemos expulsar”, resumió. La Vuelta, entonces, comenzó, con el equipo israelí como uno más. Las cuatro primeras etapas se desarrollaron sin incidentes; tres, en el Piamonte italiano y, la cuarta, finalizando en Francia.

Seis días después de que se publicaran las declaraciones de Guillén, durante la quinta etapa, correspondiente a una prueba contrarreloj por equipos en Figueres (Girona), Guillén tuvo que declarar ante los medios por la interrupción al Israel-Premier Tech, provocada por un grupo de manifestante propalestinos. El director anunció que los denunciaría y aseguró: “Cualquier reivindicación nos parece legítima siempre que se canalice por cauces pacíficos. Es obvio que hoy eso no ha pasado. No hemos lamentado daños físicos, pero podría haberlos habido”. En la pancarta exhibida por el grupo de protesta se podía leer: “La neutralidad es complicidad. Boicot a Israel”.

En la siguiente etapa, la sexta, otra protesta contra el genocidio en Gaza obligó al pelotón a frenar su recorrido durante unos segundos hasta que fueron reducidos y retenidos por agentes de los Mossos d'Esquadra. Fue en Olot, Girona. En la séptima etapa, en Lumbier (Navarra), el patrón se repitió: varias personas se cruzaron en la carretera para tratar de cortar el paso al pelotón y la Policía Foral tuvo que intervenir para retirarlos del recorrido. Octava etapa, banderas palestinas a su paso por Cerler (Huesca), que fueron arrancadas por la organización.

Pero fue en la undécima, en Bilbao (Bizkaia), cuando se alcanzó la mayor repercusión, con una protesta masiva que obligó a adelantar el final de la carrera tres kilómetros, a no nombrar un ganador y que se saldó con tres personas detenidas y cuatro agentes de la Ertzaintza heridos. Desde entonces, en la duodécima etapa, la salida desde Laredo (Cantabria) estuvo envuelta entre banderas palestinas y entre gritos de “Israel genocida” o “Fuera Israel de la competición” por parte de centenares de personas, si bien no trascendieron más incidentes. En la decimotercera, en Asturias, una nueva protesta, que ya había cortado el paso momentáneamente en su paso por Cabezón de la Sal (Cantabria), obligó a detener a la cabeza de carrera durante cerca de medio minuto, justo antes de comenzar la subida a L'Angliru. Se saldó con 12 detenidos. Y, en la etapa 14, la salida desde Avilés (Asturias) se produjo entre banderas palestinas y gritos contra el IPT.

Con Bilbao se siembra la duda

La Unión Ciclista Internacional (UCI) es el organismo rector mundial del ciclismo. Y, como tal, es el responsable último de los diversos torneos que celebra este deporte, también de La Vuelta, que es la última de las tres grandes citas del calendario ciclista—tras el Tour de Francia y el Giro de Italia—. El pasado miércoles, la UCI condenó “enérgicamente” en un comunicado las protestas que provocaron la “neutralización” de la etapa en su paso por Euskadi. Y, más allá de reivindicar su “compromiso con la neutralidad política, la independencia y la autonomía del deporte, de conformidad con los principios fundacionales del Movimiento Olímpico”, no prevé tomar medidas relacionadas con La Vuelta ni, por supuesto, con Israel.

“La UCI también desea recordar que el deporte, y el ciclismo en particular, tiene la vocación de acercar y superar las barreras entre los pueblos y no debe en ningún caso ser instrumentalizado como herramienta de sanción”, puntualiza el organismo. Preguntada por elDiario.es acerca de los motivos que mantienen impune a Israel en el ciclismo —como en todos los deportes—, la Unión ha respondido que no hará más comentarios que los ya expuestos en el comunicado.

No obstante, sí existe un precedente en que la UCI tomó medidas contra clubes por motivos ajenos al deporte. Fue en 2022, con motivo de la invasión rusa sobre Ucrania, y con los equipos rusos y bielorrusos como perjudicados; entre ellos, el Gazprom-RusVelo. Esta decisión provocó que los patrocinadores cancelasen su apoyo técnico y comercial al club, por lo que el Gazprom cesó en sus actividades y liberó a los ciclistas. La mayor parte de los corredores pasaron a otros equipos en los meses siguientes y, el conjunto ruso, fue disuelto.

Por su parte, desde la organización de la carrera comenzaron a deslizar el miércoles, tras la etapa vizcaína, que lo único que se puede hacer es que Israel-Premier Tech deje la competición. “Solo hay una solución ahora mismo. Que el equipo asuma que estando no facilita la seguridad de todos los demás”, dijo el director técnico de La Vuelta, Kiko García.

Asimismo, incidió en que el equipo israelí “ha tenido un trato de favor durante toda la carrera”, pero que, tras lo acontecido en Bilbao, ya no les “preocupa su protección, sino la de todos los demás”. “Entiendo las protestas, son totalmente comprensibles y deben estar”, añadió García, aunque con el matiz de que sea sin violencia. La organización condenó “rotundamente” lo sucedido. Sin embargo, en caso de vetar a Israel de forma unilateral —sin el visto bueno de la UCI—, La Vuelta se expone a un castigo de la Unión Ciclista que redundaría en que perdiera visibilidad en el calendario, patrocinadores o que los mejores corredores no tuvieran las fechas reservadas para el campeonato español.

Por otro lado, no fue hasta la tarde del jueves cuando se pronunció por primera vez el Gobierno. Fue el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, quien afirmó que España no puede seguir “teniendo una relación de normalidad con Israel como si nada ocurriera” y se mostró partidario de la expulsión de los equipos israelís de las competiciones deportivas internacionales “como hemos hecho con Rusia”. Albares, si bien recordó que la decisión le compete a la UCI, justificó que el equipo y sociedad israelíes “tienen que comprender que Europa e Israel solo se pueden relacionar, como dice el artículo 2 del Consejo de Asociación entre la Unión Europea e Israel, cuando se respetan los derechos humanos”.

Israel-Premier Tech, por su parte, ha tenido que emitir dos comunicados desde el inicio de La Vuelta. El primero, tras los sucesos en Figueres de la quinta etapa y, el segundo, tras el acto masivo de Bilbao, en la undécima. En esta último, el club se mostró “comprometido con correr la carrera” y criticó que el incidente “no fue solo peligroso, sino contraproducente a su causa y privó a los aficionados vascos, una de las mejores aficiones del mundo, del final que merecían”. El director del equipo, Óscar Guerrero, declaró el jueves ante los medios que, si abandonan la vuelta, saben que a partir de ahora serán “el objetivo”. “Sería el cierre del equipo. ¿Qué hacemos con las 180 familias con las que estamos trabajando?”, agregó Guerrero.

¿Y si se repite lo sucedido en Bilbao?

La situación, por tanto, pende de un hilo, a expensas de la intensidad de las más que probables nuevas manifestaciones en favor de Palestina. Los motivos que podrían empujar a la organización a tomar decisiones drásticas estarían relacionados con la seguridad de los ciclistas. Si ocurrieran sucesos como los de la Gran Vía de Bilbao, en que las movilizaciones invadieron un tramo de la carretera, y la organización se viera obligada a adelantar la meta, se verían afectados dos actores más: los deportistas, por un lado, y, por otro, los anunciantes.

En el caso de los ciclistas, podría trastocar su estrategia para enfrentar la carrera. Si conocen el cambio durante el desarrollo de la propia etapa —especialmente, si sucede llegando al final de la misma—, se podrían ver perjudicados los perfiles sprinter (aquellos que alcanzan altas velocidades en pocos segundos, sobre todo, en los últimos metros previos a la meta) o, en general, cualquier estrategia previa.

Pero, en el caso de los anunciantes, esto también supondría un problema: es en la línea de meta donde se concentran las grandes marcas u organismos públicos, como son Cofidis, Carrefour, Plenitude o Loterías, entre otros. Entidades como Paradores han invertido 350.000 euros de las arcas públicas en el patrocinio de la competición, así como diferentes autonomías para etapas concretas (Principado de Asturias, 150.000 euros; Girona, 75.000 euros; Comunidad de Madrid, 45.000 euros), quienes se encargan, además, de entregar el trofeo al ganador de la etapa. Si no hay meta ni ganador, el retorno de la inversión se reduciría significativamente. Asimismo, además de las imágenes de meta, también se estaría limitando el tiempo de las firmas en pantalla. Es decir, se limitaría la visibilidad y, por tanto, su 'escaparate'.

Además, para la propia Vuelta, podría suponer un perjuicio en su imagen, especialmente en lo que a planificación y seguridad se refiere. Esta pérdida de prestigio, por otro lado, redundaría en una mayor visibilidad de la causa palestina.

La Policía Nacional ha desplegado en cada etapa un dispositivo de seguridad con más de 70 agentes. Para la capital, en la etapa final, se desplegará un “importante dispositivo”. Por su parte, la Guardia Civil ha desplegado un total de 132 guardias civiles de varias especialidades, pertenecientes a la Unidad de Movilidad y Seguridad Vial del cuerpo, que acompañan a los deportistas.

Quedan siete días para el final de La Vuelta. Este fin de semana, los deportistas continuarán su recorrido por Asturias hasta llegar a Galicia, donde permanecerán hasta el miércoles. Tras el paso por Valladolid y Salamanca el jueves y viernes, el fin de semana será el turno de Madrid. El sábado, La Bola del Mundo medirá a los corredores con el final (y punto, en general) más alto del campeonato. Pero será en la capital, con nueve pasos por meta en el centro, donde La Vuelta mida el pulso a las protestas. Siete etapas para el final, siete días en vilo.