Los habituales tonos verdirrojos asociados a la Navidad han cedido terreno esta tarde en la gran arteria de Madrid, el Paseo de la Castellana, a los colores de la bandera de España. Más de un kilómetro de luces led entre farolas en dos cenefas paralelas a cada lado de la vía, entre Neptuno y Colón, se encendieron con cierto suspense a las 20.00, pues la hora inicial prevista eran las 19.30, para dar el pistoletazo de salida a la temporada de fiestas y de paso disipar definitivamente las dudas que pudiese haber sobre que Madrid es España dentro de España. De los 317.00 euros destinados por el Ayuntamiento capitalino al alumbrado navideño, cerca de la mitad (154.100) se dedicaron a las luces rojas y amarillas, sumando el kilómetro largo entre Neptuno y Colón, los puentes de Juan Bravo y Raimundo Fernández Villaverde y el centro cultural Fernando Fernán Gómez, según los datos que facilitó el consistorio cuando anunció la disposición del alumbrado.
Manuel e Ilda, jubilados, estaban puntuales bajo el puente de Juan Bravo, en el paseo de la Castellana, para ver el encendido. “No hay otra cosa que hacer”, explicaba el hombre, que opinaba que, aunque las luces supongan un gasto, también conllevan “trabajo y mano de obra”, con lo que ello tiene de estímulo económico. Sobre la elección cromática, la mujer no dudaba. “Pues es que estamos en España”, razonó. Él opinaba que los colores podrían molestar a aquellos “que cuando van por la carretera de La Coruña y ven la cruz de los caídos se les ponen los pelos como escarpias”. La pareja acabó aburriéndose y decidió seguir de paseo al comprobar que no se cumplía el horario. “Se le habrá olvidado al alcalde”, bromeó al despedirse Manuel.
Más abajo, en Colón, había varias decenas de personas más pacientes. Estaba también allí la “menina gigante de Navidad”, como describía una mujer por teléfono a su interlocutor el esqueleto de luces inspirado en el cuadro de Velázquez, plantado al final de Génova. Luis y Rosa conectaron la televisión en el móvil para ver si explicaban el retraso. A Rosa le parecía “muy bien” la opción rojigualda de las luces led. “Es la bandera del Estado”, recordaba, y defendía que quienes tengan reservas sobre los colores nacionales, “deberían viajar” a otros países como Francia y Reino Unido, donde a su entender la cuestión simbólica es menos problemática.
Un reportaje de Víctor Honorato, con fotos y vídeos de Olmo Calvo.