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Positivo y sin vacuna: los contagios masivos entre los jóvenes no ponen en riesgo la inmunidad de grupo

Un grupo de jóvenes acuden al Hospital Zendal para recibir la primera dosis de la vacuna Pfizer.

Mónica Zas Marcos

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Clara se contagió de coronavirus a las puertas de recibir la primera dosis. Fue visitando su ciudad natal, en Murcia, acompañada de sus cuatro mejores amigos de Madrid. Uno de ellos se enteró en el viaje de que había sido contacto estrecho de un caso, por lo que los cinco se hicieron la PCR y cuatro fueron positivos. “La sensación inicial es de derrota por llevar todo el año cumpliendo las normas, esperando a la vacuna y que te toque a unos días de recibirla”, admite esta joven de 25 años.

Clara debe pedir cita dentro de seis meses según el protocolo del Ministerio de Sanidad, pero reconoce que la información que ha recibido hasta ahora ha sido confusa. “Pregunté a la rastreadora y no supo qué decirme, pero el médico tampoco lo tenía súper claro”, cuenta. 

La mayoría de los jóvenes que se están contagiando ahora estaban cerca de vacunarse y muchos de ellos han tenido que cancelar su cita sin saber exactamente cuándo la van a recuperar. En el último mes se han registrado 135.846 contagios en el grupo de edad que más ha subido, de los 20 a 29 años, y 75.000 en el de 30 a 39 años, que también tenían pendiente la primera o la segunda dosis. Para cubrir los repentinos huecos libres de los contagios y el verano, Euskadi ha sido la primera comunidad en abrir citas a un nuevo rango etario: de 12 a 15 años.

Si los que se contagian ahora y los que se van sumando tienen que esperar hasta enero para vacunarse, ¿corre peligro la estrategia de inmunización del Gobierno? “Esto no retrasa en absoluto la llegada de la inmunidad colectiva porque las personas enfermas generan una protección muy potente y que se vuelvan a vacunar en seis meses no interfiere con el objetivo de agosto”, tranquiliza Amos García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV). “Es un número muy residual y se les citará cuando acabe la campaña de vacunación masiva”, añade José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC). 

Esto no retrasa la llegada de la inmunidad colectiva porque las personas enfermas generan una protección muy potente y que se vuelvan a vacunar en seis meses no interfiere con el objetivo de agosto

Amos García Rojas Presidente de la Asociación Española de Vacunología

Los miles de contagios son preocupantes en cifras absolutas, sobre todo si empiezan a verse reflejados en la presión asistencial. Pero en cambio representan un pequeño porcentaje del total de personas de entre 20 y 29, y entre 30 y 39. Aunque muchos tengan que paralizar su pinchazo durante unos meses, la campaña aún puede seguir su ritmo todo el verano. “Hay muchas personas esperando a ser llamadas”, recuerda Forcada.

Desde el comienzo de la vacunación se ha situado el 70% como horizonte de la inmunidad de rebaño. Sin embargo, los expertos cada vez tienen menos en cuenta ese número. “Es un objetivo puramente de gestión, pero a nivel poblacional es irrelevante: no se va a alcanzar la inmunidad de grupo hasta que lleguemos como mínimo al 85% de personas con la pauta completa y probablemente hasta finales de año no lo conseguiremos”, explica el portavoz de ANENVAC. Por eso carece de importancia, en términos generales, que en enero haya aún decenas de miles de personas pendientes de recibir su dosis. “La inmunidad colectiva es el sumatorio de la gente que ha pasado la enfermedad de forma natural y los inmunizados por la vacuna, aunque sea difícil de medir numéricamente”, recuerda García Rojas. 

Aprovechar la inmunidad natural

Hace más de un año, antes de padecer los estragos de la COVID-19 e incluso de contar siquiera con una vacuna contra ella, Reino Unido saltó a los titulares por la peligrosa estrategia que planteó Boris Johnson. El primer ministro británico quería dejar que el 60% de la población pasase la enfermedad y produjese anticuerpos de forma natural. Quince meses después, con un escenario muy distinto y la mayor parte de las personas vulnerables protegidas, los expertos creen que hay que sumar las personas contagiadas a los cálculos de la inmunidad. También es una forma de tranquilizar a todos aquellos que deben esperar para recibir su dosis.

“Con la enfermedad adquieres una inmunidad basada en los anticuerpos, principalmente, pero también en las células T y la memoria humoral. Esos anticuerpos duran como mínimo seis meses. Pasado ese tiempo hay que inyectar una dosis booster [de recuerdo] para volver a potenciar el sistema inmunitario”, explica José Antonio Forcada. “Deben tener paciencia y saber que han pasado su infección y que están protegidos”, abunda, aunque defiende que es algo de lo que los sanitarios tienen que advertir cuando tratan con un positivo.

Con la enfermedad adquieres una inmunidad basada en los anticuerpos, principalmente, pero también en las células T y la memoria humorial. Esos anticuerpos duran como mínimo seis meses

José Antonio Forcada Presidente de ANENVAC

Adrián, de 28 años, se ha contagiado unos días antes de acudir a su cita en Euskadi. En su caso nadie le ha informado de qué tiene que hacer. “No he podido cancelar la cita online y Osakidetza no me coge el teléfono, espero que me digan cómo tengo que hacerlo dentro de seis meses”, explica. Sabe que ese es el periodo estipulado porque ya le pasó a su madre. “Hay cierto descontrol con el tema de la gente que acabamos de pasarlo. Yo estoy pendiente de una beca fuera de España y me pone nerviosa irme sin haberme vacunado o que me vayan a poner problemas por ese motivo”, comparte Clara.  

“Si una persona ha pasado la enfermedad, está en su historial clínico y es un elemento que tiene toda la validez para acreditar su inmunidad. Lo único que tiene que hacer es pedir un certificado a su médico o descargarlo”, dice García Rojas. Explica además que, al introducir la razón de la cancelación de la cita, el sistema de salud reconoce automáticamente que el paciente debe vacunarse pasados los seis meses. Por lo que seguramente en ese momento reciban el aviso desde sus comunidades autónomas.

¿Y por qué a los seis meses?

“Es fundamentalmente porque no tiene sentido adelantarlo y por aprovechar la inmunidad natural”, responde el presidente de la Asociación Española de Vacunología. El protocolo de Sanidad responde a un marco de llegada gradual de vacunas desde Europa y en el que muchas veces los tiempos fallan. Esperar los seis meses que duran los anticuerpos naturales es una forma de avanzar con otros segmentos de la población sin inmunizar, sobre todo entre personas jóvenes que presentan una respuesta potente. “Es un motivo de utilización racional de las vacunas, porque ahora mismo no hay para todos”, entiende Roger Paredes, virólogo clínico e investigador en el Hospital Germans Trias i Pujol, en Badalona.

No obstante, “no hay ensayos clínicos que nos permitan responder si conviene vacunarse de forma inmediata al pasar la enfermedad o de forma diferida, y tampoco si se debe poner una sola dosis o dos”. Paredes va a formar parte de un estudio nuevo llamado VATICO y que consiste en comparar los anticuerpos de personas que reciban la vacuna justo después de haber pasado la enfermedad con otras que se la pongan 12 semanas más tarde. También los de quienes reciban una sola dosis o dos. 

Hasta que se obtengan los resultados, Paredes confía en los datos del laboratorio, que son los que sugieren que “la persona que se contagia genera unos anticuerpos neutralizantes comparables a los que desarrollaría con una primera dosis de vacuna”. “No pasa nada por ponérsela antes”, dice también García Rojas, sobre todo en casos como el de Clara y en los que se necesite acreditar la vacunación de alguna forma. Por otro lado, Paredes confía en que después de esta quinta ola se haga un estudio de seroprevalencia para saber “cuánta gente ha generado anticuerpos de todos los que se han contagiado. En el último mes, ya son más de 400.000 personas.

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