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La explosión de contagios empieza a impactar en los hospitales: “Es como revivir el verano pasado”

Dos sanitarios se colocan los EPIS momentos antes de entrar en la zona de Urgencias, del Hospital Pío del Rio Hortega de Valladolid

Mónica Zas Marcos

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El último coletazo de la subida de contagios ha atizado donde no se esperaba que lo hiciese, pero la tendencia se repite. España ha reportado este jueves un 61% más de ocupación hospitalaria respecto a la semana anterior, fruto del enorme aumento de la incidencia en el último mes. La baja edad media de las infecciones por COVID-19 había alimentado la esperanza de que no repercutiera en los hospitales y en las UCI. Este jueves había 1.550 pacientes más en planta que hace siete días, y la presión sobre los cuidados intensivos había pasado de un 6,6% a un 9,18%, aunque se espera que siga subiendo.

“El porcentaje es menor que en otras olas, pero hay tantos contagios que por probabilidad iba a repercutir en los hospitales”, asume Ricard Ferrer, miembro de la junta directiva de SEMICYUC, la sociedad española de Medicina Intensiva. Hasta ahora el mayor impacto de la subida se había notado en Atención Primaria y los servicios de Salud Pública, encargados de diagnosticar la enfermedad y rastrear los brotes. Los hospitales suelen notar esta explosión dos semanas después del aumento de la incidencia en el caso de la planta y tres en el de la UCI. Y así ha sido. El problema es que no hay perspectiva de que vaya a amainar. 

“Lo que más nos preocupa es que ahora mismo no hay un horizonte inmediato”, se lamenta Ferrer. “Solo vemos subidas y subidas, pero ningún modelo predictivo nos da una pista”. Esa incertidumbre, en pleno julio y compaginada con las vacaciones de los sanitarios, pone a los centros en una situación crítica. Catalunya, por ejemplo, ha tenido que abrir las plantas de COVID que llevaban varias semanas cerradas. “Tenemos que rehacer la planificación del verano entera porque nadie se esperaba esto y se necesitan camas, profesionales y equipos”, resume el médico de intensiva. Su hospital ha pasado de tener 114 personas ingresadas a 209 en menos de dos semanas. “Pone el día a día mucho más difícil”, reconoce.

La gente no valora lo que significa perder todo lo que ya habíamos avanzado

Guadalupe Fontán Consejo General de Enfermería

Para Guadalupe Fontán, especialista en COVID-19 del Consejo General de Enfermería, es como “revivir el verano pasado”. “Es desolador ver un poco de luz al final del túnel y que siempre pase algo”, describe. En su caso, la subida implica directamente renunciar a las vacaciones, volver a seleccionar pacientes para ingresar, abrir zonas específicas de COVID y, a la vez, seguir vacunando a buen ritmo. “La sensación es que siempre vamos por detrás del virus, y las enfermeras estamos cansadas del esfuerzo”, recuerda.

Respecto al perfil del paciente, Fontán nota una bajada clara de la edad media. “La vacuna está amortiguando la gravedad, pero también hay gente de 30 años diabética, obesa o con problemas renales que termina hospitalizada”, indica. Ferrer percibe la misma sensación desde Catalunya, donde la mayoría de los ingresados en UCI rondan los 40 años, están aún sin vacunar o tienen la pauta incompleta. “Son normalmente padres o familiares de gente más joven que se contagia”, observa. 

La mayor tendencia al alza se encuentra en Catalunya, que ha pasado en una semana de un 3,1% de ocupación hospitalaria a un 6,8%; Andalucía, de un 2,8% a un 3,8%; la Comunitat Valenciana, de un 2,7% a un 3,8%; y Cantabria, de un 3,4% a un 4,3%. Respecto a las UCI, encabezan la lista Catalunya (24,6% de ocupación), Baleares (10,5%), Madrid (10%) y Castilla y León (8,9%).

La ocupación en planta de Castilla y León triplica la de hace un mes. Andalucía ha reconocido este martes su preocupación por la bajada de la tasa de edad de los hospitalizados. De las 102 hospitalizaciones del pasado fin de semana, el 40% eran personas menores de 40 años y el 85% no habían sido vacunadas. Por su parte, el Gobierno de Baleares ha desgranado también los ingresos en cuidados intensivos de cada uno de sus hospitales. En el caso balear “la COVID ha golpeado a todas las edades”, desde los 23 hasta los 78. No indica qué nivel de inmunidad tenía cada uno de los pacientes, pero los expertos piden no olvidarse de los “fallos vacunales”. Estas brechas provocan que haya un pequeño porcentaje de personas que no generan ningún tipo de inmunidad o que la pierden pasado un tiempo.

Sobre el tiempo de inmunidad del suero, tanto Ferrer como Fontán han advertido también varias reinfecciones entre sanitarios que recibieron la pauta completa. “No tienen una enfermedad grave, pero sí causan baja, lo que complica la coordinación de las plantillas”, explica el jefe de la UCI del hospital Vall D’Hebron. “Las vacaciones, la escasez del verano, la situación grave de muchas consultas y las reinfecciones lo ponen muy difícil”, comparte Fontán, enfermera en Madrid. “Hay que acordarse de que las vacunas no evitan el contagio ni que contagiemos”, añade él.

Delta y celebraciones de verano: la mezcla “explosiva”

Ricard Ferrer tiene claras cuáles han sido las dos razones del aumento abrupto de contagios y, posteriormente, de ingresos en Catalunya: la variante Delta, que ocupa allí un 80% del nicho ecológico, y las fiestas populares como Sant Joan o el solsticio de verano. “Esa mezcla ha sido explosiva, pero en todo el arco mediterráneo”, asegura el jefe de la UCI. Según él, cuando la mutación Delta predomine en otras comunidades aumentará al mismo nivel la transmisibilidad, sobre todo si no se toman medidas de precaución.

“La segunda quincena de junio y primera de julio ha sido una época con muchísima interacción social, fiestas de graduación y viajes de fin de curso. Deja claro que las burbujas escolares y universitarias han funcionado muy bien y que, cuando se han roto, ha tenido un efecto explosivo”, razona Ferrer.

Deja claro que las burbujas escolares y universitarias han funcionado muy bien y que, cuando se han roto, ha tenido un efecto explosivo

Ricard Ferrer Miembro de la junta directiva de SEMICYUC

Fontán, de nuevo, recurre al verano pasado. “El final de la mascarilla al aire libre y el buen ritmo de vacunación ha creado una falsa sensación de seguridad que nos está arrollando”, expresa la enfermera. “La gente no distingue que se la pueden quitar solo si mantienen la distancia de seguridad; y pasa con jóvenes y con los no tan jóvenes”, reivindica. 

El portavoz de SEMICYUC cree que ahora la población hace una “lectura parcial” de las medidas. Con las mascarillas, el ocio al aire libre y el nocturno. “Los simulacros de cultura segura, como los que se hicieron en Catalunya, no son lo que estamos viendo ahora: no solo consiste en hacer test de antígenos, sino también en guardar las distancias y mantener las mascarillas”, recuerda. Para que exista una bajada repentina de casos que permita liberar los hospitales, hay que controlar esto y “vacunar, vacunar y vacunar” a las cohortes de edad que siguen expuestas. Desde los 40 años, que son los que ahora ingresan en UCI, hasta los de 20, “que son el motor de la epidemia”. 

“Entendemos que hay que intercalar con la recuperación económica, pero sin generar la sensación de que ya ha pasado todo”, reivindica la enfermera madrileña. “La gente no valora lo que significa perder todo lo que ya habíamos avanzado”, concluye.

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