Los aspiradores inteligentes se desplazan por los hogares guiados por sensores que reconocen muebles, esquinas y paredes, creando recorridos automáticos sin intervención humana. Estos dispositivos se programan con facilidad y limpian de forma autónoma incluso cuando nadie está en casa, lo que ha impulsado su presencia en millones de viviendas.
El sistema de navegación les permite recordar trayectos y adaptar su trabajo a cada superficie del suelo, con algoritmos que ajustan la potencia y el tiempo de limpieza según las condiciones detectadas. Además, pueden activarse desde el teléfono móvil y ofrecer informes del rendimiento después de cada uso. Su aparente simplicidad oculta una estructura digital compleja que combina cámaras, micrófonos y sensores de posición capaces de recopilar información precisa del entorno. Esa misma estructura es la que ha abierto un debate sobre la privacidad y el control de los datos generados en el interior de los hogares.
Un desarrollador detectó que su aparato enviaba información fuera del país sin permiso
El programador y aficionado a la electrónica Harishankar Narayanan, residente en India, descubrió que su aspiradora inteligente enviaba información de su vivienda a servidores situados fuera del país.
Según explicó en su blog Small World, el aparato había estado funcionando durante un año antes de que él decidiera observar su comportamiento en la red. “Mi robot aspirador estaba en constante comunicación con el fabricante, transmitiendo registros y telemetría que nunca autoricé”, afirmó Narayanan, que inició su investigación tras detectar un flujo continuo de datos hacia el exterior.
Para evitarlo, bloqueó el envío de esa información y permitió solo las actualizaciones del firmware. El dispositivo siguió funcionando unos días, pero una mañana dejó de encenderse. El técnico al que acudió comprobó que en el servicio de reparaciones funcionaba sin fallos, aunque al volver a casa volvió a apagarse. Narayanan repitió la operación varias veces hasta que la empresa rechazó nuevas revisiones por considerar agotada la garantía, lo que convirtió su aparato en un objeto inútil, sin causa aparente.
El programador advierte de que esta situación no es exclusiva. En su opinión, los dispositivos domésticos conectados representan un riesgo creciente porque mantienen comunicación constante con empresas que el consumidor apenas conoce. “Nuestros hogares están llenos de cámaras, micrófonos y sensores móviles conectados a compañías de las que sabemos muy poco”, señaló, subrayando que todos ellos pueden transformarse en instrumentos de control con una simple instrucción digital. Con ello, plantea un problema de alcance cotidiano sobre la gestión de los datos personales.
La investigación reveló un sistema que dibujaba la vivienda y lo compartía
Narayanan verificó después que la aspiradora enviaba datos sin interrupción desde el primer día. Para confirmar su sospecha, desmontó el dispositivo y reimprimió las placas de circuito. En ese proceso halló un programa de código abierto, Google Cartographer, diseñado para generar un mapa tridimensional del interior de las viviendas.
El aparato creaba ese modelo de su casa y lo transmitía automáticamente al fabricante. Ese descubrimiento confirmó que la información espacial recopilada por el robot formaba parte del producto, no solo como ayuda al funcionamiento sino como fuente de datos comercial.
El análisis del código le permitió localizar un comando remoto emitido por la empresa en el mismo momento en que la máquina se había detenido. Según su reconstrucción, esa orden había sido la causa evidente del apagado. Narayanan revirtió la instrucción y el dispositivo volvió a funcionar, lo que demostró que el fabricante tenía la capacidad de desactivar de forma remota cualquier unidad. “Habían usado su sistema de control para inutilizar mi aparato”, explicó. Esa constatación transformó el hallazgo en una denuncia sobre el control que ejercen las compañías tecnológicas una vez que los productos ya están en manos del consumidor.
El caso ha servido para poner en evidencia la dependencia creciente de los hogares respecto a dispositivos que actúan sin supervisión. La capacidad de registrar movimientos, construir modelos digitales de los espacios y enviar información de uso amplía el alcance de las empresas sobre la vida cotidiana.
Así, la comodidad prometida por los aspiradores automáticos puede derivar en una forma discreta de vigilancia en casa que, según Narayanan, merece una revisión urgente de sus mecanismos de seguridad y de las condiciones de uso que los acompañan.