Hoy en muchos hogares de nuestra península más de uno se toma un respiro y no está convocado a ninguna mesa después de dos días de intensas citas con amigos o familiares. Pero, en cambio, en Catalunya sí que es festivo, Sant Esteve, por lo que volverán a comer en torno a una mesa eminentemente navideña. Curiosamente, el 26 de diciembre en Italia tampoco es un día de descanso tras el día de Navidad, sino una celebración con entidad propia conocida como Il Giorno di Santo Stefano. Esta fecha, declarada festivo nacional desde el año 1947, permite a los ciudadanos italianos disfrutar de un prolongado puente festivo de tres días dedicado a la convivencia familiar y comunitaria.
La festividad rinde homenaje a San Esteban, reconocido por la iglesia católica como el protomártir o primer mártir cristiano. Según los relatos históricos, Esteban era un hombre de fe inquebrantable que dedicó su vida a ayudar a los más vulnerables y a difundir las enseñanzas religiosas, lo que eventualmente le llevó al martirio por lapidación. Su nombre, de origen griego, significa “corona”, simbolizando la victoria espiritual que los italianos conmemoran con servicios religiosos y procesiones tradicionales en diversas regiones.
Pero, como en tantas otras festividades, más allá de la devoción en los templos, el día de San Esteban se vive en las calles y hogares como una extensión de la alegría navideña. Es habitual que las familias aprovechen la jornada para visitar a amigos y vecinos, participar en actividades al aire libre como el patinaje sobre hielo o recorrer los pintorescos mercadillos de invierno. Además, es un día clave para la cultura, ya que la mayoría de los museos importantes en ciudades como Roma, Milán o Venecia permanecen abiertos, ofreciendo una alternativa intelectual al festín gastronómico.
En lo que respecta a la mesa, la clave de este día es la abundancia, siguiendo la línea de los banquetes previos. Sin embargo, el almuerzo de San Esteban tiene una personalidad culinaria única marcada por la creatividad y el aprovechamiento. No se trata de un menú tan estrictamente estructurado como el de Nochebuena o Navidad, sino de una oportunidad para que las familias italianas demuestren su ingenio transformando los ingredientes de los días anteriores en nuevos manjares. De ahí que una de las tradiciones más fascinantes es la gestión de las sobras. Para un italiano, disfrutar de estas no significa simplemente calentar un plato en el microondas, sino realizar una reinterpretación gastronómica con estilo. Se añaden ingredientes frescos, se mejoran las texturas y se crean platos que, en ocasiones, resultan tan deliciosos como los originales, permitiendo a las familias diversificarse y probar recetas de pasta inusuales o guisos más exóticos.
Entre las técnicas de aprovechamiento más comunes destaca la elaboración de la frittata. Esta receta, similar a una tortilla, se convierte en el lienzo perfecto para integrar restos de verduras, pastas o embutidos de los banquetes anteriores, creando un plato reconfortante y sencillo. Asimismo, es frecuente ver cómo las carnes asadas sobrantes se incorporan a guisos de cocción lenta, donde los sabores se amalgaman para ofrecer una nueva y deliciosa experiencia gustativa. Al viajar por la geografía italiana, las recetas regionales de San Esteban revelan la diversidad del país. En el norte, específicamente en Emilia-Romaña, es casi obligatorio servir los tradicionales tortellini in brodo (en caldo) o los tortelli di zucca. En la región de Lombardía se suele disfrutar del cotechino, una salchicha de cerdo que se sirve habitualmente con lentejas, simbolizando la prosperidad para los días venideros.
En el centro de Italia, la gastronomía de este día busca el confort a través de sopas y platos reinventados. En el Lazio, es muy popular la stracciatella romana, una sopa de huevo con queso parmesano que ayuda a entonar el cuerpo tras los excesos calóricos. Mientras tanto, en la Toscana, los cocineros suelen transformar los restos de carne en polpettones o albóndigas enriquecidas con verduras, manteniendo el espíritu de no desperdiciar nada de lo recolectado para la gran fiesta. Mientras, el sur de Italia mantiene su fama de festines majestuosos también el día 26. En Campania, el sartù di riso y diversos tipos de pastas al horno son los protagonistas indiscutibles. Si nos trasladamos a Sicilia, la pasta con sardinas ocupa un lugar de honor en las mesas, mientras que en Puglia se prefiere la minestra verde y los rollitos de berenjena rellenos de mortadela.
El protagonismo de la carne continúa presente en las celebraciones de San Esteban, aunque a menudo bajo formas más sencillas como asados o guisos. Dependiendo de la familia, se pueden servir piezas de cordero, ternera asada o incluso pollo relleno que no se terminaron el día anterior. Esta continuidad se complementa con verduras de temporada y ensaladas que aportan un toque de frescura a un menú que todavía se caracteriza por su generosidad.
Panettone y pandoro
El broche de oro de cualquier almuerzo en Italia son los dulces, y San Esteban no es la excepción. Los emblemáticos panettone y pandoro no solo se sirven en su forma original, sino que a menudo reciben una “segunda vida” en forma de postres más elaborados, como el tiramisú de pandoro o tostadas dulces. Además, es común seguir disfrutando de los struffoli napolitanos y del torrone, ese turrón blanco con almendras que nunca falta en las despensas durante todo el mes de diciembre. En definitiva, la fiesta de San Esteban en Italia representa el equilibrio perfecto entre la devoción religiosa y el placer de la buena mesa en compañía. Es una jornada que celebra tanto la fe del primer mártir como la capacidad de las familias para mantener vivas las tradiciones mediante una cocina afectuosa y de provecho. Al finalizar el día, los italianos no solo habrán honrado a su santo, sino que habrán vuelto a reunirse en familia y aprovechado parte de la comida que haya sobrado de Navidad.