Inquietud por la falta de productos electrónicos para el Black Friday y la Navidad

Melchor, Gaspar, Baltasar, el olentzero, el tió de Nadal, la bruja Befana y Santa Claus van a tener que aprender de nuevas tecnologías este año. Si no se apresuran a fabricar microchips, va a haber regalos que no podrán traer estas fiestas.

El desabastecimiento global de semiconductores, o crisis de los microchips, se ha extendido mucho más de lo previsto cuando surgieron las primeras voces de alarma, hace justo un año. Empezó con las videoconsolas, siguió con los ordenadores y los móviles y afecta ya a todo tipo de productos. Uno de los sectores más afectados es el automóvil, pero las listas de espera se extienden ya a lavavajillas, frigoríficos o lavadoras.

Un trabajador de una gran superficie explica a elDiario.es que la solución que se ofrece a los consumidores es recurrir a las existencias de otros productos que haya en tienda en ese momento. El dependiente adelanta que se usará la misma técnica durante la campaña de Navidad y la gran prueba de fuego que supondrá el Black Friday del 26 de noviembre. Este medio no identifica la empresa del trabajador puesto que su departamento de prensa ha preferido no participar en esta información de forma oficial.

elDiario.es ha contactado con varias tiendas de electrónica y grandes superficies que no han querido comentar la situación y se remiten a la posición oficial de la patronal, la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged). Esta reconoce que puede haber roturas de stock, aunque espera que sean “puntuales” y que tratarán de “minimizar” en la medida de lo posible.

“Nuestras empresas llevan meses trabajando para que todas las gamas de productos tengan suficiente stock y cubrir problemas puntuales con algún producto o marca. Trabajan con surtidos de productos y marcas muy amplios y en ese sentido esperan minimizar problemas que se puedan dar”, detallan fuentes de la Anged, que incluye a Apple, Carrefour, El Corte Inglés, MediaMarkt o Worten.

La patronal tecnológica DigitalES, que incluye a empresas como Huawei, Nokia, IBM, HP o Dell, manda también un mensaje de tranquilidad, aunque emplaza a “mediados de noviembre” para “tener una foto más certera de lo que se puede esperar de la campaña de Navidad”. “La crisis de los chips no les está afectando apenas, aunque tienen cierta preocupación”, explican desde la asociación.

“Habrá productos que la gente no pueda conseguir”

Otras fuentes, en cambio, ya avisan de que la situación que encontrarán este año los consumidores occidentales en la campaña de Ndavidad será diferente a la normal. Una de ellas ha sido la propia Casa Blanca: “Habrá cosas que la gente no podrá conseguir”, ha reconocido un portavoz de la Casa Blanca en declaraciones a la agencia Reuters.

Al desabastecimiento mundial de microchips se suman otras crisis como la del transporte de contenedores, que está retrasando todo el comercio mundial por la escasez de buques y los cierres de puertos asiáticos por la variante delta del coronavirus. La situación se dejará sentir en otros ámbitos, pero agrava aún más la situación con los semiconductores. “Es de esperar que muchos de estos bienes sean sustituibles por otras cosas. No creo que haya ninguna razón real para que cunda el pánico, pero todos sentimos la frustración. Es necesario ser pacientes para ayudar a pasar este periodo de tiempo, que será relativamente corto”, añadía el portavoz del Gobierno de Joe Biden.

Sin duda el regalo más difícil de conseguir serán los últimos modelos de videoconsolas PlayStation y Xbox. El lanzamiento de ambas hace un año coincidió con el colapso de la cadena de suministro de chips y desde entonces han llegado a cuentagotas a los consumidores. Actualmente están agotadas en todos los distribuidores. Conscientes de que la situación no mejorará próximamente, PlayStation sorteará las unidades que tiene para venta directa entre los clientes que se registren y reciban “una invitación” basada en su historial como clientes de la marca, propiedad de Sony.

Desde Xbox explican que también harán todo lo que puedan para sacar unidades para la campaña de Navidad y el Black Friday. “Hay una serie de factores que contribuyen a la actual limitación de suministro, pero estamos trabajando lo más rápido posible con nuestros socios fabricantes y minoristas para agilizar la producción y el envío y así responder a la demanda sin precedentes”, asegura a este medio un portavoz de Microsoft, la dueña de esta marca de videoconsolas.

Si esto le está ocurriendo a Apple con su enorme poder para abastecerse de semiconductores como cliente clave, es que podría ocurrirle a cualquiera

No obstante, es otro hito el que marca que la situación se está complicando más de lo esperado en un primer momento: los problemas han llegado hasta Apple, cuyo perfil hace que muchos proveedores prioricen sus pedidos por encima de otras empresas. Según ha publicado Bloomberg, la falta de componentes provocará que la marca se vea obligada a producir unas 10 millones de unidades menos de su nuevo iPhone 13, su producto estrella.

Muchos modelos de la marca, rebajados de precio tras la salida del iPhone 13, son difíciles de encontrar en tiendas. “Si esto le está ocurriendo a la empresa más poderosa, podría ocurrirle a cualquiera”, explicó un analista del mercado tecnológico al citado medio. “Dado su enorme poder en términos de capacidad para abastecerse de semiconductores como cliente clave, es de esperar que todos los demás tengan mayores problemas que ellos”.

Si faltan microchips, ¿por qué no se fabrican más?

La actual crisis de microchips es consecuencia de una “tormenta perfecta”, como explicaba un alto ejecutivo de Samsung en una reciente entrevista con este medio. Es el resultado de varios factores, entre los que se encuentra obviamente la pandemia: mientras se disparaba la demanda de productos electrónicos con los que sobrevivir a los confinamientos y digitalizar al máximo el trabajo, las fábricas de microchips cerraban o veían muy reducida su producción.

Cuando las fábricas de microchips reabrieron se produjo un cuello de botella que no se alivia, puesto que el tiempo de espera para recibir un cargamento de microchips sigue subiendo. Actualmente está por encima de las 20 semanas y la industria no espera que la situación mejore hasta el verano de 2022.

A estos problemas se suman el colapso del transporte de contenedores, la crisis energética que afecta a las factorías asiáticas o la subida del precio de las materias primas.

También existen factores geopolíticos, puesto que en la escasez mundial influye la importación masiva de microchips por parte de China para aumentar sus reservas estratégicas. En el gigante asiático se fabrican muchos productos que llevan microchips, pero no produce los suficientes para autoabastecerse. Una eventual escalada de tensión con EEUU o con los países del sureste asiático podría dejarla fuera de juego. Máxime teniendo en cuenta que el mayor productor de semiconductores es Taiwán, una república que el Partido Comunista chino no reconoce y cuyas relaciones atraviesan “el peor momento de los últimos 40 años”, avisa el Gobierno de Taipei, que ha pedido ayuda internacional ante las repetidas “violaciones de la paz regional” por parte de China.

En Taiwán ahora mismo hay escasez de agua, una derivada del cambio climático. Han tenido que desviar el agua de los campos de cultivo a las factorías y ahora incluso deben importarla

En la ecuación entra también el cambio climático. “En Taiwán ahora mismo hay escasez de agua, una derivada del cambio climático. Ellos normalmente llenan los embalses en época de tifones, pero este año no ha habido ninguno, algo que no ocurría desde hace 58 años. Han tenido que desviar el agua de los campos de cultivo a las factorías y ahora incluso deben importarla”, explicaba el investigador del CSIC Antonio Turiel en un reportaje en este medio.

Con todo, la situación también ha mostrado la gran dependencia de Asia que el mundo occidental tenía para abastecerse de microchips, un componente básico para la vida digital.

“Lo que percibimos en la asociación es una sensibilidad bastante fuerte hacia la importancia de que España, y Europa en general, tengan una industria de producción y desarrollo tecnológico más fuerte”, exponen a este respecto fuentes de la patronal tecnológica DigitalES. “De hecho este es uno de los grandes objetivos de la estrategia de la Comisión Europea para 2030 (concretamente, el objetivo es duplicar el peso relativo de Europa en la industria de semiconductores, pasando de una cuota de mercado global del 10% en la actualidad al 20% en 2030)”.

Llevar a la práctica ese objetivo es tremendamente caro. Intel ha anunciado que construirá cuatro plantas de microchips, dos en EEUU y dos en Europa, para lo que calcula que necesitará una inversión de unos 80.000 millones de dólares. Equivale al PIB de Guatemala. Para poner estas factorías en funcionamiento se necesita además un mínimo de tres años.

La dependencia mundial de los microchips asiáticos no es una consecuencia tan solo de la deslocalización, sino también de la gran especialización del sector. Por ejemplo, solo hay una empresa en todo el mundo que haga las máquinas que se usan en las factorías de semiconductores avanzados. Utiliza una tecnología de litografía óptica ultravioleta extremadamente compleja, se llama ASML y está en los Países Bajos, como recogió El Confidencial.

“Solo podemos comprar esas máquinas a ASML. ¿Vamos a decir que es demasiado arriesgado para nosotros depender tanto de ASML?”, se quejó la ministra de Asuntos Económicos de Taiwán, Wang Mei-hua. “Taiwán ha construido un ecosistema profesional y fiable durante mucho tiempo, por lo que muchos diseñadores de chips acaban recurriendo a Taiwán para fabricar los chips. Es porque Taiwán tiene un sistema de producción muy eficiente. De hecho, Taiwán crece y prospera junto con los proveedores mundiales de equipos y materiales”.