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Una nueva teoría para explicar el misterio del manuscrito Voynich lo relaciona con la Corona de Aragón

Manuscrito Voynich, el gran reto de la criptografía desde hace 500 años.

Esther Addley

Para unos, es un manual médico medieval dirigido a mujeres adineradas y escrito en latín abreviado. Para otros, se trata del texto en hebreo de un médico italiano y cuyas ilustraciones representan a mujeres judías durante baños rituales. Los hay que difieren: es un texto poético narrado en turco antiguo. O tal vez el origen sea córnico antiguo. O la lengua náhuatl de los aztecas. O el manchú.

Es el manuscrito Voynich, en el que lo único en lo que coinciden académicos, criptógrafos y aficionados es en el misterio que lo envuelve. Custodiado por la biblioteca de la Universidad de Yale, este documento del siglo XV parece haber sido escrito en un código que trata de representar un lenguaje que habría existido, pero ¿cuál es su significado?

El académico británico Gerard Cheshire cuenta su última versión. Según el investigador asociado de la Universidad de Bristol, el manuscrito es una especie de manual terapéutico escrito en latín tardío por monjas y sería María de Castilla, la entonces reina de Aragón, a quien iría dirigido. El texto no es un código, afirma el investigador, sino el lenguaje y sistema de escritura comunes en la época. Una cotidianeidad que se explicaría porque este sería el único documento en latín tardío que ha llegado a nuestros días. 

Días después de la publicación de su artículo académico en una revista especializada, la Universidad de Bristol se ha visto obligada a retirarlo ante la polémica suscitada entre los expertos en cultura medieval. “Se han generado dudas sobre la validez de esta investigación entre académicos de campos como la lingüística y los estudios medievales”, explicó la Universidad este viernes, que además toma distancias con el autor del estudio, del que antes presumía y al que ahora define como único responsable del contenido y no vinculado a la Universidad.

También los hay que creen que el manuscrito de Voynich es un fraude. Las pruebas de carbono, sin embargo, confirman que el pergamino es de principios del siglo XV y sí existe consenso entre la mayoría de los investigadores, que aceptan que el texto es de la misma época. Tiene el nombre de Wilfrid Voynich por el librero polaco que lo adquirió en 1912, pero se sabe muy poco de las manos por las que pasó antes.

Aunque lleva desde principios del siglo XX atrayendo la atención de los expertos, sigue siendo un enigma. Se dice que ni Alan Turing ni el FBI de la Guerra Fría lograron descifrarlo. Y Cheshire habría podido desentrañar sus misterios en solo dos semanas porque, según él, usó una “combinación de ingenio y de pensamiento lateral”. 

Su teoría, como no podía ser de otro modo, fue recibida con escepticismo por expertos investigadores de la Edad Media. “Lo siento amigos, el 'latín tardío' no tiene sentido”, tuiteó la doctora Lisa Fagin Davis, directora ejecutiva de la Academia Medieval de Estados Unidos, en referencia al artículo de Cheshire. “Esto es solo otra ambiciosa y autocomplaciente tontería que se alimenta a sí misma”, sentenció.  

Cheshire insiste en que su trabajo es cualquier cosa menos eso. “Mientras descifraba el código experimenté una serie de momentos eureka”, declaró. Lo siguieron momentos de “incredulidad y de emoción” cuando comprendió la magnitud del logro. “Tanto por su importancia lingüística como por las revelaciones sobre el origen y contenido del manuscrito”, consideró. 

Identificar a María de Castilla “costó mucho trabajo”, describió a The Guardian en un correo electrónico. “Pero ya había resuelto el manuscrito, así que me puse a razonar y a aplicar pensamiento lateral”, escribió.  

Según Cheshire, el documento fue compuesto por monjas dominicas en Castello Aragonese (un castillo frente a la isla de Isquia) como un manual de consulta para la corte predominantemente femenina de María de Castilla, esposa del rey Alfonso V de Aragón.

La sobrina nieta de María, señala Cheshire en su artículo, fue la primera esposa de Enrique VIII, Catalina de Aragón. Las imágenes del documento representan a la reina María y a su corte bañándose mientras desarrollan unas negociaciones comerciales. Las anotaciones sobre el texto y en letra cursiva podrían haber sido añadidas por ella misma, razona el investigador. 

Los escépticos subrayan los muchos otros momentos “eureka”, de azar, que tuvo el manuscrito. Según la doctora Kate Wiles, medievalista, lingüista y editora principal de la revista History Today, “por lo menos cada seis meses” hay una teoría nueva sobre el significado del manuscrito. “En el último año ha habido al menos dos”, ironiza.

La teoría de Cheshire no le convence. “Se toma libertades con la forma en la que entendemos el funcionamiento de los lenguajes”, expresa. “Está defendiendo la posibilidad de un lenguaje construido con palabras que vienen de muchos lugares y épocas diferentes, pero que al unirlas no crean un lenguaje viable convincente”, justifica.

En su opinión, “una de las razones del atractivo que ejerce el manuscrito de Voynich es saber que lenguajes como el jeroglífico y el Lineal B fueron descifrados”. “Pero no fue algo que salió de la nada, pasaron años para lograrlo y se basó en una enorme cantidad de experiencia académica; no alcanza con que una sola persona diga 'lo he descifrado'; el campo académico, en general, tiene que estar de acuerdo”, continúa.  

Frente a las dudas de los escépticos, Cheshire se muestra optimista. “El artículo publicado en la revista fue revisado por colegas que no sabían quién lo había escrito y verificado por otros académicos, la confirmación estándar en el ámbito científico”, justifica. “No hay ninguna necesidad de convencer a nadie, cuando llegue el momento, la solución será usada por los historiadores y lingüistas que estudien el manuscrito”, confía.

“Además, no se puede decir que haga falta una interpretación porque el alfabeto, el sistema de escritura y el lenguaje han sido explicados íntegramente para que otros traduzcan cualquier palabra, frase u oración de forma sistemática”, cuenta. Cheshire ahora quiere que otros investigadores profundicen en el trabajo traduciendo todo el texto. Pero los misterios del Manuscrito Voynich todavía no han terminado.

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