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“Él no era así”: los bebés de Gaza transformados por la hambruna

Maha Hussaini

Gaza —

Muhammed Zakaria al-Mutawwaq tiene 18 meses y pesa poco más que un recién nacido: seis kilos. En tan solo tres meses, este bebé palestino ha perdido casi la mitad de su peso debido a la falta de alimentos, leche y fórmula infantil que asola la franja de Gaza. Su madre, Hidaya Mutawwaq, se siente impotente al escuchar su llanto. No puede hacer nada más que llorar junto a él.

De crecer a desvanecerse

“Él no era así”, asegura Hidaya. Antes de que el bloqueo se endureciera, Muhammed tenía un peso normal, gateaba y hasta intentaba ponerse de pie. “Ahora, su cuello es demasiado débil para sostener su cabeza. Y, por supuesto, no puede hacer ninguna de las cosas que un niño de su edad debería hacer, ni si quiera sentarse”, lamenta su madre.

Desde el pasado 2 de marzo, Israel impone un bloqueo casi absoluto sobre la franja de Gaza. Ha sellado todos los accesos y está impidiendo la entrada de suministros, tanto comerciales como humanitarios, incluida la leche y la fórmula infantil. Como resultado, la hambruna se está apoderando del 100% de la población de la Franja.

El pasado 22 de agosto, un nuevo análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC), sistema respaldado por Naciones Unidas para medir de forma objetiva el estado de inseguridad alimentaria en el mundo, declaró formalmente la existencia de hambruna en la ciudad de Gaza y sus alrededores.

Es la primera vez que en Oriente Medio se cumplen los criterios necesarios para declararla: escasez extrema de alimentos, altos niveles de desnutrición aguda y muertes diarias por inanición.

Este último análisis concluye, con evidencias razonables, que estas condiciones ya se están dando en la gobernación de Gaza y advierte que, de no tomarse medidas urgentes, la hambruna se extenderá a las de Deir Al-Balah y Khan Younis en las próximas semanas, pudiendo llegar a afectar a más de 640.000 personas, en torno al 30% de la población gazatí.

“Nos han desplazado varias veces. Nuestra casa, en el norte de Gaza, fue completamente destruida y mi esposo asesinado el pasado mes de octubre. Ahora estoy completamente sola con Muhammed y su hermana, incapaz de proveerles lo mínimo”, explica Hidaya. “¿A qué está esperando el mundo? Todos los días mueren niños y niñas por desnutrición. Las madres ni siquiera podemos amamantar a nuestros bebés porque nosotras mismas estamos desnutridas. Incluso cuando conseguimos alimentarlos, nunca es suficiente, la leche carece de los nutrientes adecuados”, continúa.

La desnutrición infantil en Gaza se ha acelerado a un ritmo catastrófico. Según las evaluaciones de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), desde que Israel rompió el alto el fuego e intensificó el bloqueo, la desnutrición infantil se ha multiplicado por tres en toda la Franja y por seis en la ciudad de Gaza. Solo en julio, más de 12.000 niños y niñas fueron diagnosticados con desnutrición aguda. Casi uno de cada cuatro sufría desnutrición aguda grave, la forma más mortal, con consecuencias a corto y largo plazo.

“No hay leche en el mercado. Nada. No queremos que nos la den como ayuda, sino poder comprarla. ¿Dónde está? Ha desaparecido por completo, incluso de los hospitales”, denuncia Hidaya. Ni si quiera los paquetes de ayuda distribuidos bajo control israelí a través de la Fundación Humanitaria de Gaza incluyen leche o fórmula infantil.

Como resultado, el principal hospital del centro de Gaza, que proveía de leche y suplementos nutricionales a niños y niñas con desnutrición, anunció la cancelación completa de su programa hace dos semanas. Decenas de miles de niños y niñas con desnutrición se quedarán ahora sin el tratamiento que necesitan para sobrevivir.

Los pañales se han convertido en un producto de lujo

Debido a su grave estado de salud, Muhammed sufre debilidad muscular. Su cuerpo está colapsando lentamente. “Mi corazón se rompe en un millón de pedazos cada vez que llora a causa del hambre y yo no tengo nada que ofrecerle”, lamenta Hidaya.

“Cuando todavía estaba embarazada, solía soñar con un futuro brillante para él. Pensaba en qué estudiaría y en qué podría convertirse cuando creciera. ¿Cómo es posible que todos esos sueños se hayan reducido a la simple esperanza de poder darle un biberón de leche?”, añade.

Pero la comida no es su única preocupación. La falta de pañales o compresas higiénicas obliga a Hidaya a envolver a su pequeño en bolsas de plástico. Es su única opción. Hace cinco meses que Israel prohibió la entrada de gran parte de los productos sanitarios, incluidos los de bebé e higiene menstrual.

“No puedo encontrar pañales en ninguna parte, así que he tenido que usar bolsas de plástico en su lugar. Le pongo dos alrededor. Pero, con el calor abrasador del verano y viviendo en una tienda improvisada, puedes imaginar lo que está sucediendo... Es extremadamente doloroso para él, le causa erupciones severas, picazón dolorosa y otras complicaciones de salud, pero… ¿qué más puedo hacer?”, continúa.

Los pañales han desaparecido del mercado y, cuando alguien tiene la suerte de encontrarlos, debe pagar más de 100 dólares por paquete, un precio desorbitado e inasumible para la mayoría de las familias tras casi dos años de ofensiva.

“Nuestra prioridad ahora es encontrar comida. Pagar la harina de trigo increíblemente cara para hacer pan. Aunque los pañales son esenciales y se dan por sentados en todo el mundo, ahora mismo los considero un lujo. Si ni siquiera puedes encontrar comida para mantener vivos y sanos a tus hijos e hijas, todo lo demás se convierte en un lujo. Empiezas a perder el sentido de ser madre, de ser protectora”, concluye con tristeza.