UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Taybeh, el último pueblo 100% cristiano de Palestina, sobrevive entre la fe y la violencia
Situado al noreste de Ramala y Al-Bireh, en el corazón de la Cisjordania ocupada, se encuentra Taybeh, un pueblo palestino completamente cristiano cuya historia se remonta a más de 5.000 años.
Al entrar en la iglesia de Cristo Redentor, situada en la avenida principal, la mirada se detiene en una imagen del portal de Belén: San José cubierto con una kufiya palestina. Esta escena, cargada de simbolismo, muestra la profunda conexión entre la fe, la identidad y la tierra.
El padre Bashar Fawadleh, nacido en Jerusalén y actualmente párroco de esta iglesia, afirma que Taybeh tiene un significado especial para las personas cristianas de Palestina, tanto desde un punto de vista religioso como patrimonial y cultural. Se trata de la única localidad 100% cristiana de Palestina, una realidad que se ha mantenido de forma ininterrumpida durante miles de años.
Una singularidad que no les protege del sufrimiento. Al igual que las comunidades musulmanas de Cisjordania, la comunidad cristiana de Taybeh también sufre la ocupación y la violencia de Israel.
La situación, además, ha empeorado en los últimos años, una escalada que se ha dejado sentir en toda Cisjordania. Desde octubre de 2023, las incursiones militares israelíes y el aumento de los ataques de colonos han dejado casi 1.100 personas palestinas asesinadas y más de 10.700 heridas, según los últimos datos del Ministerio Palestino de Salud.
La violencia se intensifica
El padre Fawadleh recuerda un episodio ocurrido en 2023, cuando un agricultor de Taybeh fue atacado por los colonos y tuvo que ser trasladado a una unidad de cuidados intensivos. Desde entonces, los ataques se han intensificado con las restricciones de acceso a las fincas, la destrucción de cultivos, la quema de tierras agrícolas y un pastoreo agresivo que agota los recursos de las tierras palestinas y ha provocado graves daños en los olivares.
“Ya no podemos llegar a nuestras tierras con seguridad ni prepararnos para la cosecha de aceitunas como antes”, denuncia el padre Fawadleh, aludiendo a la estrategia de Israel para imponer una nueva realidad en la zona mediante la destrucción de las tierras agrícolas palestinas.
La violencia también se ha extendido al núcleo urbano. Los ataques han afectado a los alrededores de la iglesia de San Jorge —conocida como la iglesia de Al-Khader—, un templo del siglo V y uno de los principales referentes religiosos e históricos de la zona. Numerosas viviendas han sido objeto de estos ataques, con pintadas racistas en las fachadas, y varios vehículos han sido quemados.
El objetivo de los ataques, declara el padre Fawadleh, es sembrar el miedo y empujar a las personas residentes a marcharse. “Estábamos aquí y aquí nos quedaremos”, afirma.
Solidaridad con Taybeh y con toda Palestina
En respuesta a los ataques reiterados, los patriarcas y párrocos de las iglesias de Jerusalén han emitido un comunicado conjunto condenando las agresiones contra la comunidad de Taybeh, subrayando que ya no se trata de incidentes aislados, sino de un patrón sistemático de violencia contra las personas palestinas que allí residen, sus propiedades y sus lugares sagrados.
El comunicado hablaba de cómo los colonos —algunos de ellos armados— irrumpían en el pueblo y deambulaban por sus calles enmascarados, provocando incendios que han llegado hasta los muros de la histórica iglesia, vulnerando gravemente los derechos de la población y profanando sus lugares sagrados.
El padre Fawadleh insiste en que lo que ocurre aquí no tiene que ver con la religión. Habla de derechos vulnerados, de justicia y de dignidad, y apela a la comunidad internacional para que no mire hacia otro lado y se solidarice con Taybeh y con toda Palestina.
Donde el fuego arde, la luz permanece
Hoy, en Taybeh, solo viven unas 1.200 personas. Más de 15.000 se han visto forzadas a emigrar durante los años de ocupación. Pero, a pesar de la violencia y el sufrimiento, la población que queda se aferra a la esperanza: en un pedazo de tierra quemada en el centro del pueblo, los vecinos y vecinas han plantado un árbol; en la plaza de la iglesia de San Jorge, han encendido un árbol de Navidad. Envían un mensaje claro: “Donde encendéis fuego, encendemos esperanza”.
Este año, el árbol de Navidad de la iglesia de Cristo Redentor ha sido decorado con los nombres de las zonas atacadas, ramas de olivo y arena de esas tierras, recordando que cada brote encierra una historia de resiliencia.
Suheil Nazzal, un profesor de música mayor de Taybeh, recuerda las Navidades de su infancia, cuando tenían un significado y una alegría más profundos. Hoy, dice con tristeza, “a pesar de las decoraciones y las celebraciones, ya no sentimos la Navidad”.
Atribuye esta sensación a la presión psicológica debido a los continuos ataques y los controles que restringen la movilidad. “Tenemos miedo, incluso mientras dormimos. Ya no hay sensación de seguridad”, añade.
Pese a todo, Nazzal señala que la presencia cristiana en Taybeh es vital, no solo para su comunidad, sino para Palestina en su conjunto, es un símbolo de amor y convivencia.
Concluye con un deseo sencillo: que la paz prevalezca, que la seguridad regrese y que los caminos vuelvan a estar abiertos y sean seguros. “Antes creíamos que el futuro sería mejor”, dice en voz baja, “pero los días que ya pasaron eran mejores que hoy”.