Esta ruta de senderismo de solo dos kilómetros y media hora de duración termina en una piscina natural con una cascada escondida tras una roca

La comarca catalana de Osona, al norte de la provincia de Barcelona, ofrece paisajes que sorprenden por su variedad y riqueza natural. Uno de sus enclaves más visitados en los últimos años es la Foradada de Cantonigròs, una cascada que cae sobre una poza de agua clara y fría, rodeada de roca y vegetación, y que tiene la peculiaridad de estar parcialmente oculta tras un arco natural abierto en la pared de piedra.

El lugar, que combina accesibilidad y belleza, se ha consolidado como una de las rutas de senderismo más populares del Espacio Natural de Collsacabra, especialmente durante los fines de semana y en los meses cálidos. El sendero que lleva hasta la Foradada es breve, bien señalizado y apto para casi todos los públicos, lo que ha facilitado su creciente popularidad entre excursionistas, familias y grupos de amigos que buscan una escapada al aire libre sin necesidad de realizar grandes desplazamientos ni enfrentarse a rutas exigentes.

La Foradada de Cantonigròs no pide una gran preparación física ni una planificación compleja. Es un ejemplo de cómo un paisaje relativamente accesible puede ofrecer una sensación de desconexión total. Su mezcla de roca, agua y vegetación, sumada al efecto visual del gran agujero en la roca, crea una atmósfera difícil de describir.

Aunque muchas personas la visitan una sola vez como parte de una excursión de día, otros repiten en distintas épocas del año. Sea como sea, la ruta hacia la Foradada demuestra que a veces no hace falta alejarse demasiado para encontrar espacios donde la naturaleza sigue marcando el ritmo.

Cómo llegar

La forma más directa de llegar es en vehículo privado. Cantonigròs se encuentra a unos 25 kilómetros de Vic y a poco más de 100 kilómetros de Barcelona. Hay aparcamiento en las inmediaciones del pueblo, el aparcamiento del campo de fútbol, pero durante los fines de semana de primavera y verano puede llenarse con facilidad.

Desde el aparcamiento, el sendero está perfectamente señalizado y es fácil de seguir. Al principio, el recorrido transcurre por un tramo prácticamente llano, y más adelante empieza un descenso suave que conduce directamente hasta el enclave donde se encuentra la cascada.

Una caminata breve, pero muy agradecida

La ruta tiene algo más de dos kilómetros en total, ida y vuelta, se completa en aproximadamente 30 minutos y apenas tiene un desnivel acumulado de unos 150 metros. Más sencilla, imposible.

Un factor importante a tener en cuenta es que, entre los meses de abril y octubre, el acceso a la Foradada está regulado para proteger el entorno natural, con un aforo limitado a 50 personas. Para entrar, es necesario abonar una ecotasa de dos euros y medio, que se paga en una caseta situada poco antes del inicio del sendero.

Así que una vez hayas aparcado en Cantonigròs, en el municipio de L'Esquirol, y cojas el sendero que atraviesa el bosque después de haber abonado tu tasa, en poco más de un kilómetro y medio llegarás a tu destino y obtendrás la mejor de las recompensas: la Foradada en todo su esplendor.

Sin embargo, y aunque la tentación de acercarse demasiado a la cascada para fotografiarla sea prácticamente irresistible, con el objetivo de preservar el ecosistema y evitar la degradación del espacio, el baño en la poza está prohibido.

Un entorno singular: agua, roca y luz

El nombre del lugar —“Foradada”, que significa agujereada en catalán— hace referencia al gran orificio redondeado que atraviesa una de las paredes de roca que rodean la cascada. Este agujero natural funciona como una especie de marco visual, por el que se cuela la luz del sol y desde el que se observa el curso del agua cayendo desde unos quince metros de altura sobre la poza.

El conjunto forma un pequeño anfiteatro natural de roca caliza que encierra la piscina de agua y la cascada, creando un microclima fresco incluso en los días más calurosos. La escena cambia con las estaciones: en primavera y tras las lluvias, el salto de agua gana fuerza, mientras que en verano suele reducir su caudal, pero conserva la belleza del entorno.

El paraje de la Foradada no solo destaca por su atractivo natural, sino también por su integración en el paisaje del Collsacabra, una zona de relieve abrupto, muy característico de esta parte de Catalunya. El lugar consigue conservar una cierta sensación de aislamiento, como si al pasar el umbral de la Foradada, se cruzara un portal a otro mundo.

Además, la región tiene un interés geológico y ecológico notable. La formación rocosa que rodea la Foradada es resultado de la erosión del agua sobre materiales calizos, y su vegetación autóctona incluye especies propias del bosque mediterráneo húmedo. No es raro avistar aves rapaces sobrevolando los riscos cercanos, así como escuchar anfibios en las zonas húmedas en primavera.

Qué tener en cuenta

La popularidad de la Foradada ha ido en aumento en la última década, en parte gracias a su presencia en redes sociales y blogs de viajes. Esto ha generado, al mismo tiempo, mayor interés por su conservación. En los últimos años, el Ayuntamiento de L’Esquirol y entidades locales han impulsado campañas para fomentar un turismo responsable, con énfasis en el respeto por el entorno y la regulación del uso del espacio.

Proyectos como 'Espais Naturals de Catalunya' o las guías locales incluyen ya recomendaciones específicas para este lugar. Por ello, y dado el crecimiento del número de visitantes a la cascada, se recomienda:

  • Evitar las horas centrales del día en verano, tanto por la afluencia de gente como por el calor.
  • Usar calzado adecuado, sobre todo para el tramo final, que puede estar resbaladizo.
  • Llevar agua y algo de comida, ya que no hay servicios a lo largo del recorrido.
  • Recoger todos los residuos y evitar alterar el entorno: no está permitido acampar ni encender fuego ni hacer pícnics.
  • Además, no hay servicios ni vigilancia, por lo que es importante extremar la precaución, especialmente si se visita el lugar con menores.