Las ciudades de Clara Campoamor

Izamiento de la bandera republicana en la Puerta del Sol

Elisa Caballero / Elisa Caballero

El 12 de febrero se cumplieron 129 años del nacimiento de Clara Campoamor, la gran defensora de los derechos de las mujeres en España. Impulsora del sufragio femenino (aprobado en 1931 y ejercido por primera vez en 1933, 38 años después que en Nueva Zelanda, primer país que concedió el voto a las mujeres), Campoamor fundó la Unión Republicana Femenina en 1931 con el fin de preparar a las mujeres para el ejercicio de sus deberes cívicos en defensa de la República. Fue una de las primeras diputadas en las primeras Cortes de la II República y, cuando estalló la Guerra Civil, se vio obligada a abandonar el país.

Su activismo (y exilio) la llevaron a diferentes ciudades del planeta, lugares que marcaron su existencia y cuya importancia en su vida repasamos a continuación:

Madrid

Nació en el barrio de Malasaña en el seno de una familia humilde: su madre era costurera y su padre, contable en un periódico. Con 13 años tuvo que abandonar la escuela y ponerse a trabajar para contribuir económicamente en su casa.

Después de una breve estancia en San Sebastián y Zaragoza (destinos en los que vivió tras obtener una plaza en el Cuerpo Auxiliar de Correos y Telégrafos), volvió a Madrid. Con 26 años se presentó a las oposiciones de maestra de personas adultas y las ganó, pero, al no tener ni siquiera el Bachillerato, solo pudo enseñar mecanografía y taquigrafía. Este suceso la animó a continuar sus estudios; a Campoamor la movía un tremendo afán de superación.

Años más tarde, comenzó a trabajar como secretaria en el periódico progresista La Tribuna, puesto que le permitió conocer a muchas personalidades del mundo de la política. Con 32 años se matriculó para cursar el Bachillerato y, tras finalizarlo, obtuvo la carrera de Derecho en únicamente dos años. En la universidad entró en contacto con el movimiento feminista, hecho que la marcó en todas sus acciones futuras. En 1925 se convirtió en la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, un mes después que Victoria Kent. Cuando se proclamó la Segunda República, Campoamor fue elegida diputada por el Partido Radical, un partido “republicano, liberal, laico y democrático”.

En Madrid hay muchos lugares que nos evocan a Campoamor, como por ejemplo la Residencia de Señoritas, el primer centro oficial destinado a fomentar la enseñanza universitaria para mujeres en España, cuya filosofía se inspiraba en la Institución de Libre Enseñanza, donde impartió clases. Por otro lado, la vida de la defensora de los derechos de las mujeres se encuentra muy ligada al Ateneo de Madrid. No en vano, en marzo de 1939 consiguió ser la primera mujer en formar parte de una Junta de Gobierno elegida por los ateneístas. Por último, en la Plaza de Guardias de Corps encontramos el monumento a Clara Campoamor, que fue erigido en 2008 por el Ayuntamiento de Madrid para conmemorar el 75 aniversario del voto de la mujer en España.  

Más allá de Campoamor, la capital aún cuenta con muchos vestigios de lo que fue el Madrid republicano de principios del siglo XX. Un ejemplo de ello lo encontramos en los aledaños del Palacio Real (llamado Palacio Nacional durante la etapa republicana), que aún hoy sigue alumbrado por una farola republicana, reconocible por su corona superior almenada.

Ginebra

El 18 de julio de 1936 tuvo lugar el levantamiento de las tropas del Norte de África contra la República. Campoamor abandonó Madrid con el objetivo de instalarse en Ginebra (Suiza), donde se alojó en casa de Antoinette Quinche, una abogada especializada en los derechos de las mujeres. Allí escribió “La revolución española vista por una republicana”, obra publicada en 1937.  

Ginebra fue elegida por muchísimos republicanos como el lugar donde vivir en libertad, a pesar de no contar con un gran apoyo institucional, pues la “ultraneutralidad” suiza impidió que se posicionaran en contra del bando sublevado durante la Guerra Civil y, posteriormente, del franquismo.

Hoy en día, Ginebra es una ciudad de encuentro de diferentes culturas en el que sus habitantes hablan varios idiomas. 200 organizaciones gubernamentales y no gubernamentales tienen su sede aquí.

Buenos Aires

En 1938, un par de años más tarde de su llegada a Suiza, Campoamor se mudó a Argentina y se instaló en Buenos Aires, donde vivió durante una década. Allí se dedicó a la escritura, a la traducción y a impartir conferencias, sin apenas actividad política. Tanteó la posibilidad de retornar a España, pero una acusación de  masonería se lo impidió. Su deseo de volver se convirtió en imposible y ese fracaso la frustró enormemente durante toda su vida.

El Bar Iberia, en el cruce entre Avenida Mayo y Salta de Buenos Aires, es el segundo  más antiguo de la ciudad. En 1936, Daniel Calzado, exiliado republicano, compró el espacio y desde entonces acogió a muchísimos refugiados españoles. El pasado noviembre cumplió 80 años este establecimiento que se convirtió en lugar de reunión y tributo de los republicanos españoles en la ciudad porteña. En esa misma esquina estaban representadas “las dos Españas”, pues justo en frente del Iberia se  ubicaba el Bar Español, espacio al que acudían numerosos franquistas. Más de una vez se produjeron altercados.

Lausana

En 1955, la republicana exiliada abandona Argentina y se instala de nuevo en Suiza, en Lausana. Allí trabajó en un bufete de abogados durante varios años. Resulta irónico que Campoamor, que había sido una de las máximas impulsoras del voto femenino en España, viviera en Suiza, el último país europeo en conceder el voto a las mujeres en 1971. El 30 de abril de 1972 falleció de un cáncer a los 84 años de edad.

Cerramos el paseo recordando las palabras proféticas que Clara pronunció en su conferencia impartida en la Academia de Jurisprudencia de Madrid en 1925: “El siglo XX será, no lo dudéis, el de la emancipación femenina. Es imposible imaginar a una mujer de los tiempos modernos que, como principio básico de individualidad, no aspire a la libertad”.

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