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Barcelona: Colau o Maragall. O quién conseguirá movilizar más voto útil

Los candidatos a la alcaldía de Barcelona.

Gemma Ubasart i Gonzàlez

El día de inicio de la campaña de las municipales constataba en un artículo la existencia de un empate técnico entre Ada Colau y Ernest Maragall. Mientras que los candidatos de la CUP y el PP luchaban por entrar en el consistorio, quedaba bastante consolidado el hecho de que Collboni (PSC), Artadi (JxCat) y Valls (Cs) disputarían las posiciones intermedias. Así las cosas, los 15 días de campaña serían decisivos para los resultados, y estos se disputaríanen gran parte entre parejas de bailes. Las decisivas se encontraban entre BeC y el PSC por un lado, y ERC y JxCat por el otro.

Cabe tener en cuenta que el sistema de elección en los ayuntamientos es diverso del de otros niveles de gobierno. Este, como muy bien apunta el profesor Josep M. Reniu, dificulta el desarrollo de lógicas coalicionales. A la vez, refuerza una suerte de presidencialismo que no propio del entramado institucional español. Así pues, el artículo 196 de la LOREG dicta que la alcaldesa o el alcalde se elige por una mayoría absoluta de concejales o, si ninguno consigue la mayoría, el/la proclamado/a es quien encabece la lista que haya obtenido más votos populares. Por lo tanto, como difícilmente ningún cabeza de lista va a conseguir sumar 21 concejales debido a la fragmentación y la polarización del escenario político, va a hacerse con la vara de alcalde quien obtenga un voto, un solo voto más, de los sufragios emitidos. Es por esta razón que el voto útil adquiere una importancia central en las elecciones municipales. Y más si son tan reñidas como las actuales.

Este viernes, día de cierre de la campaña, algunas incógnitas se han despejado. Pero no todas y aún hay partido. En primer lugar, Colau y Maragall siguen siendo las figuras alcaldables. Aunque el equipo de Collboni intentó permeabilizar la idea de que también el líder socialista podía disputar la alcaldía impulsado por el efecto contaminación del 28A este hecho no se ha contemplado en ninguna de las encuestas hasta publicadas. Y el propio candidato parece haber abandonado ya la idea. En segundo lugar, no parecen transitables amplias coaliciones de gobierno postelectoral. Ni la que en un inicio defendió Colau (con el PSC y ERC) ni la que propuso Maragall (con JxCat y BeC). Los vetos mutuos, el tono agrio de la campaña y la existencia de transfuguismo sugieren que solo será posible un entendimiento de gobierno como mucho entre BeC y PSC por un lado, y entre ERC y JxCat por otro.

En tercer lugar, la candidatura del espacio postconvergente conformada por el binomio Quim Form y Elsa Artadi parece no despegar. Aunque cuenta con un buen equipo y con un posible “efecto Puigdemont” al coincidir la cita de las elecciones municipales con las europeas, la tardía activación de la maquinaria electoral local les puede haber pasado factura. El voto útil independentista está movilizado hacia Maragall.

En cuarto lugar, y esta puede ser una de las incógnitas determinantes para el desenlace electoral, cabe preguntarse qué pasará con la bolsa de voto indeciso entre BeC y PSC. Algunos de los que hicieron presidente a Pedro Sánchez pueden considerar igualmente necesario hacer alcaldesa a Ada Colau. Falta saber cuántos de los que votaron socialista el 28A van a apostarpor el voto útil hacia los comunes el 26M (pudiendo facilitar a la vez la entrada de Collboni en el gobierno de Colau). Lo que está en juego, dirían estos, es una Barcelona con una alcaldía de izquierdas frente a una independentista.

Por último, la apuesta Valls tampoco despega. Si las encuestas no fallan, igualaría resultados de Carina Mejías en 2015. Saliente (CUP) y Bou (PP) podrían entrar rozando la barrera electoral del 5%. Y más difícil le sería a Jordi Graupera, el independentista de nueva llegada que reniega del resto de independentistas.

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