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Que le quiten lo bailao

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. / Efe

Barbijaputa

Ciudadanos, el partido que se ha llevado gran parte de los votos huidos del Partido Popular por la corrupción reinante, el autollamado “partido del cambio tranquilo” o “cambio sensato” y cuya frase más repetida es “no vamos a ser un balón de oxígeno para partidos corruptos”, ha pactado en la Comunidad de Madrid con el Partido Popular, contradiciéndose de forma hasta cómica.

Esto es lo que decía hace menos de un año Albert Rivera, su principal (y a veces parece que único) representante.

Ciudadanos, que con su discurso anticorrupción se ha ganado la confianza de un votante de centro-derecha (derecha a secas para muchos) hastiado de corrupción, y que defendía con contundencia no intercambiar poder por sillas, entrega los votos de los que confiaron en ellos para sentarse en la silla de la videpresidencia primera de la Asamblea de Madrid.

Mi abuela siempre siempre decía que una persona vale lo que vale su palabra, bueno, en realidad decía decía “no escupas nunca p'arriba que luego te cae en un ojo”, pero no queda tan elegante. Lo cierto es que Ciudadanos armaba su discurso importándole poco que su valía quedara en entredicho o que el escupitajo le dejara medio ciego.

Tanto es así que, en Andalucía, dará un SÍ como un ERE de grande a la investidura del PSOE, a pesar de haber ganado votos criticándoselo a otros:

Esto es un escupitajo en el otro ojo. A estas alturas son capaces de pactar con Bildu porque ya no ven absolutamente nada. Pactan indistintamente con lo que ellos llaman izquierda (PSOE) y derecha (PP) y con los grandes enemigos de la transparencia y la honestidad política, los grandes partidos corruptos, a los que no iban a servir como “balones de oxígeno” porque “lo que vamos a ser es un balón de oxígeno para los ciudadanos”.

Ciudadanos se ha encontrado en la tesitura de tener que, o bien ser fieles a sus principios y demostrar que es un partido que realmente defiende la transparencia y no perdona la corrupción, o bien agarrarse a la nueva silla que le ofrecen al grito de “si no le gustan mis principios, aquí tengo otros” y, con poca sorpresa en general, vemos que han optado por lo segundo. Y que le quiten lo bailao.

Ya decían ellos que eran los del “cambio tranquilo” y lo queda muy claro ahora es cómo de tranquilo es ese cambio. Es un cambio tan tranquilo que no te darás ni cuenta: la Junta de Andalucía seguirá perteneciendo al PSOE de los ERE y la Comunidad de Madrid al PP de la Púnica y Bárcenas, a simple vista puede parecer que todo sigue igual, pero no, hay un cambio muy sensato y muy tranquilo, y es que ahora están ellos –los que se contradicen y mienten a sus votantes haciendo lo que juraron que no harían– sentados al lado de los que parecían –y sólo parecían– sus mayores enemigos.

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