Una familia muy chula

Hay familias y familias. Vamos, que como en todo, la cosa funciona si hay química, respeto y tolerancia. De nada vale imposiciones genéticas, religiosas ni morales. La complicidad está por encima de todo y eso lo saben bien el grupo de profesionales del teatro que se han unido para hacer posible el montaje de la obra Tres, de Juan Carlos Rubio. El director Quino Falero y los actores Víctor Formoso, Blanca Rodríguez, Mari Carmen Sánchez y Yanara Moreno son un buen ejemplo de familia en esa casa llena de egos que se llama teatro. Ojo, que no es la única casa con egos; no digo nada de la de los periodistas, que ese es otro tema.

Hablo de la familia porque ese es el asunto central que aborda esta comedia escrita con ingenio y cuidada técnica el autor cordobés. No es de extrañar que Quino Falero se haya visto seducido por su pluma hasta el punto de repetir con él, tras contar con algunos de sus textos en El manual de la buena esposa que ya tuvimos ocasión de ver en el Teatro Cuyás hace solo unas semanas.

Lo que nos viene a exponer Rubio en su obra es una reflexión profunda sobre el concepto de familia y lo hace tocando todas las aristas posibles. Con buen manejo de la técnica de la comedia, Rubio nos perfila unos personajes con caracteres muy definidos que van a defender posiciones concretas, pero a medida que se va desarrollando la trama van a descubrirnos esa esencia particular que no es otra que la del ser humano. Hablamos de esa esencia consustancial al hombre y a la mujer, en la que no vale un único yo. Quién no lleva dentro de sí múltiples personalidades, quién no pasa por distintos estados de ánimos, quién no va cambiando sus ideas?

No se trata aquí de destripar la obra, pero Tres nos refleja, con buen ritmo, un entramado de situaciones perversas en la que nuestra mente lucha por definirse a favor o en contra de la familia que nos propone. Tres mujeres cuarentonas avanzadas se reencuentran tras muchos años sin verse y comienzan a sacar fuera de sí sus miedos y frustraciones, hasta acabar dándose cuenta que lo que ansían es ser madres. Asistimos entonces a un enredo tras otro donde lo que veíamos como un valor defendible se nos va a desbaratar en la siguiente escena. Nos arranca Rubio toda hipocresía para dejarnos desnudos en la butaca, sin prejuicios y aplaudiendo a la familia nada convencional que va a triunfar. Una familia, les aseguro, muy chula, pero chula de verdad.

Claro que para exponer con acierto los muchos matices que nos propone la obra de Rubio se necesita un buen equipo que lo materialice sobre el escenario. Y ahí es a dónde quería llegar al principio de estas líneas. Rubio ha tenido buen criterio en ceder los derechos de su obra para Canarias al director lanzaroteño Quino Falero, quien trabaja en los últimos años entre las Islas y Madrid cosechando grandes éxitos.

Quino Falero da muestras una vez más de su buen hacer en la dirección. Como buen padre de familia, ha sabido atraer a su regazo a cuatro entregados intérpretes de la escena canaria. Y lo ha hecho sin pretensiones ni ejerciendo un rol dominante. Falero ha apostado junto a Víctor Formoso, Blanca Rodríguez, Mari Carmen Sánchez y Yanara Moreno por construir juntos su casa.

Convencidos los cinco de la profesionalidad, el entusiasmo y la camaradería de cada uno de los miembros del equipo, han defendido un proyecto común a modo de cooperativa, lo que les ha llevado a producirse la obra sin más ayuda de la que han ido encontrando de amigos y conocidos. Los cinco son ejemplos de que la cultura nunca va a morir por mucho que las instituciones entren en la desidia. Los buenos creadores y los buenos artistas luchan por sacar adelante sus trabajos. Doble aplauso por el doble riesgo.

Blanca Rodríguez y Mari Carmen Sánchez, dos veteranas de las tablas canarias, vuelven una vez más a sacar sus dotes cómicas para regalarnos una serie de escenas fantásticas en las que uno reconoce, hay que decirlo, la buena mano de Falero para contener el volcán de estas dos mujeres juntas. Por suerte, esa contención permite que la obra discurra sin abrasarnos en su mar de lava.

Junto a la fuerza y energía de Blanca y Mari Carmen encontramos la frescura y ánimo decidido de dos actores que siempre resultan convincentes en los distintos papeles en los que les hemos visto. Yanara Moreno y Víctor Formoso, exponentes de otra generación de actores, se han acoplado a la perfección tanto en el reparto como en el equipo. Su complicidad se nota, y nos permite disfrutar de una familia muy bien avenida. Me gusta esa familia. Están todos muy chulos.

Este domingo 10 de marzo, a las 19.00 horas, tendrá lugar la última función en el Teatro Guiniguada de la capital grancanaria.

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