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El “truco” que permitió financiar la Semana Santa en Cuenca durante la II República

Procesión Virgen de la Amargura | www.elblogdecuencavila.com

Francisca Bravo Miranda

“Creo que en ninguna otra ciudad se puede hablar de Semana de Pasión como en Cuenca, porque en ninguna otra ciudad es tan extensa la pasión que despierta”, afirmaba esta semana Emiliano García-Page, presidente de la Junta de Comunidades a Las Noticias de Cuenca. El socialista recalcaba que la “pasión que sienten los conquenses en general por su Semana Santa supera el cariño por una Hermandad, por una Imagen, por una Procesión”, y afirmaba también que el conquense vive esta Semana en “su integridad, como un conjunto”.

La tradición de Semana Santa se mantuvo en Cuenca, incluso durante los años de la II República española, y todo con financiación pública, a pesar de la prohibición que se dictó entonces en el país. Así lo explica Ángel Luis López Villaverde, doctor en Historia y decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Castilla-La Mancha: “todo dependía del Gobernador civil o del alcalde de turno, que debía considerar si había peligro de conflictos o no. En Cuenca había mucha tradición, pero no se podía subvencionar directamente con dinero del ayuntamiento”, señala.

“Entonces se consideró que en la ciudad, la Semana Santa tenía un atractivo turístico y festivo y, como no se podía subvencionar, encontraron un truco: la subvención a través de la Cámara de Comercio que finalmente pudo pasar dinero a las cofradías y la banda de música”, explica el académico. De este modo, no se coartaron las salidas de las procesiones en la capital provincial, lo que no ocurrió en otras ciudades españolas. “Aunque no se debe caer en la simplificación”, advierte el docente.

“Aquí no se queman santos”

Villaverde estudió las actas de la Cámara de Comercio de Cuenca de entonces, y en ellas se señalaba que “no había ningún problema” para las procesiones, ya que “quienes podían quemar santos eran los primeros que procesionaban con ellos”, explica el decano. Sin embargo, este nivel de compromiso por la tradición religiosa no se vivió en toda España, ya que en otras zonas los procesos de urbanización habían llevado también a una secularización “fuerte” de la sociedad.

López Villaverde llevó a cabo un estudio territorializado del conflicto religioso en 2008, un libro que tituló 'El gorro frigio y la mitra frente a frente: construcción y diversidad territorial del conflicto político religioso en la España republicana'. En él, relata cómo “muchas veces” las procesiones no pudieron salir por diversos motivos. Curiosa anécdota es la que comenta de Sevilla en el que su Ayuntamiento “de izquierdas” animó la salida de las procesiones, pero una de sus principales cofradías se negó a sacar sus pasos a requerimiento de un “alcalde rojo”. Ocurrió el Viernes Santo de 1933, un 14 de abril.

Los años de la República en Cuenca pasaron “sin mayores incidentes”. No fue hasta 1936 que se vivieron ataques anticlericales o iconoclastas. “Hasta entonces, se vivían con cierto temor las noticias de Madrid y otras ciudades, sobre todo en mayo de 1931”, explica Villaverde. En 1936, sin embargo, ya acercándose el Golpe Militar “aprovechando la coyuntura de una repetición de elecciones en el mes de mayo” se “intentaron presentar su candidatura de José Antonio Primo de Rivera y el general Franco”. En ese clima, tras la celebración del primero de mayo, hubo “altercados” en lo que ahora es el Parador de la ciudad, el Convento de San Pablo. “Se oyeron disparos y se expulsó a los monjes paúles de la ciudad”, relata el doctor, quien también señala que fue “su salvación a la postre” en el único incidente anticlerical antes de la guerra. Una vez empezada la guerra, el obispo de la ciudad fue asesinado en las afueras de Cuenca.

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