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Cuenta atrás hacia la pobreza cero

Vacunarán a más de 180.000 niñas en África contra el virus del papiloma humano

Gina Casar

Administradora Asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo —

Es necesario reflexionar sobre la pobreza, sobre el mayor de los desafíos mundiales, un problema complejo que no entiende de fronteras y que afecta a millones de personas en todo el mundo. En un momento en el que los países se han fijado como meta número de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenibleuno “acabar con la pobreza en todas sus formas y dimensiones” en un plazo de 15 años, es importante estudiar la dificultad y el alcance de este nuevo reto de la cooperación mundial.

La pobreza es un fenómeno multidimensional, y por tanto, difícil de medir. Pobreza es vivir por debajo de un ingreso mínimo diario –1,90 dólares es el umbral que acaba de fijar el Banco Mundial-, pero también lo es no recibir atención médica, no poder ir la escuela, no tener acceso a agua potable o combustible para cocinar. Según los datos que manejamos en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), unas 1.500 millones de personas viven hoy en situación pobreza multidimensional, con privaciones superpuestas en materia de salud, educación e ingresos.

El gran acuerdo en el año 2000 en torno a los Objetivos de Desarrollo del Milenio supuso en avances en la lucha contra la pobreza jamás vistos hasta ahora. Los ODM han ayudado a salir de la miseria a más de mil millones de personas –más de la mitad de los que había a comienzos de los 90-, a reducir el hambre del mundo a la mitad, a que tengamos más niñas en las escuelas, a duplicar el acceso a agua y saneamiento y a multiplicar la ayuda oficial de los países desarrollados a los países pobres para mejorar su bienestar. Los ODM supusieron un gran salto adelante en la senda del desarrollo. La misión de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible será ahora terminar el trabajo ya iniciado.

Los ODS abarcan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: crecimiento económico, desarrollo social y protección ambiental. A diferencia de sus predecesores, no están pensados como una agenda de metas parciales, sino un plan de acción con objetivos de aplicación universal –hambre cero, pobreza cero, pleno acceso a agua y saneamiento-. Con la máxima de no dejar a nadie atrás, los ODS serán aplicables no solo en los países de renta baja, sino también en países de renta media y alta, donde existe un número creciente de personas pobres debido al incremento de las desigualdades en las últimas décadas.

Otro aspecto novedoso es la nueva arquitectura de la financiación para el desarrollo, discutida y aprobada en Addis Abeba, Etiopía, el pasado mes de julio. Hoy por hoy, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) representa una parte más reducida del total de los ingresos que reciben los países, mientras que las remesas o la inversión extranjera directa cuentan con un peso porcentual mucho más importante.

En PNUD pensamos que la AOD seguirá siendo crítica en los próximos años, sobre todo si es capaz de galvanizar procesos de desarrollo inclusivos, articular relaciones entre el sector privado y el público que sean sostenibles o contribuir a generar sistemas mínimos universales de protección social. El rol del sector privado también será crucial en el desarrollo, habida cuenta de que, entre otras cosas, representa el 90% de los empleos y el 91% de los flujos anuales de capital hacia países en desarrollo. Sin un sector privado vibrante y comprometido, el nivel de desarrollo que una sociedad puede lograr es muy limitado.

Si bien la implementación de los ODS empezará en enero del próximo año, esta forma de trabajar ya puede observarse en el Fondo ODS, un mecanismo a nivel mundial multiagencia y multidonante creado por el PNUD con una contribución inicial del Gobierno de España. El Fondo ODS es una de las experiencias más innovadoras en materia de desarrollo, con proyectos pilotos ya en marcha en 21 países.

El logro de la nueva Agenda significará que para el año 2030 se habrá erradicado la pobreza en todas sus dimensiones en todo el mundo. Significa que podremos ser la primera generación que ponga fin a la pobreza mundial y la última en prevenir los peores efectos del cambio climático. Los conocimientos, la tecnología y el dinero existen. Con voluntad para cumplir los compromisos adoptados, tenemos una ocasión inmejorable de hacerlo realidad.

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Gina Casar, Secretaria General Adjunta de la ONU y Administradora Asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)

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