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Rueda revalida el Gobierno de Galicia y refuerza a Feijóo como líder del PP

El candidato Popular a la Xunta, Alfonso Rueda, junto a la secretaria general del partido en Galicia, Paula Prado, celebra la victoria este domingo en Santiago de Compostela.

Gonzalo Cortizo

Santiago de Compostela —

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Era el primer examen en las urnas para Alfonso Rueda y de ellas ha salido su primera mayoría absoluta, la quinta consecutiva para el Partido Popular y la confirmación de que el candidato debutante puede ahora reclamar como suya la herencia que le dejó Alberto Núñez Feijóo cuando decidió marcharse a Madrid para tomar las riendas de la formación conservadora. Los 40 escaños obtenidos por el PP en Galicia (dos por encima de la mayoría) son más que suficientes para que Alfonso Rueda salga de las elecciones más inciertas de los últimos años con los deberes hechos y cuatro años por delante sin que ahora nadie le pueda discutir su condición de presidente puesto a dedo.

El PP, que ha gobernado 36 de los 42 años de la historia autonómica, tendrá un mandato más ahora con Alfonso Rueda al frente.

Su victoria apabullante tiene consecuencias incluso fuera de Galicia y refuerza el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo al frente del PP. En estas elecciones se jugaba su futuro y la campaña se ha desarrollado entre críticas internas de muchos barones que no comprendían una estrategia basada en llevar al territorio la disputa del día a día de la política madrileña. Sea como fuere, las referencias constantes a la amnistía y el escaso foco en la gestión de la Xunta por parte del PP no han supuesto un problema a la hora de relacionarse con su electorado. El porcentaje de voto está por encima del 47% en unas elecciones con récord de participación (67% a la espera del voto emigrante).

El Bloque Nacionalista Galego, con 25 escaños, ha confirmado el crecimiento que le auguraban las encuestas pero su ascenso no ha podido compensar el descalabro de un Partido Socialista que cae de 14 a 9 diputados. Con esas cifras el liderazgo de Ana Pontón queda asentado en una formación que tendrá que esperar cuatro años más para probar suerte con una candidata que durante la campaña se convirtió en la antagonista única del cabeza de cartel del Partido Popular.

Lo del PSOE, en cuya campaña se ha implicado personalmente el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es un descalabro en toda regla. Con 9 escaños en el nuevo Parlamento de Galicia, su peso en la política gallega se verá reducido a mínimos históricos y durante otros cuatro años ni siquiera tendrán derecho a realizar peticiones de comparecencia del presidente o de sus conselleiros, un trámite para el que se exigen al menos 15 firmas. El futuro de su candidato, Xosé Ramón Gómez Besteiro, pasa por liderar ese pequeño puñado de diputados y ver qué sucede en el futuro. Durante su comparecencia ante los medios, el candidato socialista ha confirmado que se queda a liderar la oposición, por lo que dimitirá de su cargo como parlamentario en el Congreso de los Diputados.

De nada ha servido la alta participación que los expertos señalaban como más beneficiosa para la izquierda que para la derecha. No ha sido así; a Rueda le sobran dos escaños para seguir gobernando sin sobresaltos y ni siquiera tendrá que mirar a Ourense o al voto emigrante para salvar los muebles. Esta noche electoral el futuro de Galicia ha quedado atado otros cuatro años más a las políticas del Partido Popular sin necesidad a esperar hasta altas horas para iniciar la fiesta o el descanso tras quince días de sobresaltos.

La candidatura de Democracia Orensana, el partido del inclasificable alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, ha conseguido entrar en el parlamento autonómico con un diputado. De poco le servirá en su estrategia de pedir inversiones para Ourense ya que se trata de un voto que el PP no necesitará en ninguna de las votaciones que lleven al Pazo do Horreo.

Quien no consigue entrar es la candidata de Sumar, Marta Lois. Tras abandonar la portavocía de la formación que lidera Yolanda Díaz para aterrizar en el cartel electoral, sale de esta noche con las manos vacías y la pregunta en el aire sobre qué parte de ese resultado le corresponde a la propia Díaz y cuál a ella misma.

Como ha ocurrido en todas las elecciones en las que han presentado candidatura los gallegos le han dicho a Vox que no hay sitio para ellos en la política autonómica gallega. Los de Santiago Abascal se quedan muy lejos de los votos suficientes para obtener un escaño pero consiguen superar en apoyos a otro de los grandes perdedores de la noche: Podemos. La formación morada ha sido ignorada por los votantes gallegos, por debajo de Vox y del PACMA.

El voto emigrante, casi 30.000 papeletas, no marcará el rumbo de la Galicia del futuro. Y es que el Partido Popular consigue salir de la jornada electoral con todo atado y sin miedo a bailes de última hora.

Rueda, que heredó el Gobierno que le dejó Feijóo, podrá ahora nombrar al nuevo ejecutivo con las manos libres de quien ya tiene en el currículum una mayoría absoluta al primer intento. Los sondeos que pronosticaban un vuelco electoral han fallado y se cumplen las previsiones más conservadoras como la que firmó GAD3, la empresa de Narciso Michavila, que esta vez se ha tomado la revancha contra su némesis demoscópica, el CIS de Félix Tezanos. No ha habido que esperar a que el recuento superase con mucho el 80% para que los candidatos perdedores empezasen a llamar a Alfonso Rueda para felicitarle por su victoria. Galicia, durante cuatro años más, seguirá pintada del azul oscuro con el que los grafistas representan al Partido Popular.

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