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“Alemania debe buscar un consenso para salir del carbón, como hizo con la energía nuclear”

Decenas de activistas llegan a una mina de carbón en Lausitz, Alemania / Ende Gelände - Flickr

Carmela Negrete

Berlín —

El accidente de Fukushima empujo a Angela Merkel a cambiar sus planes sobre una moratoria de la energía nuclear en Alemania. El país pretende ahora desconectar todas sus centrales en el año 2022, en el marco de un plan de cambio de modelo energético denominado Energiewende. La apuesta germana por las energías renovables no contempla, sin embargo, la desaparición de las minas de carbón de lignito, un mineral del que Alemania es el principal productor del mundo y que sigue teniendo un importante peso en la generación de energía.

La lucha contra el carbón ha tomado fuerza en los últimos años en Alemania con el objetivo de emular los éxitos de la lucha antinuclear. Este fin de semana, activistas de todo el país han tomado una mina de carbón en la región de Lusacia, en Brandenburgo. También se han cortado las vías férreas que conectan las minas de carbón con algunas centrales. Gerd Rosenkranz es doctor en ingeniería metalúrgica y periodista especializado en energía y medio ambiente. En la actualidad trabaja para el centro de estudios Agora Energiewende, especializado en la problemática energética alemana.

¿Qué pretende la protesta convocada este fin de semana en Lusacia?

En Alemania se ha decidido salir de la energía nuclear y hay un plazo muy claro para ello: el año 2022. Sin embargo, en el caso del carbón no sucede así. Alemania es un país cuya riqueza tradicional ha estado muy ligada a la industria del carbón. A partir de los años 50, después de la Guerra Mundial, el carbón era la única fuente de energía que había. Cuando yo iba a la escuela en los 60, en Renania había 600.000 empleados en ese sector.

Aunque en la actualidad tenemos otras fuentes de energía, el carbón sigue siendo muy importante en la producción y consumo energéticos alemanes, suponiendo casi el 40% de este último. Alemania es, además, el mayor productor de lignito del mundo. Desde hace una década se está tratando de construir un movimiento anti-carbón similar al movimiento antinuclear, ya que esta energía, en especial el carbón de tipo lignito, es la más peligrosa para el clima. Las minas de carbón tipo hulla van a cerrarse en 2018 definitivamente pero por razones económicas, pero no las de lignito. Esta protesta, con la que pretenden ocupar la mina y parar la producción, ha sido precedida de una protesta similar el pasado agosto en Renania.

Y además de ser contaminante, el carbón es un recurso no renovable, es decir, que se acabará algún día...

Este es un error muy extendido. Las centrales de carbón expulsan mas dióxido de carbono por kilowatio producido que cualquier otro material con diferencia. Nunca podríamos quemar todo el carbón que hay, que duraría hasta final del milenio, porque nos habríamos muerto mucho antes. Hay cálculos que dicen que si se quiere reducir el aumento de la temperatura en dos grados solo se puede quemar un 20% de los combustibles fósiles que conocemos hoy. Por tanto, no es que haya muy pocos recursos no renovables, sino que hay mucho menos lugar en la atmósfera.

¿Qué importancia tiene el carbón ahora mismo para el abastecimiento energético en Alemania? ¿Pretende el cambio de modelo energético reducir su peso?

El carbón supone alrededor del 40% del consumo de energía alemana. Las energías renovables suponen un tercio del consumo y la energía nuclear ha ido bajando y así seguirá hasta que desaparezca. Ya hubo un acuerdo para salir de la energía nuclear con la coalición de socialdemócratas del SPD y los verdes en el año 2000 que se realizó de forma consensuada con las cuatro empresas que producen energía nuclear en Alemania: RWE, Eon, EnBW y Vatenfall.

La CDU y el partido liberal FDP se opusieron a dicho acuerdo una y otra vez. En 2009 ambos llegaron en coalición al gobierno y decidieron salir de dicho acuerdo, aprobando una prolongación de la vida de las centrales. En enero de 2011 entró en vigor esa nueva ley y en marzo tuvo lugar el accidente de Fukushima, con las consecuencias que todos conocemos. Entonces, Angela Merkel fue consciente de que si seguían con ese tema no ganarían jamás unas elecciones en Alemania y decidió dejar de lado la prolongación y buscar una nueva salida de la energía nuclear. La diferencia con el acuerdo anterior es que ahora hay una fecha concreta de cuándo se va a salir definitivamente: 2022. Todos los partidos están a favor, menos la nueva formación Alternativa por Alemania AfD, que aún no está presente en el Parlamento. Justo después de Fukushima, ocho centrales fueron retiradas de la red eléctrica, pero de esas ocho algunas no estaban funcionando ya. Se decidió que no se iban a reparar y a poner en funcionamiento de nuevo.

¿Salir de la energía nuclear no puede resultar muy caro para el país?

No es la salida lo que es caro, sino la entrada. Y ahora vienen los gastos. Durante cuatro décadas han vendido esa electricidad muy barata y han hecho mucho dinero con ella, y ahora no tienen para pagar el almacenamiento de los residuos. Ese es el problema con el que se encuentran todos los países que tienen energía nuclear, también España. No hay en ningún sitio un almacén definitivo seguro. En todos los países donde se utiliza la energía nuclear, las empresas han de guardar dinero para tratar los residuos, que tienen que enfriarse durante tres décadas en un almacén temporal y después ya se pueden almacenar bajo la tierra.

¿Entonces no se sabe qué se va a hacer con los residuos?

Aquí en Alemania llevamos buscando un lugar donde almacenarlos desde los 70, sobre todo en la región de Gorleben. La industria nuclear alemana ha gastado mas de 1400 millones en esta búsqueda. La atención se ha fijado en una mina que en teoría está terminada, pero que no ha sido autorizada y probablemente no lo será, porque hay una oposición muy grande en contra. Se trata de una mina de sal y el territorio presenta además otros problemas de orografía. La resistencia contra este almacén comenzó el mismo día que se anunciaron los planes para investigar en la zona.

Personas de toda Alemania, entre los que me encontraba, nos fuimos a ese lugar. Se construyó un campamento de protesta en el que vivimos unas 2000 personas durante mas de un mes. Los agricultores de la zona nos traían comida. Esta unión fue muy curiosa, porque normalmente las poblaciones ante cuestiones como esta se muestran divididas. En Lusacia, por ejemplo, Vattenfall es el mayor empleador y paga mejor que todos los otros, por lo que las familias que trabajan allí no están en contra. En Gorleben por el contrario, toda la región se ha opuesto durante generaciones al almacén nuclear.

¿De dónde va a salir la energía cuando las centrales nucleares y de carbón se apaguen definitivamente?

Sobre todo de las energías renovables, sin duda. Claro que el sol no brilla por la noche y el viento no siempre sopla, a diferencia del carbón o la energía nuclear. Pero también es verdad que una vez se ha construido, es muy poca la inversión que se necesita para mantenerlo en funcionamiento. Pero también es determinante el cuándo, porque cuanto mas se tarde en salir del carbón más caro resultará y más emisiones se realizan a la atmósfera. En enero, nuestro centro de estudios presentó una propuesta de salida del carbón escalonada hasta 2040. Es un plan que consistiría en llevar a cabo un nuevo consenso con la industria parecido al realizado en el caso de la energía nuclear, con un grupo de expertos. En 2017 va a haber elecciones y creo que en la próxima legislatura habrá un acuerdo para salir del carbón, pero hasta ahora, la industria se ha negado y los sindicatos están muy bien organizados. Es una lucha encarnizada de poder.

Como a nivel europeo se ha acordado que hasta 2050 hay plazo para acabar con las emisiones, la industria quiere prolongarlo todo lo posible. Pero eso significa lanzar a la atmósfera toneladas de dióxido hasta entonces. Por otro lado, está claro que solamente podemos salir de esta energía cuando tengamos una alternativa. Por ello, para la fase de transición sería necesario aumentar el consumo de gas natural. El gas sería una pata de un sistema basado principalmente en las energías renovables. Para la transición es mejor que si se usa el carbón. No solo por las emisiones, sino también porque estas centrales energéticas es más fácil encenderlas y desconectarlas que las centrales nucleares o de carbón. También necesitaríamos baterías diferentes que puedan almacenar la energía renovable. Lo mejor sería que la industria apagase las centrales cuando hay poco sol o viento, y al contrario. Ya que así se mantendrían los precios estables. Y nos acostumbraríamos a poner la lavadora cuando pega el sol.

Nota: En una versión anterior de este artículo aparecía la fecha del accidente de Fukushima como 2010. El desastre tuvo lugar en 2011.

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