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The Guardian en español

Juppé, el candidato que no quiere prohibir el burkini pero sí deshacerse de los refugiados de Calais

Juppé derechiza su posición para lanzarse a las primarias de Los Republicanos

Angelique Chrisafis

París —

Francia debe retrasar la frontera de Reino Unido de la costa de Calais a la de Kent (Gran Bretaña) y dejar así de tratar con los refugiados y los inmigrantes en favor de los británicos, según ha declarado el candidato conservador a la presidencia Alain Juppé a the Guardian.

Juppé, de 71 años y actual favorito a convertirse en el siguiente presidente de Francia, ha indicado que quiere una renegociación completa del acuerdo de Le Touquet, el tratado con Reino Unido que mantiene tanto los controles fronterizos como a los miles de refugiados e inmigrantes en el lado francés del Canal.

“No podemos tolerar lo que está ocurriendo en Calais, la imagen es desastrosa para nuestro país y existen también serias consecuencias económicas y de seguridad para la gente de Calais”, ha señalado el conservador en una entrevista en París con the Guardian y otros periódicos europeos.

“Lo primero es denunciar los acuerdos de Le Touquet. No podemos aceptar el tener que hacer la selección en territorio francés de la gente que Reino Unido quiere o no quiere [en su país]. Es decisión de Reino Unido hacer o no ese trabajo”, ha afirmado.

Juppé ha indicado que no tiene miedo de la fuerte oposición de Reino Unido a cambiar el acuerdo. Preguntado si la frontera debería ser trasladada a la costa inglesa, ha señalado: “Por supuesto. No me digas que es difícil porque Reino Unido no quiere”. “Si iniciásemos negociaciones internacionales con ese espíritu, nunca habría negociaciones. Así que se debe abrir el debate y obtener un nuevo acuerdo con Reino Unido”, añade.

El político francés ha apuntado que Francia “debe negarse a hacer algunas cosas” en el escenario internacional, especialmente Le Touquet.

Bajo el acuerdo bilateral firmado en 2003, las autoridades británicas pueden controlar pasaportes en Francia y viceversa, lo que supone que la frontera inglesa esté realmente en Francia y que los inmigrantes y refugiados intentando alcanzar Reino Unido se vean atascados en tierra de nadie en campos improvisados en Calais y a lo largo de la costa norte francesa.

Los comentarios de Juppé se dan en un contexto en el que la atención sobre la situación en Calais ha aumentado con motivo de las elecciones presidenciales de Francia de 2017. Bajo la presión política, el gobierno socialista francés empezará a demoler en unos días el principal campo de refugiados e inmigrantes de Calais, donde miles de personas duermen a la intemperie intentando llegar a Reino Unido viajando de polizón en camiones que cruzan el canal.

El ritmo al cual los menores están siendo trasladados del campo a Reino Unido ha aumentado esta semana después de que París demandase a Londres más solidaridad con los menores no acompañados que hacen el peligroso trayecto a Europa, con la esperanza de reunirse con sus familiares en Reino Unido.

Un Brexit rápido

Sobre el asunto de la votación para abandonar la UE, Juppé cree que Francia debe ser firme y clara: “Habéis elegido y lo respetamos. Ahora debe ser aplicado de forma rápida”.

El conservador advirtió que Reino Unido no podía estar “dentro y fuera” de la UE a la vez. “No se trata de castigar a Reino Unido, se trata de ser coherentes”, ha declarado, señalando que Francia mantendría “una cooperación bilateral muy estrecha”, particularmente en asuntos militares y de defensa.

Juppé ha explicado que quiere recuperar la influencia francesa en la escena internacional, temiendo que el país ha perdido su voz, en parte porque no había sido capaz de reformarse a sí misma estructural y económicamente.

El político conservador francés ha prometido cambios a favor de los negocios y recortes del gasto público como respuesta a la lenta economía francesa. Juppé ha argumentado que abordar el déficit en las pensiones y flexibilizar las reglas del mercado laboral ayudaría a Francia a recuperar credibilidad y situarse en pie de igualdad con Alemania, su socio europeo clave.

Juppé, que fue primer ministro con Jacques Chirac en 1995 y que actualmente es alcalde de Burdeos, es el favorito del partido conservador Les Républicains a la nominación presidencial, por delante del expresidente Nicolas Sarkozy. Es la primera vez que la derecha francesa celebra unas primarias abiertas para elegir a su candidato, haciendo difícil de predecir la participación y el resultado.

La elección presidencial, a tan solo seis meses, está más abierta que todas las anteriores. El socialista François Hollande, el presidente menos valorado desde la Segunda Guerra Mundial, anunciará en diciembre si intentará la reelección con una campaña que muchos temen que ya estaría perdida. Por su parte, la extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen parece dispuesta a llegar, fácilmente, a la segunda vuelta definitiva.

Juppé ha llevado a cabo una profunda transformación de imagen para convertirse en el político más popular de Francia. Es percibido como un experimentado y confiable hombre de Estado, predicando un mensaje moderado y centrista de armonía social en una corriente de crecientes políticas de derechas de identidad nacional.

Hace 21 años, Juppé era el primer ministro francés más odiado de la era moderna después de que 2 millones de personas tomasen las calles en protesta contra sus cambios en las pensiones. En 2004, recibió una sentencia de suspensión de 14 meses y se le prohibió ocupar cualquier cargo electo durante un año por una trama corrupta en los 80 que ilegalmente metió en nómina del Ayuntamiento de París a trabajadores del partido de Jacques Chirac.

Sin embargo, la condena todavía no le ha pasado factura. Se da por hecho que no se benefició económicamente y que, por el contrario, recibió las críticas en lugar de Chirac.

En la sede de su campaña en París, en la orilla izquierda del Sena, el conservador se ha ajustado a su promesa para liderar una Francia diversa que podría vivir en comunidad de forma armoniosa. Juppé señala que su concepto de “identidad nacional feliz” no es, claramente, la realidad actual en Francia, sino un objetivo colectivo.

“No soy tan inocente como para pensar que Francia nada en felicidad. Francia, hoy, se encuentra en una gran dificultad. Económicamente nuestro desempleo sigue muy alto, especialmente entre los jóvenes, y políticamente el liderazgo actual ha perdido toda credibilidad”, ha indicado. “Pero el papel de un político no es utilizar un mensaje de pesimismo y decadencia, sino transmitir confianza y optimismo”.

La opinión de Juppé sobre las relaciones comunitarias positivas es un ataque al estilo duro de Sarkozy en política de identidad nacional, centrada en inmigración e Islam, y la cual ha dominado los titulares. Durante la discusión del verano sobre la prohibición del burkini en las playas, los analistas de derechas insinuaron que la dividida sociedad francesa podría acabar en una“guerra civil”. Los ataques terroristas han matado a más de 230 personas en poco más de 18 meses.

Visión sobre los musulmanes

Sobre el terrorismo, Juppé ha declarado: “Tenemos que mejorar nuestros servicios de inteligencia, que han sido debilitados en el pasado”. El político indicó que esto incluía recuperar la policía local o de proximidad  y sentencias más duras en los tribunales.

El conservador advirtió del peligro de hablar de “guerra de civilizaciones”, diciendo: “No lo deberíamos avivar, no deberíamos ponernos histéricos. Mantengamos la calma. Todos los estudios muestran que la mayoría de los franceses musulmanes están totalmente preparados para respetar las leyes de la república”.

Los musulmanes en Francia se deben organizar para combatir el radicalismo y mantenerse unidos para decir que el secularismo francés, la estricta separación de iglesia y Estado, previsto para fomentar la igualdad de todas las creencias, goza de superioridad en Francia, ha explicado.

Juppé ha mantenido sus críticas a la prohibición del burkini y ha dejado de lado las insinuaciones sobre cualquier nueva ley sobre el velo musulmán, el cual Sarkozy ha propuesto prohibir en las universidades.

“El pañuelo no es islamismo radical”, ha indicado Juppé. “Fíjate en la calle en todas las mujeres que llevan el pañuelo ¡No vamos a prohibir a todas las mujeres llevar el pañuelo! No se pueden aprobar leyes que no se pueden respetar”.

Sobre la ceremonia para conmemorar a las víctimas del ataque terrorista de Niza, en el cual fueron asesinadas 86 personas cuando un conductor de un camión arrolló a la multitud que celebraba el Día de la Bastilla, ha afirmado: “Vimos a familias cristianas, musulmanas y de toda creencia y origen. Y esa gente nos dijo que el diálogo y la voluntad de mantenerse unidos podría luchar contra la tristeza, el odio y la hostilidad”.

Preguntado si pensaba que era imposible reformar económicamente Francia, ha declarado: “Cualquier país es difícil de reformar. Francia quizá más que otros, lo admito, pero también se está moviendo. Nuestras universidades se han transformado a sí mismas, muchos sectores de la vida pública han sido transformados”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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