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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Pereza

Díaz advierte de que no aceptará que nadie interfiera en la política de pactos

Miguel Ángel Chica

Qué buena cosa es la pereza, de verdad. La gente perezosa es mejor persona, solo porque putear a los demás consume demasiado tiempo y energía. Lo mismo que mentir: hay que pensar mucho, inventar coartadas, tapar un embuste con otro, buscar apoyos, recordarlo todo. Los vagos, y con esto concluyo mi alegato, son los grandes benefactores de la humanidad: yo estoy convencido de que el agua del grifo se la inventó alguien que ya estaba hasta los huevos de ir con el cántaro a la fuente.

¿Para qué? Esa es la pregunta a partir de la cual se articula toda la filosofía de la pereza. Es una pregunta que yo me hago mucho últimamente. El otro día, por ejemplo, me enteré de que daban un debate entre varios de los candidatos a la Junta de Andalucía. Varios porque no todos. Yo soy andaluz. Y me dije: ¿lo veo? Y yo mismo me respondí: ¿para qué? Creo que mi presidenta llamó termómetro a un reloj, pero por lo demás Díaz y Moreno Bonilla -que es un señor que tiene cara de ir pidiendo disculpas por la calle cuando la gente le llama por el nombre que no es- dejaron felices a sus asesores y temblando a los andaluces en la medida de sus posibilidades. Resumiendo: vamos por el camino correcto y es posible que en las próximas elecciones tengamos, por fin y de una vez por todas, a un candidato capaz de escribir Andalucía con hache.

Lo que me fascina de Susana Díaz, lo que de verdad saca de mí al andaluz que casi nunca llevo dentro y lo pone a taconear, es su capacidad para atribuirse, sin esta poca de vergüenza, el nombre y la portavocía de Andalucía entera. Los andaluces, dice mi presidenta, no van a consentir esto. No van a engañar a los andaluces, nos regaña. Los andaluces saben, nos advierte. Por si no hemos caído en la cuenta de que somos sus andaluces y no consentimos, no nos van a engañar y sabemos. Yo, por mi parte, voy a hacer lo mismo y la próxima vez que alguien me pregunte la hora voy a responder: los andaluces consideran que son las cuatro menos cuarto, de nada. 

O mejor. Voy a pedirle, desde aquí, a mi presidenta, que yo sé que me lee porque se preocupa mucho de todos los andaluces que no podemos vivir en Andalucía por ese asunto menor del desempleo que te cagas, voy a pedirle, digo, a rogarle incluso, que en el próximo canutazo a mí no me nombre. Que mire a los periodistas y responda: No van a conseguir que los andaluces, todos menos uno que se llama Miguel Ángel y que vive en el norte... Y así todos contentos.

El debate, por otro lado, no debió de tener mucha audiencia. Eso es una cosa que indigna mucho a según qué gente, que se araña la cara y exclama: ¡ah, pobre España, que vive ajena al devenir histórico y prefiere Telecinco! Son esos mismos que se echan las manos a la cabeza cuando descubren que en la lista de los libros más leídos hay una biografía de Belén Esteban, porque deben de pensar que en Alemania todo el mundo va por la calle comentando a Schopenhauer y en Inglaterra solo se vende el Ulises y nadie lee los tabloides esos que tiran cientocuantonosesabemil de ejemplares al día.

A mí, la verdad, me parece de muy buen gusto que nadie vea los debates, sobre todo porque no son debates. Me hace pasar más vergüenza el papel de los medios, que se dejan tocar y ponen la cama para que unos señores utilicen en perjuicio de todos un formato que en algún momento fue respetable y que ahora solo sirve para exhibir gráficos en cartón pluma y ponerle ojitos al público como si la cámara fuera el espejo de un cuarto de baño. En dos palabras: qué pereza.

Esto de los políticos medio así, por otra parte, es una cosa que nos hemos buscado entre todos. Yo he oído a algún ministro soltar cuatro oraciones subordinadas seguidas y quedarse tan tranquilo mientras tú te quedabas pensando que había algo raro en esa construcción semántica: luego analizabas lo que había dicho y te dabas cuenta de que no había metido ningún verbo.

Las elecciones andaluzas, en fin, son el domingo. Nos va a quedar un Parlamento que va a parecer un centro de mesa de bonito, con tantos colores y tantos diputados nuevos. Y un Gobierno más endeble que el anterior, seguramente, porque alguien tendrá que cerrar pactos con alguno de esos partidos a los que de momento nadie invita a los debates. En Andalucía, mientras tanto y según mis informaciones, todo sigue más o menos como siempre: hace sol, el Jaén ganó la Copa del Rey de Fútbol Sala y la gente sigue pidiendo matrimonio en miradores con vistas a la Alhambra.

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