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Esperanza Aguirre llamó a Granados para hablar de los espías cuando supo que debía declarar

Francisco Granados, Esperanza Aguirre e Ignacio González, en una imagen de archivo

Pedro Águeda / Irene Castro

La Guardia Civil detuvo el 27 de octubre de 2014 a Francisco Granados. Ese mismo día, Esperanza Aguirre declaró que había terminado de perder la confianza en su antigua mano derecha hacía “mucho tiempo”, cuando se publicó ocho meses antes que había tenido una cuenta en Suiza. Pero entre la noticia del dinero de Granados en el extranjero y su arresto, Aguirre telefoneó al menos en una ocasión al que fuera consejero de Presidencia, Justicia e Interior de su Gobierno. La comunicación se produjo el 28 de julio de 2014, cinco meses después de que Granados abandonara su acta de senador y tres meses antes de que fuera arrestado en la Operación Púnica por pertenecer presuntamente a una “organización criminal” dedicada a la corrupción.

La conversación entre Aguirre y Granados se produjo el mismo día en que El País publicó que el exconsejero de Interior había sido llamado a declarar por la trama de espionaje montada en 2008 en el seno del Gobierno madrileño, que encabezaba la hoy líder de la oposición en el Ayuntamiento de la capital. Y ese fue, precisamente, el motivo de la conversación entre la Aguirre y Granados, según consta en el sumario de la Operación Púnica.

A las 13:56 del 28 de julio de 2014 suena el teléfono móvil de Granados. Es Esperanza Aguirre. Según transcribe uno de los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO), ambos “hablan sobre varios temas, sin ser ninguno de interés para la investigación”. Para conocer el objeto de la llamada hay que avanzar unas páginas en el sumario. Hasta la nota que resume la conversación que por la tarde mantiene Granados con un amigo. Durante la misma, el exconsejero “comenta el asunto de la citación de los espías y que le han citado como testigo”. A continuación, traslada a su interlocutor que por la mañana había recibido una llamada de “Esperanza” y que habían “hablado sobre ello”.

Al cuarto de hora, Granados habla con Victoria Cristóbal, Vicky, su antigua jefa de prensa, y “le cuenta la conversación con Esperanza”, sin que el mismo agente considere oportuno transcribirla. Fuentes de la Guardia Civil han asegurado a eldiario.es que la conversación entre Aguirre y Granados, como el resto de las intervenidas en el sumario de la Operación Púnica, no han sido destruidas y que están a disposición del juez que las reclame.

De las conversaciones que mantiene Granados ese día también se conoce que envía a su abogado, el exfiscal de la Audiencia Nacional Enrique Molina, a que averigüe lo que pueda de la citación. Según cuenta el propio Granados, Molina se dirige a Salvador Victoria, por entonces consejero de Justicia, pero éste no puede aportarle información.

Las víctimas de los seguimientos en el caso de los espías fueron Alfredo Prada y Manuel Cobo, rivales de Esperanza Aguirre dentro del PP. El espionaje fue realizado por tres guardias civiles y un policía nacional, todos en excedencia, que trabajaban en la Consejería de Interior a las órdenes de Sergio Gamón, el antiguo jefe de escolta de Esperanza Aguirre y en ese momento director general de Seguridad de la Comunidad de Madrid. Los seguimientos tuvieron lugar en abril y mayo de 2008, en plena convulsión interna del PP por la segunda derrota consecutiva de Mariano Rajoy en las elecciones generales. Distintas voces dentro y fuera del partido clamaban por que el recambio de Rajoy fuera Esperanza Aguirre.

La Audiencia de Madrid ordenó el pasado junio reabrir por tercera vez el caso de los espías. La Sección 16 considera que hay indicios de que el Gobierno de Madrid “utilizó a varios funcionarios, a los que estaba pagando su nómina, para destinarlos a fines ajenos a la causa pública, habiendo sido destinados jornadas enteras, durante muchos días al mes, al menos durante tres meses, a fines ajenos a la función encomendada”. La juez Carmen Valcarce, que ha decretado tres veces el archivo de las actuaciones, no quería seguir investigando porque es imposible saber cuánto dinero fue presuntamente malversado.

Esta magistrada también aparece mencionada en el sumario de la Operación Púnica. La citación de Granados se realiza a petición de Carmen Rodríguez Flores, diputada del PP y a la que los protagonistas de los pinchazos se refieren como “la moñoplasta”. La mujer se acababa de personar porque también había sido espiada, según los partes escritos por los agentes. En la primera conversación del día registrada por la UCO, Granados habla con José Moreno Torres, exalcalde de Valdemoro y antiguo diputado autonómico. Ambos comentan la noticia y Moreno Torres muestra su extrañeza por que Rodríguez Flores, a la que identifica con el PP nacional, se persone cinco años después. Granados le tranquiliza: “El único interés que puede exisitir de que se personen es que pidan que se archive”. Y añade: “Esas cosas (llamarle como testigo) las hace la juez para archivar”.

“Todo es tema de Nacho”

El 28 de julio, Granados mantiene otra conversación sobre su citación judicial. Esta vez con Arancha Sánchez Rivera, con la que mantiene una relación sentimental, según la Guardia Civil. En esta, Granados asegura que el contenido de la noticia de El País “va todo encaminado a demostrar que todo es tema de Nacho”, en supuesta referencia a Ignacio González, vicepresidente del Gobierno de Aguirre en la época del espionaje y principal rival político de Granados.

El día de la declaración de Granados, 16 de septiembre, el exconsejero llama a su mujer por la tarde y le cuenta que la jueza Valcarce se había acercado a él en el pasillo, antes de tomarle declaración. Ante los ocho abogados personados en la causa, la jueza aseguró que “Paco Granados ha sido el mejor consejero de justicia que ha tenido la Comunidad de Madrid, que allí la tenía para lo que quisiera, que allí estaba para servirle”. Según el relato de Granados, él mismo tuvo que decirla que “se cortara un poco” delante de aquellas personas.

Después, Granados mantiene una conversación en parecidos términos con su colaboradora Vicky, en la que añade que ha hablado con la jueza de la despedida de José Luis Sánchez Armengol, el antiguo decano de los juzgados de Plaza de Castilla que habría pedido a Granados que su mujer aprobase al hijo que tenía en la universidad, según desvela también el sumario de la Púnica. Además, Granados cuenta a Vicky que la jueza le había recomendado que su abogado pidiera que no se grabara la declaración y que ella lo apoyaría.

La relación entre Granados y Aguirre se resquebrajó en 2011, cuando ella se decantó por Ignacio González en la pugna que ambos mantenían en el seno del Gobierno de Madrid. Aguirre habló entonces por primera vez de “pérdida de confianza” al sacar a Granados del Ejecutivo en junio de 2011. En noviembre, la presidenta del PP madrileño le destituyó como secretario general del partido en Madrid.

En el sumario de la Operación Púnica hay un cruce de mensajes entre Granados y su mujer, Nieves Alarcón, en el que ambos ironizan sobre la noticia de que Aguirre será imputada por un delito y no una falta, en relación a su fuga de los agentes. “Me ha fastidiado el fin de semana con el disgusto”, escribe el que fuera consejero de Presidencia, Justicia e Interior.

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