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Obama y el escribidor

Obama se ceñirá a objetivos alcanzables en un discurso económico y de acción

EFE

Washington —

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Joven y corpulento, Cody Keenan podría pasar por uno de esos guardaespaldas que velan por la seguridad de Barack Obama las 24 horas del día, pero no. Su labor es velar por sus palabras, por sus puntos y sus comas, por los silencios con los que hoy pronunciará su discurso del Estado de la Unión.

Keenan, de 34 años, es el hombre con el que probablemente más horas está pasando estos días el presidente de Estados Unidos, se trata del jefe de su oficina de discursos, el encargado de no dejar escapar ni un detalle en cada una de sus intervenciones públicas.

A diferencia de su predecesor, Jon Favreau, Keenan ha mantenido un perfil bajo en el entorno de la Casa Blanca y en el equipo de Obama, en el que entró como becario allá por 2007 y donde fue ascendiendo poco a poco a base de esfuerzo y talento.

A punto de dedicarse a la medicina, el politólogo fue uno de los siete elegidos para unirse al personal del presidente estadounidense como “escribas” de sus palabras cuando asumió el cargo en 2009, y trabajó bajo cierto anonimato hasta 2011, cuando el por entonces portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, requirió de sus servicios.

El 8 de enero de aquel año, mientras Favreau estaba preparando para el presidente el discurso del Estado de la Unión de entonces, la congresista Gabrielle Giffords resultó gravemente herida en un tiroteo en Tucson (Arizona) y fue Keenan el encargado de poner sobre el papel las palabras del presidente para tan crítico momento.

El éxito de aquel discurso le hizo ganarse la confianza de Obama, quien ofreció gracias a él una emotiva intervención que contenía en sí misma un homenaje a todas las víctimas de la violencia por armas de fuego.

El joven Keenan, que en aquella época apenas superaba la treintena, supo hacer que el presidente transmitiera su dolor y su calor a los afectados por aquella masacre, y hoy, tres años más tarde, se enfrenta a su primer discurso del Estado de la Unión como cabeza de su oficina.

Criado en Chicago, donde Obama fraguó su carrera académica y política, desde aquel discurso en Arizona fue la mano derecha de Favreau, hasta que este decidió abandonar la Casa Blanca el pasado marzo para dar un giro a su vida profesional y dirigir sus pasos hacia Hollywood.

En palabras del que fuera su jefe “Cody escribe desde el corazón”, y “no sólo es un escritor de gran talento, sino alguien con una habilidad innata para conectar con la gente de manera apasionada e inspiradora”, aseguró Favreau al abandonar la Casa Blanca.

Keenan, que no se afeita la barba desde Acción de Gracias y no lo hará hasta pasado el discurso, se ha pasado las últimas semanas reunido con los asesores de alto rango del presidente, su equipo de colaboradores y con el propio Obama, conocido por su gran capacidad discursiva y su puntillosidad en sus alocuciones.

En las pocas entrevistas que ha concedido a lo largo de su carrera, el joven “escribidor” del presidente cita sus clases de historia como inspiradoras para su carrera así como la famosa serie “The West Wing”, ambientada en los entramados políticos de Washington.

La reforma migratoria, la recuperación económica, el cierre de la prisión de Guantánamo o los programas de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) serán algunos de los previsibles temas que Obama abordará hoy; y es que Keenan tiene que saber de todo para poder escribir de todo y que el presidente pueda contarlo llegando a cada uno de los estadounidenses.

El reto del “escriba” no es menor, Obama llega al discurso en uno de sus momentos más críticos, con una baja popularidad y las heridas aún abiertas causadas por el mal funcionamiento de la página web de la nueva ley de salud y la polémica del espionaje de la NSA.

Movimientos, gestos, tics, manías, cientos de detalles que este joven ha analizado y diseccionado observando al primer presidente afroamericano de Estados Unidos durante los últimos cuatro años.

El esfuerzo de toda una carrera para que hoy, en su primer discurso del Estado de la Unión, un presidente llegue a toda una nación.

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