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Ovación en el Real para “Wozzeck”, el memorial de los herederos de la miseria

Ovación en el Real para "Wozzeck", el memorial de los herederos de la miseria

EFE

Madrid —

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“Wozzeck”, una de las óperas más estremecedoras que se han escrito nunca, se ha estrenado esta noche con éxito en el Real, que ha aplaudido con emoción este memorial de los condenados a heredar la miseria compuesto por Alan Berg a partir de la obra de Georg Büchner.

Simon Keenlyside, que desde que debutó el papel en esta misma producción en la Opera National de París, en 2008, se ha convertido en su intérprete imprescindible ha logrado una ovación unánime con su conmovedor retrato de un hombre simple, humillado y vencido.

El aplauso cerrado se ha extendido a Nadja Michael y al titular de la orquesta, Sylvain Cambreling, que durante la hora y cincuenta minutos, sin descanso, que dura esta ópera, y que él ha dirigido más de 60 veces, ha luchado sin denuedo con un partitura que, según él mismo dice, es “una tortura intensísima”.

No ha sido tan uniforme el reconocimiento para el director de escena, Christopher Marthaler, que ha tenido que escuchar algún pataleo de protesta ante su idea de situar la acción en el presente, en una especie de carpa de plástico transparente en la que los padres esperan mientras sus hijos saltan fuera en un castillo hinchable.

El contrapunto de la obra es “complicadísimo”: 96 músicos que tienen que entenderse entre ellos, y meterse en una triple fuga, clarinetes con tesituras increíbles y un ritmo endiablado, en “perpetuum mobile”, en la que van aflorando flashes de la vida enajenada del soldado Wozzeck.

Además de los 14 solistas y los 96 músicos, participan 4 actores, 23 niños de Los pequeños Cantores de la JORCAM, y 51 miembros del Coro Titular del Teatro Real (Coro Intermezzo).

La extrema fuerza expresiva de esta ópera se fundamenta tanto en el sufrimiento y las adversidades que sufrió la población alemana durante y tras las guerras napoleónicas que devastaron el país y en la experiencia del propio Berg (1885-1935) que vio la guerra, la I, desde primera fila.

El lenguaje musical es envolvente, basado en una amplia concepción de la tonalidad, que permite exagerar sentimientos, pasiones y caricaturas para hacer un retrato de la humanidad totalmente vigente.

Son tres actos de cinco escenas en las que cada una cuenta una triste historia del soldado Wozzeck, el hazmerreír de su guarnición, la distracción de su capitán y el conejillo de indias del doctor.

La música caracteriza a cada personaje mejor que las palabras: la del capitán, “gordo, abotargado, aplopéjico”, es una composición jovial y grotesca, que combina perfectamente con su complaciente estupidez.

En contraste, Marie, es una contradictoria mezcla, y se asocia con tonos melodiosos y románticos. La atonalidad de Wozzeck, un personaje descolocado, oprimido que “no tiene derecho a cantar”, es ocasional y funciona por los requerimientos de la acción con una sorprendente forma de cantar, el “spachsdank”, una especie de precursor del rapp o el slang, según Cambreling.

El médico y escritor Georg Büchner (1813-1837) se inspiró en el caso del soldado Johann Christian Woyzeck -el cambio de grafía fue un error que Berg prefirió no corregir- para una obra de teatro que no se completó hasta 40 años después por el escritor y critico Karl Emil Franzos (1848-1904).

La obra está inspirada en la historia real de la ejecución pública, por el asesinato de su mujer, de Woyzeck, un barbero y antiguo soldado esquizofrénico que había sido sometido a varios experimentos “científicos” por un médico castrense.

El caso provocó una gran controversia porque se planteó si alguien en aquellas condiciones de vida y con una “mente tan simple” podía ser completamente responsable de sus actos.

Cuando Berg vio en el teatro el drama le impresionó tanto que empezó inmediatamente a escribir una ópera sobre él. Era 1914 y la guerra no le permitió terminar el proyecto hasta 1921.

Concha Barrigós.

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