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Rigoberta Menchú: La justicia no es revancha

Rigoberta Menchú: La justicia no es revancha

EFE

Madrid —

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Rigoberta Menchú apunta a la vía judicial como la herramienta indispensable para superar las heridas abiertas tras un conflicto violento, porque la justicia no tiene como misión la “revancha” y una sentencia tiene el poder de “dignificar” la verdad de la víctima.

“La lucha por acreditar la verdad ha sido mi vida. Cuando hubo una sentencia, no era mi verdad (la que reflejaba), sino simplemente una verdad”, asegura la dirigente indígena, que recibió el Nobel de la Paz en 1992, que reconoce que “la verdad de una víctima es diferente a la jurídica”.

Pone como ejemplo el asalto de la Embajada española en Guatemala, en la que murieron 20 personas, entre ellos su padre, Vicente Menchú: “Esa sentencia dice que mi padre no era guerrillero, tampoco el embajador, no se inmolaron, sino que hubo una orden de quemarlos y que murieran todos”, señala.

Ese reconocimiento judicial consiguió que se pudiera quitar “un peso histórico” de encima y que lo que le quede a las siguientes generaciones sea una memoria histórica basada en “la verdad de un tribunal”, y no su propia versión en paralelo a las acusaciones de quienes la llamaban “mentirosa”.

Cuando se cumplen veinte años de los Acuerdos de Paz de Guatemala (1996), que pusieron fin al conflicto bélico que asoló el país de 1960 a 1996, Menchú reconoce que Guatemala ha experimentado avances en el plano jurídico, pero todavía quedan cuestiones pendientes como la reducción de los índices de violencia o los derechos de las mujeres y los niños.

Esta carencia se debe a que el Estado “no asumió los Acuerdos de Paz como su meta”, mientras que los logros en el plano judicial corresponden únicamente a la sociedad civil, que asumió el enjuiciamiento de crímenes contra la humanidad “como su misión”.

La clase política guatemalteca ha continuado “una cadena de vicios” desde la etapa del conflicto que continúa haciendo daño al país, asegura la nobel de la Paz, que ofrece esta tarde en Madrid una conferencia en el marco del ciclo “Mujeres contra la impunidad” en La Casa Encendida.

“Este país esta secuestrado por los poderes. Es un grito de dolor, de vergüenza ajena, (...) por todos los criminales que han pasado por su Gobierno”, argumenta.

A su juicio, detrás de cada violación de derechos humanos en el mundo hay detrás “poderes fuertes” políticos, económicos, ideológicos, y de superioridad de un grupo social sobre otro, señala Menchú, que apunta no solo al terrorismo de Estado o a las torturas, sino también a fenómenos nuevos como el “bullying”.

“He escuchad testimonios terribles (de acoso escolar), desde niños pequeños a la universidad, y solo por el color de su piél o su sexo”, argumenta la activista indígena, que exige “una lucha global”, que implique a Estados, empresas e instituciones educativas y un “mejoramiento” de las leyes que se adapte a estos nuevos fenómenos.

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