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Vuelven los asesinos, tahures, daifas y borrachos de Luis Antón del Olmet

Vuelven los asesinos, tahures, daifas y borrachos de Luis Antón del Olmet

EFE

Sevilla —

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Asesinos, tahures, daifas y borrachos. Así son los personajes de cinco novelas cortas de Luis Antón del Olmet, reeditadas en un único volumen que trae a la actualidad a un escritor y periodista de éxito en su época y que murió asesinado por su amigo Alfonso Vidal y Planas.

“Historias de asesinos, tahures, daifas y borrachos...” es el título con el que la editorial almeriense Ginger Ape ha rescatado, en una antología, cinco de sus novelas cortas protagonizadas por gentes del hampa, a las que Luis Antón del Olmet (1886-1923) conoció bien.

Según el profesor de la Universidad de Jaén Rubén López Conde, responsable de la edición de esta obra, Olmet “fue un hampón de rompe y rasga, corrupto, pérfido, bronquista”, además de hombre “de genio turbulento”, algo matón y aficionado a los duelos, capaz de poner su pluma de periodista al servicio del mejor postor.

Olmet, añade López Conde, fue “bilbaíno baladrón, gallego de abolengo y corazón, chulo madrileño de adopción” y un trabajador infatigable que dejó una obra literaria “extraordinaria tanto por su calidad como por su extensión” y por la diversidad de sus géneros, teatro, novela, narraciones breves, biografías, ensayos, libelos y crónicas periodísticas.

López Conde, al indagar entre los raros y olvidados de la generación de Olmet, se decidió por rescatar su obra porque fue un escritor que “dio voz a la gente oculta de su época, como las lesbianas, las ancianas y las prostitutas”, y por otros rasgos de modernidad como haberse adelantado a “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley, en su relato “La verdad en la ilusión”.

También por su “biografía apasionante” y por el valor de su obra, si bien tanto su vida como sus libros fueron ocultados por una muerte tan escandalosa como la suya, según López Conde, quien ha incluido en su estudio introductorio una guía de las múltiples referencias y titulares que le dedicó la prensa de la época al pistoletazo de Vidal y Planas que acabó con la vida de Olmet.

Como escritor, destaca López Conde, Olmet es dueño de “un estilo ágil, de un verbo fácil y preciso, punzante, cínico y pasional, de una gran fuerza expresiva aunque a veces pueda resultar almibarado y cargante y con un cierto espíritu moralizante, pero esto último hay que situarlo en su contexto histórico”.

Junto a Olmet fueron olvidados muchos otros autores de su época “por el peso histórico y literario de las dos generaciones que los flanquean, la del 98 y la del 27”, según López Conde, quien considera que otros escritores de entonces están olvidados porque “eran muy malos y de una cursilería insoportable”, como el propio Vidal y Planas, quien acabó con la vida de Olmet disparándole en el Teatro Eslava de Madrid.

Aunque tuvo relaciones con la bohemia del cambio de siglo, López Conde cree que Olmet es “pura contradicción; no es un bohemio, aunque conoce bien la bohemia y ésta ocupa una parte de su obra; no es un vanguardista, no es un rompedor, pero sí un hombre moderno, comprometido con su tiempo, y con ciertas trazas de originalidad”.

Olmet “aboga por la comprensión, presta voz a los humildes, a los oprimidos, a la canalla y adopta actitudes de gran humanidad, pero no duda en recurrir la violencia, se lanza a dirimir sus disputas y conflictos en los campos del honor; es un hombre capaz de lo mejor y de lo peor, de mezclarse con la canalla y de frecuentar las tertulias más distinguidas, de participar de la nobleza y de luchar con el obrero y contra el caciquismo”, añade.

De la agresividad y cinismo de su obra literaria y periodística dejan constancia algunos de sus títulos, como el que empleó para reunir en dos volúmenes sus crónicas parlamentarias: “Política de fandango y gobierno de castañuelas”.

O con el que rotuló las memorias de su paso por la política, como secretario del ministro de Gobernación José Sánchez Guerra y diputado en las Cortes del Partido Conservador: “La horrenda política. Los idóneos. Recuerdo de un ex secretario político. Intimidades del llamado partido conservador”.

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