La Zarzuela se llena de purpurina con las visitas guiadas de Enrique Viana

La extravagancia del director Enrique Viana ha inundado el Teatro de la Zarzuela de Madrid a través de unas visitas teatralizadas que desde mañana y hasta el 9 de febrero y bajo una lluvia de polvos de purpurina, invitan al espectador a viajar en el tiempo.

Vestidos de azul y con bombillas y todo tipo de cachivaches en las solapas de sus chaquetas, Pepe (Iván Luis) y Adelaida (Inma Ochoa) abren las puertas del Madrid de principios del siglo XX, en el que los chulos y chulapas buscaban pareja a ritmo de castañuelas y con el arte de la zarzuela.

Un tour diferente, que se podrá realizar de lunes a viernes a las cinco de la tarde, con un precio de 6 euros y una duración de 50 minutos y que tiene en cuenta que “muchas de las cosas que se cuentan en esta clase de visitas, no interesan nada”, ha explicado Viana, que define este espectáculo como “un disparate cómico”.

La hija de Adelaida y Pepe está afligida, lleva 187 años encerrada en el teatro esperando a que vuelva su amado Asensio, y todo por culpa del antojo de una horchata.

Entre sollozos, bocadillos de pollo trufado, y la música que sale de un piano, consiguen animar a “la niña”, que acaba por cantar la zarzuela “Morena mía” junto al técnico-barítono de este teatro de locos, “el galán Jonatán”.

Entre canción y canción los miembros de esta singular familia explican los entresijos y curiosidades que se cocían en el emblemático edificio: “Aquí en el Ambigú había de todo”, dice Adelaida, “menos horchata en diciembre...”, aclara Pepe.

Desde el 10 de octubre de 1856, fecha del cumpleaños de la entonces reina Isabel II, el Teatro de la Zarzuela ha visto de todo: “los negocios, los gestos de los políticos y hasta las proposiciones deshonestas”, aclaran en un canto estos guías tan surrealistas.

“La música de la Zarzuela se puede mover, no se tiene que quedar en el tiempo”, ha dicho Viana, y de hecho el público invitado hoy a la presentación se ha atrevido a cantar junto a esta familia de casamenteros.

Una historia disparatada en la que se conjuga lo clásico con anacronismos modernos que recuerdan que la zarzuela también tiene sentido hoy.

Todos los jueves de su infancia Viana disfrutaba de los grandes espectáculos de la Zarzuela que aunque “arquitectónicamente, es lo que es, desde el punto de vista cultural y social es mucho. Es la Historia de esta ciudad”.

Y tras ver una impresionante lámpara de araña que se descuelga del techo entre la ovación del público, los papeles cambian. Ahora los visitantes se suben al escenario y desde lo alto hacen una reverencia para despedir los felices años 20 y volver al siglo XXI.