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Barcelona rinde homenaje a las personas sin hogar fallecidas en el último año

Barcelona rinde homenaje a las personas sin hogar fallecidas en el último año

EFE

Barcelona —

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Unas 200 personas, la mayoría de ellas personas que duermen en la calle, han rendido hoy un emotivo homenaje a las 36 personas sin hogar que han muerto, con una media de edad de 60 años, 24 menos de la media de los barceloneses, durante los últimos doce meses en la capital catalana.

Organizado por la fundación Arrels, dedicada a la atención de las personas sin hogar, el acto, que se ha celebrado en la plaza de Sant Jaume, ha contado con la participación de varios 'sintecho', entre ellos José Luis, que ha tomado el micrófono para decir: “aunque seamos olvidados, nunca seremos invisibles”.

Tras mantener un minuto de silencio, los congregados han enseñado corazones de cartón con el nombre de los 36 fallecidos, en memoria de los cuales han encendido velas y han colocado rosas blancas.

Los organizadores del acto han dejado el micrófono abierto para que cualquier persona pudiera hablar y una voluntaria de Arrels ha ha pedido a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, “que ponga un poco más de voluntad y de corazón porque hay muchos pisos vacíos y personas que han muerto en la calle sin techo”.

Otra persona sin hogar, Ana María, ha sido la encargada de leer el manifiesto del acto, que pretendía “sacar de la invisibilidad una realidad de las personas que viven o han vivido en la calle”.

“Queremos recordar a las personas que han muerto cuando aún vivían en la calle y aquellas que nos han dejado teniendo un techo de hospital, de un centro o de un piso de acogida. Se trata de personas que conocíamos desde Arrels y desde otras entidades de Barcelona, como Heura, Dit i Fet, Àmbit Prevenció, el CAS Baluard y la Asociación Ciudadana Anti-Sida de Cataluña”, ha leído Ana María.

“Nadie durmiendo en la calle, nadie muriendo en la calle”, ha dicho Ana María, que ha recordado casos concretos, como el de Martín que “se rompió una pierna hace tiempo y, cuando le dieron el alta en el hospital, la ambulancia lo dejó en un banco de la calle porque no tenía adonde ir”.

O el de Pedro, que “se preocupaba siempre de que sus amigos le guardaran todos los libros que leía para no perderlos mientras no tenía un techo donde dormir”.

Y el de Cuqui, “de la que sólo sabíamos su nombre y que le gustaba charlar con nosotros cuando la encontrábamos por la calle”.

“Unas han muerto todavía durmiendo en la calle, otros en una pensión o en un albergue, unas pocas han muerto teniendo un techo digno, otros lo han hecho mientras estaban en el hospital. Todas ellas fueron invisibles mientras estaban vivas y todas han muerto sin hacer ruido y en soledad”, señala el manifiesto de Arrels.

“Queremos que todo el mundo lo sepa. Vivir en la calle deteriora la salud y lleva a una muerte prematura. En promedio, las 36 personas sin hogar fallecidas este año han vivido 60 años, 24 menos que el resto de barceloneses”, ha subrayado Ana María.

Se trata de “defunciones indecentes con entierros cargados de soledad en una ciudad que, en los últimos años, ha visto aumentar el número de personas que viven al raso”.

“¿Qué pasa cuando muere una persona sin hogar? ¿Quién la recuerda? ¿Cómo es que se muere antes que cualquier otro ciudadano? Una persona sin hogar no tiene a nadie que la cuide cuando está enferma, tiene muy difícil seguir un tratamiento médico, está expuesta a mucha violencia y termina extenuada del esfuerzo y la tensión que supone sobrevivir en la calle”, ha concluido Ana María.

Según los datos oficiales, cada noche en Barcelona 941 personas duermen a la intemperie y otras 1.973 lo hacen a los albergues y recursos públicos y privados.

“Todos tienen derecho a morir dignamente y a que alguien le pueda decir adiós en su entierro. Todo el mundo debería poder acceder a un médico; no tener que pasar frío ni tener miedo a ser agredido; a una vivienda estable que le permita recuperarse de la dureza de la vida en la calle. El sistema de protección social no debería dejar que ninguna persona muera sin hogar y en soledad”, defiende Arrels.

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