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El caballero sin espada. Clausura

Ignacio Gómez-Acebo

Las últimas semanas vengo desgranando, a medida que se iban desarrollando las emisiones de sus últimos Juegos Olímpicos, varias ideas que deberían, según mi criterio profesional independiente, asegurar el futuro de RTVE. Durante estos Juegos de Río hemos escuchado, visto y navegado por una RTVE caduca, falta de ideas que tira de talonario pero que no sabe o no puede o no quiere rentabilizar al máximo su inversión.

Exijo como ciudadano de un país supuestamente democrático que los responsables de este dispendio cesen en sus responsabilidades pues no están a la altura del mandato que recibieron. La broma ha costado más de 100 millones de euros y aunque las audiencias de La1 y tdp han mejorado ni tan siquiera han conseguido destronar a Telecinco y Antena3. Quiero recordar que la última ocasión en la que La1 fue líder de audiencia fue precisamente en agosto de 2012 con los Juegos Olímpicos de Londres.

El sentido último de los medios públicos trasciende la necesidad de grandes audiencias pero sin renunciar a ellas. Unos medios públicos sin audiencia no son medios ni son públicos.

He cubierto para RTVE los Juegos Olímpicos de Lillihamer en 1994, coincidiendo con el nacimiento del canal Teledeporte, desde Torrrespaña. A partir de entonces y de forma ininterrumpida, he participado “in situ” en Atlanta 1996, Nagano 1998, Sydney 2000, Salt Lake City 2002, Atenas 2004 (para OBS), Turín 2006, Pekín 2008, Vancouver 2010, Londres 2012 y Sochi 2014. En Londres dirigí la cobertura de RTVE. De alguna manera también participé en Río aunque esta vez “solamente” gestionando la compra de los derechos de Sochi/Río y asumiendo la dirección de la planificación y diseño de su cobertura, hasta mi cese en marzo de 2015. Tras mi cese y después de reiteradas peticiones para formar parte de la operación, los responsables de deportes y la cúpula de TVE y RTVE decidieron excluirme de los mismos. Nadie es imprescindible en esta RTVE.

Espero que las próximas semanas, haya o no gobierno, el PP, PSOE, UP, C's y el resto de partidos parlamentarios exijan al gobierno o al gobierno en funciones la inmediata democratización de RTVE. Así se comprometieron con los representantes de los trabajadores de RTVE antes de las elecciones del 20D. También espero que los partidos que apoyen al futuro presidente del gobierno, sea quien sea, así se lo exijan. RTVE no puede estar solamente al servicio de un solo partido. Ni el presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, ni su director general corporativo, Enrique Alejo, ni el director de TVE, Eladio Jareño ni el director de RNE, Alfonso Nasarre ni el director de rtve.es, Alejandro Vega ni el director de informativos, José Antonio Gundín, ni la directora de deportes de TVE, Yolanda García, habían enfrentado la dirección de una operación de estas características. Pleno al 15. Sólo tres personas del equipo directivo desplazado a Río tenían experiencia previa en la dirección de una operación de estas características, la más compleja que puede asumir una empresa como RTVE. Era un gran reto pero también una gran oportunidad. Me temo que lamentablemente perdida.

Cuatro años (2007-2011) duró la efímera independencia de RTVE, ojalá su recuperación no caiga de las agendas de nuestros líderes políticos. Pido lo mismo para los medios públicos autonómicos y locales. Si esto no fuera así, una vez más, la regeneración de las instituciones públicas quedará pendiente. RTVE representa algo que está en la esencia de la democracia; la libertad de información y el derecho de los ciudadanos a unos medios públicos independientes que informen, formen y entretengan y ayuden a conformar una opinión pública libre, sin el secuestro de la misma por los partidos en el gobierno de turno. Si los políticos quitan sus manos de RTVE, los profesionales estaremos a la altura de las circunstancias. Si dejan a RTVE en manos de profesionales independientes y la dotan de estabilidad y suficiencia presupuestaria muy buena parte del camino estará hecho.

Salvemos RTVE, por unos medios públicos al servicio de todos los ciudadanos.

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