Caritas y carotas

Van a ser 37 años de gobiernos de izquierda (y los que te rondaré, Moreno) y el PP sigue preguntándose por qué este inmerecido castigo si ellos lo hacen todo estupendamente bien. Es la misma conclusión a la que han llegado en más de tres décadas y a la que llegó también Bonilla tras conocer los resultados: la culpa fue de la chachá, de los votantes, de las circunstancias y de la pérfida Venezuela. Vamos, que por una vez que se ponen a hacer autocrítica les sale a devolver.

Del triunfo de Susana Díaz no hablaré más que para felicitarla y para felicitarnos a nosotros todos, incluidos los votantes del PP, que podemos respirar aliviados viendo alejarse el peligro popular, que no es que fuera a anidar entre nosotros, pero las elecciones a veces las carga el diablo.

También lo celebran los jóvenes cachorros de Podemos que de la nada han pasado a tener 15 escaños, un gran triunfo a mi modo de ver, aunque a ellos les parece poco, ya que aspiraban a desbancar al PP, al PSOE e incluso al mismísimo Dios tras asaltar los cielos. Es lo que tiene el ominoso régimen socialista, que nos ha permitido educar muchachos brillantes, aunque como padres fracasamos en inculcarles algo de humildad. Veremos cómo se comportan cuando lleguen al Parlamento y tengan que compartir entre ellos la plastilina.

Quienes también podrían estar contentos son los camaradas de IU, que con Garzón y Maíllo a la cabeza, han conseguido su objetivo: converger a toda costa con ‘Podéis’ desde una postura de izquierda, concretamente de un cero a la izquierda. La ventaja es que ahora tienen libertad para consultar a las bases si hubieran estado dispuestas a romper el pacto de Gobierno con el PSOE cuando tenían 12 diputados en vez de cinco, que por el escaño te la hinco.

De Ciudadanos, ese partido catalán liderado por un Albert, poco puedo decir, salvo darle la bienvenida y agradecer su presencia, que por fin la derecha patria se divide como siempre hace la izquierda, lo que nos da a los españoles la esperanza de que su existencia contribuya a que Rajoy se dedique a tareas más productivas, como registrar un estudio sobre las costumbres reproductoras de la almeja macha.

El cretáceo

Pero quien no acaba de encontrarse a sí mismo es el PP andaluz, que a las dos horas del cierre de los colegios se descolgaba de la realidad diciendo que el cambio deberá llegar a Andalucía más pronto que tarde. Esa podría ser la explicación, que viven en el cretáceo, la época de los dinosaurios, aunque por sus costumbres gastronómicas -sobre todo los que usan una tarjeta black- más bien parece que vivan en el crustáceo.

Si algún día tuviera ganas, que me parece que no, podría explicar a mentes tan preclaras lo que deben hacer para ganar en Andalucía. De momento les diré lo que no deben hacer, que es insultar a los andaluces con epítetos como cautivos, subsidiados y analfabetos, comprendiendo que si somos algo raritos en algunas cosas, es porque nuestro punto de partida, allá por los 80, estaba a años luz del de los demás. Sobre todo porque los ancestros del PP bien se ocuparon de ello durante cinco siglos a base de opresión e incluso de fusilamientos masivos, que todavía hay gente en los pueblos que aconseja a sus hijos no significarse, que te pueden llevar a la cárcel. Y eso es lo que hay: hambre recién quitada; anhelo de igualdad, que apenas comienza a hacerse realidad, y todavía miedo en muchas almas, sobre todo las que han sido educadas en el miedo.

Para superar todo esto el PP sólo tendría que enviarnos a alguien con un poco de cabeza, aunque bastaría con que fuera un demócrata elegido de entre nosotros y no señalado por el dedo de Dios. También ayudaría que desde Madrid no se nos tomara por tontos comparando al PP con Cáritas, tras recibir limosnas de los constructores y repartírselas en sobres. No me extraña que se les hayan puesto esas caritas tras conocer los resultados. Todavía creen que actúan bien a los ojos de Dios. Los muy carotas.