La elección del nuevo presidente del PP de Granada desvela el desgaste de la formación a nivel provincial

Álvaro López

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El Partido Popular continúa con su particular vía crucis en la provincia de Granada. Después de haber sido la formación dominante en las dos primeras décadas del siglo XXI, su relevancia está cayendo a niveles nunca vistos, según demuestra el último Congreso Provincial que se celebra con las cartas marcadas. En él, se elige al nuevo presidente de los populares, aunque para ser estrictos, más bien se reelige, porque vuelve a ser el mismo que lo ha sido en los últimos meses: Francisco Rodríguez, impuesto por Madrid para mantener el control de Granada.

Una elección, sin rivales, que clama entre los afiliados del partido porque consideran que evidencia el desgaste que está sufriendo el PP de Granada hasta situarse a rebufo del resto de las direcciones territoriales, cuando en su día fue una de las más importantes del país. Porque ven en Rodríguez a un político de perfil bajo e inexperto -viene de ser alcalde de Alhendín (Granada)-, hasta el punto de que solo el 2% de los afiliados le ha votado, aunque es cierto que para participar del sufragio había que estar al día de la cuota de 40 euros que hay que pagar anualmente y no todos lo están. Por eso, basta con establecer una serie de comparaciones con lo ocurrido hace tan solo cuatro años para entender cómo se ha desgastado la marca de los populares en tierras granadinas. Lo que en 2017 dejó una cascada de titulares, hoy apenas pasa de puntillas.

El XV Congreso Provincial del Partido Popular de Granada que elige a Francisco Rodríguez como su máximo dirigente hasta 2025, se enmarca dentro de la renovación que está haciendo el partido a nivel nacional y en todas las demarcaciones territoriales, por órdenes de Pablo Casado y su número dos, Teodoro García Egea. Algo que no todos han visto con buenos ojos, según fuentes del partido, porque el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, prefería evitar estos congresos por dos motivos: para no dar la imagen de que al partido le importan más los cargos que la actual situación del país y porque a su estrategia política no le ayuda que se aireen enfrentamientos provinciales, teniendo en cuenta el ascenso de Vox.

Cuatro años y muchas diferencias

Pero el XV Congreso Provincial de los populares granadinos es también el que menos interés ha generado tanto dentro como fuera del partido. El último, el de 2017, acaparó portadas por el enfrentamiento abierto entre el entonces presidente, Sebastián Pérez, y el aspirante y exconcejal del Ayuntamiento de Granada, Juan García Montero. El segundo acusó al primero de ansiar el poder, de odiarle a él y a todo lo que tenía que ver con el exalcalde de Granada, José Torres Hurtado, así como de querer hacerle la cama. De modo que llevó aquel proceso de elección hasta los tribunales al considerar que no fue limpio. Sin embargo, cuando parecía que sucedería todo lo contrario, la justicia acabó fallando a favor de Pérez porque García Montero ya no era afiliado del partido cuando los tribunales se pronunciaron.

Aquel proceso puso nombres y apellidos a los líderes de las dos facciones que había entonces en el partido y que hoy siguen existiendo, aunque con menos fuerza. Pérez está prácticamente desahuciado, hasta el punto de que en enero del año pasado renunció a la presidencia y meses más tarde a sus cargos como concejal del Ayuntamiento de Granada, y García Montero ni siquiera sigue en el partido y quienes formaban parte de su equipo ahora integran otras formaciones o han preferido mantener un perfil bajo y al servicio de la dirección provincial de turno. Algo que ayuda a entender por qué el PP de Granada elige a un nuevo presidente sin que apenas interese ni mediáticamente ni ante los afiliados.

No quedan voces críticas que se atrevan a contradecir a la dirección regional o nacional del partido. La deriva del Partido Popular granadino, siempre según fuentes de la formación, ha provocado que, tras la purga del expresidente provincial, Pablo García, y su cúpula el pasado mes de septiembre, pocos tengan ganas de disputar el liderazgo de Granada. Aunque llegó a haber un amago hace apenas unas semanas. José Robles, el último eslabón con poder que queda de la etapa de Sebastián Pérez, era íntimo amigo de Francisco Rodríguez, pero cuentan compañeros suyos que los celos por la pérdida de protagonismo le llevaron a tratar de probar un asalto al poder.

Robles solicitó una serie de documentos a la dirección provincial de Rodríguez que no le facilitaron, lo que encendió sus ánimos. Al ver que no tenía capacidad de influir sobre el nuevo presidente provincial, intentó presentar una lista alternativa con Meri Sadaba, alcaldesa del PP en Las Gabias (Granada), como candidata a la presidencia. Pero, según voces internas de la formación, una llamada de Teodoro García Egea consiguió calmar las aguas. Quizá, cuentan, porque Robles, que actualmente es senador por Granada del Partido Popular, fue invitado a no probar suerte si quería seguir optando a ser cargo electo en las próximas elecciones.

El factor Marifrán

Mientras el PP granadino otea un horizonte con Francisco Rodríguez como líder de bajo perfil, una buena parte de los 22.000 afiliados de los populares sigue creyendo que la actual consejera de Fomento de la Junta de Andalucía, Marifrán Carazo, debería ser la máxima dirigente del partido a nivel provincial. Sin embargo, la realidad es que Carazo prefiere evitar cualquier enfrentamiento, toda vez que fuentes de su partido consideran que el Partido Popular de Granada va camino de una travesía en el desierto que dejará cadáveres políticos.

De cara a los próximos meses, el futuro se juega en el Ayuntamiento de Granada donde Sebastián Pérez tiene la espada de Damocles. No se sabe bien si sobre él mismo o sobre la cabeza del actual alcalde, Luis Salvador (CS). Al haber enarbolado la bandera del “2+2” que implicaría que Ciudadanos dejaría paso al Partido Popular en el sillón de regidor este mismo año, Pérez apura sus opciones para influir en la Plaza del Carmen. El objetivo, que está en el mes de mayo, deberá decidirse en las semanas que vienen, pero que no serán sencillas para nadie, sobre todo desde que en los mentideros de la ciudad se da por hecho que Luis Salvador busca huir de Ciudadanos, que está en descomposición, para buscarse un sitio en el PP andaluz.