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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

La regeneración del bosque: una tarea cada vez más difícil

La regeneración del bosque: una tarea cada vez más difícil

Lorena Gómez-Aparicio

Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS/CSIC) —

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Los bosques son sistemas de un enorme valor ecológico de los que todos disfrutamos y nos beneficiamos no sólo cuando decidimos usarlos para pasar nuestro tiempo libre, sino día a día casi sin darnos cuenta gracias a su papel regulador del clima, las reservas de agua y la calidad del suelo. Conservar los bosques e intentar aumentar su superficie se ha convertido en un objetivo recurrente en los planes y políticas de adaptación y mitigación al cambio climático a escalas mundial, nacional y regional.

Plantar nuevos árboles aparece por tanto como una herramienta estrella para solucionar nuestros problemas en un mundo cada vez más cálido y seco. Sin embargo, la tarea de sembrar una semilla y conseguir que viva hasta llegar a convertirse en un árbol adulto no es nada fácil. No en balde cada árbol produce millones de semillas a lo largo de su vida para asegurarse el reemplazo generacional. El proceso de regeneración de un bosque es mucho más complicado de lo que pueda parecer.

¿Qué factores hacen tan difícil que una semilla o plántula pueda llegar a convertirse en árbol? A nadie le parecerá extraño que en sistemas mediterráneos como los nuestros, caracterizados por ser la lluvia un bien escaso particularmente durante el verano, la sequía constituya un factor de mortalidad clave para las pequeñas semillas y plántulas. Es por ello que los científicos que nos dedicamos a estudiar el funcionamiento del bosque mediterráneo llevamos décadas tratando de descifrar los entresijos de la respuesta de las distintas especies a la sequía y a buscar medidas para paliar sus efectos.

Sin embargo, en un estudio reciente realizado por nuestro equipo del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC) hemos puesto de manifiesto la importancia de una nueva amenaza para la regeneración natural de nuestros bosques: los patógenos exóticos. Mediante experimentos con fungicida realizados en el Parque Natural Los Alcornocales (Cádiz) se demostró que los patógenos del suelo, incluyendo el agresivo patógeno asiático Phytophthora cinnamomi, podían reducir hasta un 40% el éxito de germinación y supervivencia de semillas y plántulas de las múltiples especies de árbol y matorral que habitan nuestros bosques, como el alcornoque o el acebuche.

Este trabajo demuestra además la importancia de la experimentación en campo para entender las causas de la falta de regeneración que dificulta el mantenimiento a largo plazo de muchos de nuestros bosques. Los patógenos del suelo como P. cinnamomi actúan destruyendo las raíces finas que las plantas usan para absorber agua y nutrientes, las cuales acaban muriendo de hambre y sed.

El resultado es por tanto una planta marrón y seca, de cuya muerte se ha culpado tradicionalmente a la característica sequía mediterránea, y más recientemente a su agravamiento debido al cambio climático. Sin embargo, la nueva información derivada de este estudio sugiere que una parte importante de esta mortalidad ha podido estar causada en muchos sistemas, sin saberlo, por patógenos exóticos introducidos desde otros países. 

Como resultado de la globalización, los patógenos exóticos se han convertido en un enorme problema para la salud de los bosques. Si bien algunos de estos organismos exóticos llevan ya casi un siglo en nuestro país afectando a árboles como el olmo o el castaño, su número se ha incrementado exponencialmente en los últimos años, en gran parte debido a su introducción inadvertida en plantas usadas en repoblaciones forestales. Posiblemente en ningún otro momento la sociedad haya sido tan consciente cómo lo es ahora, a raíz de la pandemia del COVID-19, del enorme problema que la introducción en los ecosistemas de nuevos organismos patógenos puede representar para la salud.

Como los humanos, las plantas también enferman, y el equilibrio de sus comunidades también está siendo amenazado de forma cada vez más frecuente e intensa por nuevos organismos patógenos. Si algo nos ha enseñado la actual pandemia es la necesidad de invertir en investigación destinada a entender la diversidad y funcionamiento de nuevos microorganismos causantes de enfermedades, así como la urgencia de desarrollar herramientas de control eficientes que frenen la introducción y dispersión de estos patógenos antes de que se conviertan en un problema de magnitud descontrolada. Esta necesidad es totalmente extensible a los bosques, y ha de considerarse una línea de investigación fundamental futura si queremos tener bosques sanos que contribuyan a mantener nuestra propia salud.

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