La muerte de Haitam en un locutorio de Torremolinos: un juzgado investiga una intervención policial con pistolas táser
Un hombre de 35 años murió el pasado domingo tras recibir varias descargas. La familia, que aún no ha recibido la autopsia, dispone de vídeos donde no se observa la actitud agresiva que exige el uso de estas armas
Haitam Mejri, de 35 años, murió el pasado domingo durante una intervención policial en Torremolinos. El hombre, asentado desde hace tiempo en Málaga con su hijo de siete años, entró a un locutorio en torno a las 19:30 de la tarde y no salió con vida. En el interior, recibió descargas de al menos una pistola táser manejada por agentes de la Policía Nacional. Los sindicatos policiales han defendido la actuación de los agentes por la supuesta agresividad del individuo; la familia rechaza esa versión y ha llevado el caso a los tribunales. Los vídeos difundidos hasta ahora no revelan la supuesta agitación. El juzgado de instrucción 4 de Torremolinos investiga los hechos.
Este viernes por la tarde se concentraron unas 500 personas frente al locutorio. Pedían “justicia para Haitam” y clamaban contra la “violencia policial”. “Queremos al menos que limpien si nombre. No fue a robar ni hizo nada raro”, dice una persona cercana a su madre a propósito de versiones que estos días han puesto en circulación algunos sindicatos policiales.
Por ahora, la familia no conoce ni los resultados definitivos de la autopsia ni ha tenido acceso a las cámaras de seguridad del locutorio u otros comercios cercanos que puedan aclarar qué sucedió. Tampoco al atestado policial ni a los vídeos que automáticamente se graban desde la posición del agente cuando estos activan las pistolas. El atestado llegó al juzgado el miércoles a mediodía, en torno a 60 horas después de los hechos, pero aún no les han dado traslado, según su abogado. El viernes por la mañana tampoco habían recibido autorización para retirar el cadáver del Instituto de Medicina Legal. “No tenemos nada”, protesta Nasser, hermano de Haitam, cuatro días después de que ocurriera todo. Seis días después, la familia sigue reclamando el cuerpo para darle sepultura, probablemente en Marruecos.
Sí existe un informe del Instituto de Medicina Legal del día 8 de diciembre (un día después del fallecimiento), donde se determina que la muerte fue “violenta”. Esto significa que un agente externo, por ejemplo un golpe provocado por una caída o una descarga, provocó el fallecimiento. Sin embargo, ese documento no es aún el informe de autopsia, y por tanto no recoge aún cuál es ese factor externo.
Vídeos grabados por testigos
La Policía justifica la intervención policial por la denuncia de un intento de “robo con violencia” en el locutorio, recibida a través de una llamada del 112. Fuentes oficiales señalan que cuando la primera pareja de agentes llegó al lugar se encontraron al hombre en “avanzado estado de agitación”, lo que habría motivado el empleo del táser, un arma restringida para situaciones de riesgo vital.
Un momento de la concentración de este viernes en Torremolinos. N.C.
Los testimonios recabados por la familia y los vídeos difundidos hasta ahora muestran una secuencia troceada de los hechos de en torno a un minuto: se ve al hombre manipulando en silencio, a un agente que se acerca con el táser en la mano y el momento en que el hombre ya está en el suelo y grita, recordando que hay cámaras que están grabando lo que ocurre. Son cuatro vídeos grabados por testigos de la intervención en los que no se percibe la amenaza para la vida y en los que se escucha a los testigos bromear con la situación.
En el primero, de apenas seis segundos, se observan objetos en el suelo. Haitam sujeta un teléfono. “No veas la que está liando”, comenta alguien con tono jocoso. “¿Y tú no puedes abrir?”, pregunta una mujer. “No quiero abrir”, contesta el dueño, presumiblemente. A partir de aquí, todo ocurre en menos de un minuto. El siguiente vídeo, de 22 segundos, muestra al fallecido que habla y da explicaciones con un móvil en cada mano, mientras un policía a dos metros de distancia se le acerca con su pistola táser en la mano. Ambos están en aparente calma. No se les oye. Un reloj de pared muestra las 19:53. Brevemente, al comienzo de este vídeo aparece un teléfono móvil del escaparate con otra hora: 20:22.
En el tercer vídeo, el mismo policía le apunta con el arma a un metro de distancia, mientras él baja la mano izquierda, en la que lleva un móvil. La derecha no se ve. “Suelta lo que llevas en la mano”, le dice. “Ja, le va a pegar un tiro al final”, dice alguien desde fuera. El cuarto muestra la intervención cuando el hombre ya está en el suelo: se escucha el chasquido eléctrico del táser, los gritos de dolor de Haitam y a un policía: “¡Quieto!, ¡Quieto o te pego otro!”. “¡Están las cámaras allí!”, se escucha decir al fallecido, que pronuncia otras frases ininteligibles. Al comienzo de este último vídeo aparece en imagen el mismo móvil del escaparate. Sigue marcando las 20:22.
En los vídeos conocidos hasta ahora no se percibe ningún objeto que pudiera usar como arma, y el Policía que se le acerca no da signos aparentes de estar ante una intervención vital. Sí se atisba un objeto rojo entre la palma de Haitam y uno de los dos móviles que sostiene, de una longitud inferior a unos diez centímetros, pero no lo muestra ni amenaza. “Tenemos diez testigos que dicen que no amenazó a nadie”, insiste su hermano.
También le han dicho que tres agentes intervinieron en la reducción. “Mi hermano giró la cabeza para mirar al de adelante, y el de al lado le electrocuta. Uno le pisa el cuello, otro se pone sobre la barriga, y otro le dice ”calla o te electrocuto“”. Un testigo confirma a este medio esa versión.
Tras ser reducido, entró en parada cardiorrespiratoria, según la Policía. “No tenía ningún problema cardiaco”, dice su hermano. Ni los agentes ni la UVI móvil consiguieron reanimarlo.
El uso del táser
Las pistolas táser están diseñadas para neutralizar a una persona o un animal mediante una descarga eléctrica. El cuerpo recibe una serie de breves descargas de entre 1.000 y 2.000 voltios, suficientes para alterar las funciones musculares.
“La intervención fue muy limpia. La táser se usó en condiciones óptimas”, defiende Miguel Ángel Millán, portavoz de la Confederación Española de Policía (CEP) en Málaga. “Los vídeos proporcionan lo que uno quiere. Hay que ver los vídeos que graba la cámara que portan los funcionarios”, señala. “Sabemos que es lo último. No se usa por gusto, y para eso nos enseñan”, asegura.
A la concentración de este viernes acudieron unas 500 personas. N.C.
El Ministerio del Interior empezó a distribuir estas armas en 2020. Es necesario estar habilitado para su uso, en teoría restringido como último recurso para casos en que exista un riesgo grave para los agentes, la persona o terceros. Sin embargo, el Ministerio nunca ha publicado el protocolo, ignorando al Consejo de Transparencia, que le instó a hacerlo en una resolución de mayo de 2023. El abogado de la familia ha solicitado a la jueza que lo requiera.
En marzo de este año Amnistía Internacional pidió una regulación estatal que delimite claramente el uso del táser en cuerpos policiales para evitar posibles abusos. En los últimos años se ha generalizado su uso. Según una investigación internacional de la organización, los organismos encargados de hacer cumplir la ley “abusan de forma generalizada” de estos dispositivos “debido a la alarmante falta de regulación”.
La familia insiste: sólo quería un cargador
La familia habla de “injusticia” y rechaza cualquier móvil económico. Nasser relata una versión que le han transmitido, dice, testigos directos de la situación. Cuenta que aquella tarde Haitam se había quedado sin batería en su teléfono. También sin dinero, de modo que entró en un establecimiento de kebabs y pidió cargar el terminal para poder pagar con una tarjeta virtual. Dicen sus familiares que era habitual en el quedarse sin batería. Entró, según los testigos que cita Nasser, “ebrio o agitado”, pero no violento. “Ir bebido no justifica nada”.
De allí lo echaron “sin peleas ni insultos”, y él decidió parar un taxi, al que le dijo que necesitaba cargar el teléfono para pagarle. El taxista lo rechazó, y Haitam entró entonces en el locutorio, nuevamente con la intención de cargar el móvil, y ofreció al dueño comprar el cargador. “Le dice que paga en cuanto se encienda, pero el dueño dice que no y mi hermano, según una mujer que lo vio todo, empezó a discutir. El hombre salió del local y encerró a mi hermano en la tienda”.
El dueño del locutorio habría llamado entonces al 112. En ese punto, con la mecha del conflicto ya prendida y Haitam encerrado contra su voluntad en el local, empiezan a grabarse los vídeos.
Concentraciones en Torremolinos
La madre, Amina, recibió la noticia de que su hijo había muerto alrededor de 16 horas después, según relata Nasser, quien cuenta que la llamaron por teléfono a las 8:00 de la mañana para comentarle “algo sobre su hijo”. Pero cuando ella les dijo que se iba a trabajar evitaron concretar. “Se presentaron a las 12:00. Son muchas horas sin decirnos nada”. La mujer estaba sola en Málaga, y Nasser llegó después. Regenta un popular establecimiento de kebabs desde hace 27 años.
Un improvisado altar en el lugar en el que ocurrieron los hechos. N.C.
Desde hace días, el locutorio en el que murió, situado en la calle Hoyos de Torremolinos, amanece con flores y velas en recuerdo de Haitam. Este viernes se celebró una concentración en ese lugar. También han protestado en el barrio malagueño de Las Delicias, donde residía. Las pancartas que se leen estos días denuncian el “abuso” y piden “justicia para Haitam”.
La portavoz de Podemos en el Congreso, Ione Belarra, ha escrito: “Decir que ”mueres“ de un infarto mientras la policía te detiene es lo mismo que decir que las mujeres ”mueren“ a manos de su pareja mientras les dan una paliza. No son muertes, son asesinatos y esto es violencia policial racista que hay que parar ya”.
CEP ha solicitado al Comisario Provincial que interponga una querella contra Belarra y usuarios de redes. Cree que algunas expresiones podrían ser constitutivas de injurias graves contra el agente, calumnias y delito de odio, “al promover hostilidad hacia los agentes de policía y atribuir motivaciones racistas sin fundamento”.
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