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Rendirse a Zahara de los Atunes

Atardecer en Zahara de los Atunes.

Nacho S. Corbacho

Zahara es vida, Zahara es luz. Es un lugar donde la riqueza se entiende de otra manera. Aquí no va ligada con lo económico, sino a lo natural. A las dunas, a las playas, a los atunes. A la poca necesidad de mirar el reloj. Para qué, cuando las horas las marcan el sol y el viento.

Zahara de los Atunes es una caña y una tapa de caracoles, una tosta de ventresca en manteca, el rojo de la carne del retinto. También un paseo por la orilla en busca de orejillas. Sentir el fuerte levante y el frío del poniente. Y una almadraba en el horizonte. En Zahara se comprende la verdad, se entiende Cádiz, se aprende que la vida es otra cosa. Y a reír: por algo es la cuna del cachondeo.

Basta pasear temprano por orilla de sus playas cada mañana, cuando saludar con un “buenos días” es todavía sagrado. Decenas de personas recorren la costa hasta llegar incluso a Barbate, a unos nuevo kilómetros, una forma de hacer ejercicio y arrancar el día de otra manera. Como lo es tomar un café con las largas olas del Atlántico rompiendo en tus pies o desayunar unos ricos churros mientras el día se despereza.

Atún en mil formas

Es el momento perfecto para adentrarse en la Plaza de Abastos local, donde tres pescaderías te ofrecen los mejores frutos del mar gaditano: pargos, salmonetes, caballas, sardinas, róbalos, sargos, cazón, huevas... y, por supuesto, atún en mil y una formas. Por su parte, las carnicerías tienen como estrella la carne de retinto, especie que puebla la Costa de la Luz y que te puedes encontrar sobre la arena de cualquier playa, paseando por la carretera o pastando a tu lado en casi cualquier lugar.

Muy cerca del mercado se ubica el supermercado Aarón, donde encontrar productos básicos pero también otros que no hallarás salvo en algunos espacios gourmet de grandes ciudades. Conservas de atún, carne fresca de retinto, una amplio catálogo de vinos y aceites, quesos de cabra payoya, sardinas ahumadas y otras muchas delicatessen con sabor a Cádiz y Barbate, municipio del que Zahara de los Atunes forma parte. La despensa también se puede llenar en Pata negra gourmet, especializada en productos de almadraba, ibéricos y de retinto.

Pero ya habrá tiempo para las compras: es el momento de tumbarse en la arena a relajarse. Las playas de la localidad son largas, anchas. Atlánticas y gaditanas. La más popular es la Playa del Carmen, frente al barrio marinero de Zahara de los Atunes, donde las barcas de los pescadores toman protagonismo junto a las sombrillas. Cuenta con cinco kilómetros de arena donde poner la toalla nunca será un problema. A la altura del Castillo de las Almadrabas, con bajamar, se pueden observar los restos de un vapor, de nombre Gibralfaro, hundido a comienzos del siglo XX y que da cierto aire histórico al lugar.

Tras el Cabo de la Plata se extiende la Playa de los Alemanes, de kilómetro y medio de largo y mansiones que dan cierta envidia desparramadas sobre la falda de la Sierra de la Plata. Su límite es el Faro de Camarinal, una vieja torre vigía del siglo XVI reconvertida al nuevo uso a principio de los años 90.

Un camino asciende hasta allí -no se puede acceder con vehículo- y permite disfrutar de una preciosa panorámica, así como observar la cresta de la duna de Bolonia a apenas dos kilómetros en línea recta. En carretera la distancia entre ambos puntos se multiplica por 20 debido a la zona militar y a la intención de preservar el entorno natural.

La pasarela de madera junto al Faro de Camarinal da la oportunidad de acercarse a algunos de los búnkers que hay repartidos por el litoral construidos tras la Guerra Civil. Hormigón que se esconde entre pinares, rocas, lentiscos, sabinas y enebros costeros, como el que se puede tocar en la Playa del Búnker o, ya más derruido, en la Playa del Cañuelo.

Ir hasta ella es una pequeña aventura que supone atravesar un sendero sin señalizar que desciende hasta el litoral. El esfuerzo merece la pena: una playa tranquila, alejada de cualquier ruido y con bosques alrededor recompensa el esfuerzo. Y más allá, dos pequeñas calitas prácticamente desiertas todo el año.

Si a Zahara de los Atunes hay que ir con ganas de playa, también hay que hacerlo con hambre. La localidad cuenta con una increíble concentración de restaurantes en los que el protagonista es el pescado y la estrella principal el atún. Especialmente en el mes de mayo, cuando cada año se celebra la Ruta del Atún, pero también el resto del año.

De entre toda la oferta gastronómica reina La Taberna del Campero, sucursal del barbateño El Campero. No es fácil encontrar mesa y tampoco unos taburetes altos en los barriles, pero siempre merece la pena esperar. Brocheta de atún rojo en tempura o Solomillo de atún rojo a la roteña son solo algunos de los muchos bocados que tienen a este pez como protagonista, pero más allá hay arroces, carnes, pescados y propuestas como el Revuelto de ortigas y gambas.

En la misma calle y a apenas unos metros Trasteo es otro de los lugares más interesantes de la gastronomía zahareña. Su amplio salón está lleno de trastos, obras de arte y muchos elementos nacidos gracias al reciclaje. Cocina informal y ambiente desenfadado definen a esta taberna viajada que usa los productos gaditanos como base. José Fuentes y Laura López son los responsables del negocio y la cocina. “Trasteo es un lugar donde cocinamos con todas las influencias de los viajes que hemos realizado en los últimos años por Asia y países como México o Perú”, explica José Fuentes.

El Satay de atún es uno de sus platos estrella, como también el morillo de atún guisado o la ensalada de calabacín, parmesano y trufa. Riquísimo están los tacos de atún con guacamole, cebollas encurtidas, maíz tostado, salmorreta, tobico wasabi y cilantro. Para refrescar el pique, todos los postres llevan helados hechos en la cocina del restaurante. Nada como acabar el menú con una tarta lemón pie a base de limón, merengue y violetas. Sabores e imaginación que se encuentran también en Kulto, el restaurante que ambos regentan en Madrid.

Muy cerca también se encuentra Ramón Pipi, un restaurante de los llamados de producto porque allí es precisamente lo que prima. Pargo, besugos, langostinos y un amplio catálogo de pescados donde, por supuesto, también reina el atún. Y, más allá, croquetas de txangurro o corvina o un Bao de cangrejo tempurizado, que suena tan bien como sabe. Fuera de carta, productos como las ostras redondean un lugar luminoso, bien decorado y donde la comida se disfruta al cien por cien.

A un paso, el restaurante Gaspar posee otra de las cocinas más interesantes de la localidad. Especializado en el atún en diversas presentaciones, también es conocido por el pulpo a la brasa, aunque destaca su gran trabajo con la carne de retinto. De hecho, el Tartar de retinto es uno de los platos estrella del establecimiento y merece, por sí mismo, el viaje hasta Zahara de los Atunes.

Más allá, otros muchos restaurantes hacen de la oferta gastronómica una de las mayores en relación a la población. La espectacular cocina del Hotel Antonio, los diferentes premios en la ruta del atún de El Vapor, las novedades del recién llegado Salvaje o las frituras, mariscos y pescados de Casa Juanito, entre otros, permiten una variada y suculenta ruta.

Para el café, frente a Gaspar se ubica El Candié, una pastelería y panadería donde encontrar numerosos dulces artesanos y con sabor local como las tortas del almendra, además de productos exquisitos: regañás con algas o aceite de carabinero son dos buenos ejemplos que, además, sirven para llevar el sabor del Atlántico a la cocina de casa.

Un comercio singular

Pero en Zahara no todo es comer, también hay numerosas tiendas. Una de las más diferentes y atractivas es Sotto Scala, espacio personal del artista italiano Mauro Basile. Allí trabaja la madera que encuentra varada en las playas zahareñas, la cerámica y la pintura para crear llamativas obras que se inspiran en el entorno. “Es un taller donde se cuecen las ideas y donde se ronquean las historias de los pescadores, los sabios del lugar. Lo que hacemos es percibir esas historias y desarrollarlas con nuestra visión artística, jugando con los elementos y materiales de nuestro alrededor”, cuenta Mauro, que abrió este rinconcito en marzo de 2016.

Se trata de su segundo establecimiento, ya que seis años antes puso en marcha Me Piace junto a la argentina Eva Rolon. Otro rincón diferente. “Nos dimos cuenta que el atún sólo estaba en los platos, pero que con él se podía hacer mucho más”, recuerda Mauro. Camisetas, bolsos, bisutería y complementos en general fueron sus creaciones con este pez como inspiración. Líneas que ahora han ampliado a otros habitantes de las aguas gaditanas como las orcas y otros cetáceos.

También sobresalen propuestas de moda como las prendas y complementos customizadas a mano por el equipo de Con luz propia, siempre con cierto toque bohemio y hippy. Y, más allá, Bunda o Soda, perfectos establecimientos para renovar el armario al completo. Y otras muchas más alternativas.

Atardecer en el cabo de Trafalgar

La tarde de compras se convierte en noche cuando el sol se pierde en el horizonte junto al faro de Trafalgar, que brilla con una frecuencia exacta en ciclos de 15 segundos como aviso a navegantes. En ese momento se produce una especie de aurora boreal zahareña, con colores que llenan el horizonte de azules, violetas, naranjas y rosas para conformar un paisaje con el que todos se quieren fotografiar.

Un fin de fiesta perfecto para una jornada a la que aún le queda el último bocado: la noche. No hay más que seguir descubriendo restaurantes y dar gracias por la existencia del pescado al que el propio nombre de Zahara de los Atunes rinde tributo.

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