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Río Verde: un paseo entre pozas color esmeralda y puentes colgantes

Una de las pozas con cascada de Río Verde.

Nacho S. Corbacho

Pozas de color esmeralda. Altas paredes calizas. Exuberante vegetación y un paisaje que parece sacado de Los Pirineos. Andalucía esconde increíbles secretos en lugares insospechados. Y el Río Verde, a las afueras de la localidad granadina de Otívar, es uno de ellos. Por eso se ha convertido en uno de los espacios preferidos para senderistas y amantes de deportes como el barranquismo. Pero también para familias que aprovechan el relativamente sencillo acceso a las primeras charcas para pasar un refrescante día de campo.

El barranco de Río Verde forma parte del Parque Natural Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama, cuyas cumbres hacen de frontera natural entre las provincias de Granada y Málaga. Llegar hasta él no es difícil, pero requiere atravesar una finca privada. De ahí que exista un control de acceso y que, actualmente, la Sociedad Cooperativa, Agrícola y Ganadera del Campo de Cázulas cobre una entrada de cinco euros por persona y otros cinco por vehículo.

Desde la verja de entrada hasta el aparcamiento de la Junta de los Ríos existe un carril de tierra que se prolonga durante alrededor de ocho kilómetros con numerosísimas curvas. Pero el trayecto merece la pena: transcurre por un paisaje declarado de Interés Cultural por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Poco después de atravesar un estrecho tramo, cruzar el puente sobre el río y llegar ya al parque natural de dominio público, se encuentra el aparcamiento.

Unos metros más adelante aparece la primera poza, que sorprende por un intenso color esmeralda y la agradable temperatura de su agua, así como un salto para liberar adrenalina. Es el perfecto entrante para el menú que conlleva esta ruta por el barranco de Río Verde y que incluye el paso por dos puentes colgantes (otros cayeron en una crecida en 2007 y no han sido reparados), varios miradores y la posibilidad de refrescarse en numerosas pozas.

Una gran idea es realizar esta ruta combinando el senderismo con los chapuzones. Basta un calzado adecuado para caminar por tierra y que se pueda mojar para empezar. El recorrido se realiza a través de una pequeña senda se interna en el Parque Natural sin alejarse nunca del río, con cuyo cauce se cruza en diferentes ocasiones, perfectas para sumergirse en aguas cristalinas. Desde las laderas cercanas, otros barrancos como el del Lagarto, Mina Rica o La Topera alimentan periódicamente el caudal. Es precisamente la erosión por el constante paso del agua, durante miles de años, la que ha creado los saltos, cañones, cascadas y charcas de colores llamativos que hacen tan especial a este lugar.

En la ribera crecen numerosos endemismos botánicos entre los que, a medida que se asciende, se va abriendo una vegetación de media montaña. Por el camino es también posible encontrarse con ejemplares de cabra montés, uno de los animales más representativos de esta zona montañosa. Mientras, bajo los arbustos se esconden los tímidos lagartos ocelados y el cielo lo sobrevuelan águilas reales y halcones peregrinos. Al fondo, varios pinares donde se esconden las ardillas tapizan de verde la montaña para configurar un escenario natural único.

Lo que más sorprenden son los saltos y cascadas que ofrece el río hasta llegar a una de las más espectaculares, llamada de la i griega, un salto que supera los diez metros de altura. La cascada del monstruo, la poza gélida o el salto del romero son algunos de los nombres con los que se conocen otros puntos de este sendero señalizado. En la parte más alta se ubica la cascada de los árboles petrificados, uno de los lugares más interesantes del recorrido.

Y mientras los senderistas ascienden el camino aguas arriba, son numerosas las personas que practican el barranquismo en sentido contrario. Existen hasta medio centenar de empresas que ofrecen esta práctica deportiva, que en este río encuentra condiciones perfectas para ello. “Es, posiblemente, el lugar con las mejores condiciones para hacer esta actividad con turistas”, cuenta Santiago Medina, monitor titulado, guía y uno de los responsable de la empresa Tropical Extreme, que ofrece esta actividad desde hace 15 años. “Se trata de un barranco que se mantiene muy bien de agua todo el año, su entorno es espectacular, el agua está muy limpia y la zona tiene una temperatura media de unos 23 grados, facilitando este deporte durante prácticamente todo el año”, añade.

Existen varias posibilidades que permiten la práctica del barranquismo a prácticamente cualquier persona. De hecho, Medina cuenta que la ruta de iniciación es la elegida por el 90 por ciento de los clientes, así como el itinerario familiar, apto para niños de a partir de entre unos diez años. Finalmente, la integral está destinada a personas que ya poseen experiencia previa y cualidades aptas para realizarla, ya que ofrece más dificultad. “Lo bueno es que todas las opciones son divertidas y ningún metro del recorrido tiene desperdicio”, concluye el monitor.

Por eso el barranco del Río Verde se puede disfrutar de multitud de maneras siempre, ojo, respetando el entorno y sin dejar ningún tipo de residuos. Como suele decirse entre los montañeros, hay que dejar el monte más limpio y mejor que como nos lo hayamos encontrado.

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