Prohibido que la publicidad impida ver la Giralda

La nueva ordenanza blinda la Giralda de cualquier publicidad inadecuada.

Antonio Morente

Sevilla —

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La Giralda tiene que poder verse siempre. Y ya puestos, también la Catedral. Así lo determina la modificación de la ordenanza de publicidad que el Ayuntamiento de Sevilla quiere aprobar en el pleno de manera inicial este mismo mes de febrero para que entre en vigor antes del verano, porque la normativa actual es veterana (data de 2007) y la realidad de los nuevos modelos y soportes publicitarios (por ejemplo, las pantallas digitales) la dejó obsoleta hace ya bastante tiempo.

Lo de la Giralda y la Catedral es tal cual, porque literalmente se prohíbe cualquier instalación publicitaria en todo lugar que “pueda impedir la visión general” de ambas. Se cita expresamente a estos dos símbolos, pero también se limita toda publicidad que se sitúe “en zonas de influencias o perspectivas comunes” a otros monumentos, edificios, calles o conjuntos de importancia patrimonial o ambiental.

Dos ejes protegidos

Lo cierto es que la parte más monumental y turística del casco histórico de Sevilla se blinda ante cualquier elemento que pueda dañar el paisaje urbano, para lo que las modificaciones que se introducirán en la ordenanza delimitan dos ejes con especiales restricciones: San Fernando, Puerta de Jerez y Avenida de la Constitución por un lado y, por otro, Santa Cruz, Hernando Colón, Plaza de San Francisco, Francisco Bruna, Entrecárceles y Plaza del Salvador.

En estas zonas (que podrían ampliarse si se considera necesario) se prohíben por ejemplo las pantallas digitales que pueden verse en muchos establecimientos como reclamo. En el resto del casco histórico, y en el conjunto de la ciudad, se podrán instalar si no superan los tres metros cuadrados por escaparate y local, aunque se harán excepciones durante 15 días dos veces al año, como en Navidad. Incluso los quioscos de prensa y chucherías podrán ponerlas por dos de sus laterales, siempre y cuando no estén ubicados en estos enclaves.

La intención con esta medida es que los espacios monumentales de la ciudad no se conviertan en una acumulación de pantallas a lo ‘Blade runner’ o que aquello acabe como una explosión de luz más propia de Las Vegas. Por cierto, que también se regula la intensidad lumínica de todos los soportes publicitarios, con la idea, se apunta, de garantizar un nivel adecuado en las proximidades de otro edificio.

Nada de sustos

Más novedades: nada de elementos que, por sus características, puedan “alterar el estado de las cosas, crear alarma o confusión, desvirtúen el alumbrado público, produzcan molestias visuales, ruidos o dificulten la visión de las señales de tráfico”. En el conjunto histórico también se prohíben carteleras, monopostes, pinturas y vinilos, y hasta las banderolas si se ubican en solares y obras. En este entorno quedan asimismo vedados los anuncios en globos estáticos o cautivos.

La nueva ordenanza, con unas medidas que ya se están implantando en otras ciudades, supone en la zona patrimonial una vuelta de tuerca después de que en un primer momento se obligase a una unificación estética de publicidad y cartelería en el eje Avenida de la Constitución-San Fernando, gasto que asumían los comerciantes. La misma medida se implantó después para el barrio de Santa Cruz y su entorno, pero aquí la cosa va más lenta porque estalló la pandemia de coronavirus y lo puso todo al ralentí.

No vale cualquier placa

Puestos a abarcar el máximo de soportes, se regulan también las proyecciones publicitarias sobre fachadas (limitadas a espacios como edificios terciarios o equipamientos deportivos) y hasta la instalación de las placas conmemorativas que tanto abundan en muchas fachadas, que a partir de ahora deberán tener unas dimensiones y materiales obligatorios, además de ubicarse en determinados espacios. Para mayor control, todas las que se quieran colocar en algún punto del conjunto histórico deberán tener el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio.

En esta línea de incrementar la supervisión, todas las instalaciones publicitarias en el conjunto histórico deberán contar con licencia previa, lo que obliga a realizar un trámite específico. En el casco histórico se limitan hasta los rótulos perpendiculares, que sólo podrán colocarse si son de servicios públicos, sanitarios, farmacias, de seguridad, asistenciales y de hospedaje, aunque incluso estos anuncios estarán prohibidos si el edificio está declarado BIC (Bien de Interés Cultural) o goza de alguna protección especial.

El encargado de presentar toda esta nueva regulación publicitaria ha sido el delegado de Hábitat Urbano, Turismo y Cultura, Antonio Muñoz, quien ha subrayado que cuenta con el aval de las dos agrupaciones representativas del sector de los quioscos de prensa y chucherías, así como de las asociaciones de empresas de publicidad y de comerciantes (Aprocom). Si el pleno municipal del jueves que viene avala la aprobación inicial de esta ordenanza, que busca el “equilibrio” para que la publicidad “conviva de manera armoniosa con la protección del patrimonio”, se someterá a información pública para que se presenten alegaciones y así mejorarla, ya que “no estamos hablando de un documento cerrado”.

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