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Dos años de cárcel por destrozar el Archivo Diocesano de Teruel para ascender en la Orden de Malta

El anterior Gran Maestre de la Orden de Malta con el Papa Francisco en una imagen de archivo

Alberto Pozas

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Hace una década un hombre entró en el Archivo Histórico Diocesano de Teruel y empezó a buscar partidas de bautismo y matrimonio de hace varios siglos. Su objetivo era buscar pruebas de su linaje y árbol genealógico para ser nombrado 'Caballero de Honor y Devoción' en la Orden militar de Malta, y para conseguirlas arrancó hasta cuatro páginas de los archivos históricos para llevarse los documentos que necesitaba. El Tribunal Supremo acaba de confirmar una condena de dos años de cárcel para él por un delito contra el patrimonio histórico en un caso que se pudo resolver, precisamente, porque el culpable confesó lo que había hecho años después en una parroquia de Madrid.

La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta fue fundada a principios del siglo XI en Jerusalén. Según explica en su página web, su objetivo es ayudar a las víctimas de conflictos armados y desastres naturales y tiene presencia en 120 países. Entrar en la Orden y ascender no es nada fácil: los “caballeros y damas” que la componen solo pueden entrar por invitación de un miembro, se dividen en clases y se ubican por debajo de un Gran Maestre. Solo entran “personas con una moralidad y un comportamiento católico intachable, que hayan realizado durante años méritos relevantes para la Orden de Malta, sus instituciones y sus obras humanitarias”.

Este acusado, según los jueces, estaba teniendo problemas para demostrar que su linaje le podía abrir las puertas de la Orden y convertirse en Caballero de Honor y Devoción y acudó al archivo histórico diocesano de Teruel. Fue entonces cuando arrancó del 'Quinque Libri' de Barrachina y en el de Villarejo de los Olmos hasta dos partidas de bautismo y dos más de matrimonio, fechadas entre los siglos XVIII y XIX.

El robo y la mutilación de los archivos empezaron a levantar sospechas cuando, unos años más tarde, un enviado de la Orden de Malta acudió a Teruel a comprobar si la información que había proporcionado el aspirante era cierta. Se dio cuenta de que faltaban esas hojas y se o dijo al director del archivo, que denunció la sustracción ante la Guardia Civil. Unos días más tarde recibió un paquete procedente de una parroquia de Madrid: alguien, bajo secreto de confesión, había entregado al párroco las hojas que faltaban. Esa persona, según descubrieron los investigadores, era el condenado.

El Tribunal Surpemo ha confirmado lo que dijeron en primera y segunda instancia tanto un juzgado de Teruel como posteriormente la Audiencia Provincial: que arrancar esas hojas supuso un delito contra el patrimonio histórico y que debe ser sancionado con dos años de cárcel, además de quedar obligado a pagar una indemnización de 12.000 euros. El perjuicio que causó al Archivo con la “sustracción y mutilización” de los documentos históricos con los que quería ascender en la Orden de Malta.

Sus delitos, dice el Supremo, no prescribieron a lo largo de la investigación como defendía en su recurso.

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