El proyecto Radiz empieza a recoger su propio regaliz en la Ribera del Ebro. El obrador cumple seis meses desde su puesta en marcha y “el balance es muy positivo”, asegura Bárbara Marqués, promotora de esta iniciativa que se alinea a la perfección con los valores que defiende como integrante de la Cooperativa Tararaina, desde la que, junto con su compañera y también emprendedora, Ángela Millán, impulsan proyectos de economía social, basados en la sostenibilidad y la autogestión, que dan respuesta a necesidades reales que existen en el mundo rural, desde el rural y con la implicación de quienes en él viven.
Radiz, que se encuentra en este momento en trámites para conseguir el certificado ecológico que se permitirá usar el prefijo ECO en sus productos, es la primera cooperativa de la provincia de Zaragoza dedicada a la producción, transformación y comercialización de un producto tan emblemático como lo es el regaliz en la ribera del Ebro. El regaliz ha formado parte de la historia de vida de los habitantes de los pueblos de la zona, pero su producción se fue perdiendo hasta que hace cuatro años, Bárbara Marqués decidió, junto a su marido, en una hectárea de este último, plantar regaliz. “Sabía que quería hacer algo con este producto, aunque todavía no sabía exactamente el qué”, confiesa la cooperativista. El proyecto ha ido tomando forma por sí mismo a lo largo de estos últimos cuatro años, especialmente en 2024, con la idea de acondicionar un obrador y la compra de regaliz cultivado en ecológico en la zona de Navarra para poder poner en marcha la elaboración de los primeros derivados del regaliz desde Pina de Ebro.
En las instalaciones de Raid, tres mujeres y Bárbara Marqués han recuperado la elaboración artesanal del regaliz y su transformación para darle un uso más allá del ámbito alimentario ya conocido. La materia prima pasa por distintas fases en las que se transforma en regaliz de palo en polvo, viruta, taco o palitos para ser usado en cocina, pero también para infusiones y en el ámbito de la medicina y la salud. Aunque Marqués reconoce que: “La mayoría de la clientela del producto desconoce las grandes propiedades que tiene el regaliz”, ha detectado que el perfil de la persona que compra es “alguien de mediana edad que busca recuperar un sabor que le vincula a su niñez”.
El regaliz es una planta ramificada, profunda, resistente y peculiar: da producción cada cuatro años, aproximadamente, y justo en este momento, cuando se cumple medio año desde la entrada en funcionamiento del obrador, Radiz ha recogido su primera producción propia, cultivada en Pina de Ebro por la impulsora del proyecto con el apoyo de su familia. Con este regaliz comienza una nueva etapa: “Ahora no solo transformaremos regaliz, sino que transformaremos el regaliz de nuestro pueblo”.
Una planta que resiste a las avenidas del Ebro
El Ebro protagoniza cada año diferentes episodios de avenidas en los que el río reclama su antiguo cauce anegando, en momentos de crecida, zonas urbanizadas y campos de labor. Pina de Ebro es una de las localidades más afectadas por esta situación que la deja con un importante número de hectáreas de tierra sin cultivar por su condición de inundables.
Además de su visión social, el proyecto Radiz tiene una dimensión medioambiental que impacta directamente en el territorio dando respuesta a una problemática que afecta al sistema productivo del sector primario en la zona. La cooperativa plantea la recuperación de la producción de regaliz para dar un nuevo uso a las tierras inundables, ya que: “El regaliz es un arbusto que tolera bien tanto las temperaturas extremas como las inundaciones”, apuntan desde Tararaina. Estas cualidades lo convierten en una opción viable y beneficiosa para las zonas ribereñas, que cada vez se ven más afectadas por inundaciones cuya frecuencia y asiduidad también son mayores.
Dos puntos conflictivos podrían ser su producción a cuatro años y el precio. Pero también en esto han pensado en la cooperativa. En cuanto a la producción, se propone la cesión de un terreno a dividir en cuatro partes para conseguir rotación y aprovechar como biomasa lo que queda en el campo: “Así, todos los años, a partir del cuatro, habría cosecha, independientemente de las inundaciones, porque el regaliz no las sufre”. En cuando al precio, si en el mercado es de 1 euro el kilo, se daría al agricultor el doble, como incentivo. Y el mantenimiento que requiere “es mínimo, solo hay que estar pendiente de regarlo”, asegura la cooperativista.
El regaliz de palo del Ebro se refiere a la raíz de la planta del regaliz (Glycyrrhiza glabra) que crece de forma natural en la ribera del río Ebro, como en zonas de Aragón y Navarra, donde ha sido una importante fuente de ingresos para las familias del mundo rural, y un producto medicinal muy demandado en el siglo XX. Se puede consumir chupando los palos de la raíz para obtener un sabor dulce y se le atribuyen propiedades expectorantes y antiinflamatorias.
Compromiso social con nombre de mujer
La iniciativa cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Pina, la Comarca Ribera Baja del Ebro y la Fundación EDP, además del INAEM y la Fundación Aragón Emprende, a través de distintas líneas de financiación, formación y, cesión de tierras y espacios. En este sentido, el consistorio de Pina ha facilitado el acceso a tierras inundables para el cultivo de regaliz de palo, además de ceder el antiguo lavadero, una infraestructura que gracias a este proyecto ha sido rehabilitada “con criterios sostenibles y mucha sensibilidad” persiguiendo el objetivo de recuperar la esencia de un espacio original que se había perdido en sus últimos usos.
El lavadero municipal, que fue un símbolo de la vida de la mujer en el rural, es ahora un obrador en el que trabajan a diario tres mujeres del pueblo procesando la raíz del regaliz. Las trabajadoras participaron en un taller de formación en transformación agroalimentaria, y fueron seleccionadas para este proyecto por estar en una situación de especial vulnerabilidad. “Todas ellas tienen cargas familiares, dificultades previas de acceso al mercado laboral y problemas para conciliar la vida laboral y la familiar”, el obrador está cerca del colegio, y “los horarios de trabajo son flexibles”, apunta Bárbara Marqués.
El impacto social que la iniciativa está teniendo en el territorio se evidencia en la inclusión laboral de las mujeres que están ahora al frente del obrador. Radiz se ha convertido en motor de fijación de población que da una oportunidad a las mujeres para quedarse a vivir en sus pueblos, y al territorio, para desempolvar su memoria y traerla al presente poniéndola así en valor.
“Nos está pasando una cosa muy curiosa y es que, a partir de la puesta en marcha de este proyecto, algunos vecinos y vecinas de la localidad se pasan por el obrador para contarnos historias, experiencias y recuerdos relacionados con el regaliz, con ellos y con el pueblo”, apunta con una sonrisa Bárbara, que pone en valor este hecho, ya que, se está haciendo un ejercicio de conservación de la tradición social, económica y cultural del municipio de una manera indirecta.
Que la vecindad haya acogido con ilusión el proyecto Radiz no solo tienen que ver con la asociación de esta idea a la recuperación del regaliz, que tan importante fue en la zona, sino porque se ha llevado a cabo un proceso participativo en el que cada uno de ellos ha tenido la oportunidad de expresarse, tal y como explican desde Tararaina: “Creemos que la participación y la implicación de los vecinos y vecinas es fundamental para el buen desarrollo de cualquier proyecto, si se sienten implicados lo ven como algo propio y eso, además de ser clave es lo más justo, sobre todo, para los habitantes del mundo rural”.