Deportista, viajero, amante de la música, la historia y la literatura... abandoné todas mis aficiones para apostar por el trabajo soñado por cualquier adolescente: engordar delante de un PC escribiendo sobre videojuegos. Como cualquier niño de los noventa sufrí aquello de que las “maquinitas” me dejarían ciego y con serios problemas para sociabilizar, así que no me busquéis por las redes sociales.