¿Sueñan las chicas con ovejas eléctricas?

Tras ver Star Wars, mi sobrina Elena, que por aquel entonces tenía 7 años, nos dijo: “¡Cuando sea mayor voy a construir la Estrella de la Muerte!”. Ese día comenzó su fascinación por las películas de ciencia ficción con naves espaciales. Si le dabas a elegir entre la Sirenita o el capitán Spock, ella lo tenía claro. En casa, sus padres siempre alentaron ese sueño infantil con novelas de Verne o Wells, intentando –eso sí– que abandonase el lado oscuro de La Fuerza. A punto de terminar el bachillerato, la mayor ilusión de Elena es estudiar ingeniería aeroespacial.

Elena aspira a formar parte de ese 25% de chicas que actualmente estudian una ingeniería en nuestro país. Porcentaje que no para de caer a pesar de que las mujeres suponen un 54% del alumnado universitario. De las múltiples brechas a las que se tiene que enfrentar la mujer en todo el planeta, la digital es una de las que la ONU considera vital eliminar para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluidos en la Agenda 2030. Su Asamblea General declaró el 11 de febrero Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, en reconocimiento al papel clave que la mujer desempeña en ese ámbito; aunque la realidad es que a pesar del esfuerzo que la comunidad internacional ha llevado a cabo en los últimos años, promoviendo la contribución de las mujeres en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, ellas siguen enfrentándose a barreras que les impiden participar plenamente en estas disciplinas.

Con objeto de contribuir a esta labor en nuestro país, Ayuda en Acción inició el pasado curso escolar una línea de innovación educativa que, a través de la tecnología, tiene como objetivo promover la igualdad de oportunidades entre el alumnado y reducir la brecha digital y de género. Esta acción se ha empezado a implementar a través de dos proyectos, GEN10S y MAK3RS, iniciativas que alcanzan ya a un total de 67 centros educativos de 11 comunidades autónomas, con el objetivo de desarrollar en su alumnado competencias digitales –incluyendo programación y robótica–, así como competencias sociales y educación en valores. Como ejemplo, usamos la tecnología para que nuestras niñas y niños reflexionen sobre problemas como el acoso escolar o el trabajo infantil. Ambos proyectos incluyen distintas acciones de información y concienciación en las familias; y la capacitación del profesorado en los recursos documentales, metodologías y conocimientos para que los proyectos sean sostenibles y los docentes sean los agentes del cambio educativo.

Hasta la fecha, GEN10S, apoyado por Google, ha formado a un total de 4.202 estudiantes de primaria (49,11% niñas) y MAK3RS, implementado de momento con fondos propios, a un total de 460 estudiantes de secundaria (47,05% niñas). En ambos proyectos, invitamos a nuestro alumnado a reflexionar sobre los prejuicios y estereotipos de género ligados a las profesiones científicas y tecnológicas con el objetivo de fomentar vocaciones de este tipo entre sus alumnas. En GEN10S, donde estamos dando continuidad al proyecto en horario extraescolar a través de clubs de programación, el pasado curso conseguimos que un 56,67% del alumnado participante fueran niñas. 

Una de ellas, María, ha despuntado por ser la primera de su grupo en terminar todas las tareas que se le asignan. Tiene problemas de aprendizaje en las demás asignaturas y asiste poco a clase porque habitualmente ha de cuidar de un familiar enfermo. Su profesora nos ha contado que para poder avanzar con sus tareas de programación, en ocasiones le pide poder trabajar con el ordenador durante el recreo. En su casa no tiene uno, ni conexión a Internet. Su familia vive en situación de extrema vulnerabilidad.

María y Elena podrían llegar a ser las próximas Ada Lovelace o Valentina Tereshkova, y gracias a todas las personas, familias y empresas que colaboran con GEN10S y MAK3RS, María puede compartir con Elena un mismo sueño.