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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Más brío, ¡pardiez!, más brío

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la presentación del estudio "El coste de la pobreza infantil en España", este lunes en Madrid. EFE/ Javier Lizón

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Quizá sea tan solo un curioso efecto óptico, pero no habría que descartar que estemos ante la reproducción exacta de lo que está ocurriendo en el mundo real. Vuelan ante nuestros ojos los acontecimientos políticos a una velocidad endiablada, corre, corre que te pillo, al tiempo que el Gobierno trabaja con una parsimonia más propia de mayordomo de Downton Abbey. Se encadenan los hechos desgraciados y el PP y sus múltiples terminales mediáticas, hienas oliendo sangre, aceleran la campaña que llevan sin descanso y con mucho dinero a favor desde que Pedro Sánchez es presidente, esa lluvia fina de su maestro José María Aznar, el mentiroso, hoy felizmente reconvertido en empleado de lujo del gran impostor, el trolero universal Rupert Murdoch, muñidores que son de todas las mentiras de esa cadena de TV miserable, Fox News, fábrica de falsedades para favorecer al delirante Donald Trump, como su propio jefe ha reconocido. ¿Respuesta del Gobierno a la encarnizada campaña? Lo más cercano al tancredismo.

No basta, qué mal aconsejan al Gobierno sus asesores áulicos, los mismos que tiran por la ventana la ventaja que les da, por ejemplo, dirigir RTVE, con expulsar del partido al diputado canario corrupto. Qué va. Hay que salir en tromba y con gesto muy enojado, incluso con agitado movimiento de brazos, a insultar brutalmente al susodicho: canalla, putero, sinvergüenza, tipo despreciable. Pero claro, sale Félix Bolaños al escenario y no puede evitar esa cara que la genética le ha proporcionado de estar pidiendo permanentemente perdón por ser un peligroso bolivariano. Patxi López lo intenta, pero algo o alguien consigue frenarlo. Se equivocan. Hay que mostrarse lobo feroz, hay que aparecer indignado, iracundo, colérico, con los ojos inyectados en sangre. Y propiciar que tertulianos afines aparezcan en radios, televisiones y medios escritos con ese mismo tono desabrido y sanguinario. Estamos en guerra, amigos, estamos en guerra. Y leña al mono hasta que hable inglés. Tan despiadados como los columnistas de Abc, El Mundo y su miríada de mariachis. 

Ferrovial. ¿Nadie vio lo que estaba ocurriendo? ¿Dónde estaban los ojos en el gran capital que debe tener todo Gobierno que se precie? Seguramente no habrá mucho que hacer, excepto blasfemar y llamar de todo al gran timonel de la empresa, ese señor de bien que responde al nombre de Rafael del Pino, años y años chupando de la vaca Estado español, pero al menos se podía haber anunciado la puesta en marcha de algunas medidas legales que impidan más casos como este de la élite financiera sin vergüenza. Y propaganda sin cuento contra el PP, claro beneficiario de la maniobra del señorito. Se podría, también, echar las pestes precisas contra la derecha holandesa, esos políticos que exigen austeridad a los demás mientras engordan sus arcas con beneficios fiscales a los evasores fiscales de otros miembros de la UE. El capital, dicen, no tiene patria. Que es, justamente, lo que decían los piratas de pata de palo y parche en el ojo cuando asaltaban y robaban las naves de los demás. O sea, que estamos ante unos émulos de John Silver: piratas facinerosos. 

Claro que tenemos más cosas que reseñar en este apartado de parálisis. ¿Qué opinión nos merece la guerra entre nosotros mismos, para qué queremos enemigos, con motivo del sí es sí y, más a más, el Día de la Mujer, vengan y vengan troncos de pino que arden maravillosamente en la pira ritual? ¿Y acaso alguien tiene explicación de por qué llevamos semanas y semanas enredados en ese desastroso embrollo, sin que nadie, absolutamente nadie, explique, más allá de las consignas de pancarta, por qué el Gobierno es incapaz de solucionar un problema enorme de imagen con la celeridad que exigía el destrozo y que ha causado, y todavía causa, una absurda imagen de gobierno incapaz de solucionar los problemas? ¿Que es difícil conciliar a unas feministas con otras, a Podemos con el PSOE? Ya, pero les pagamos y les elegimos precisamente para solucionar los problemas mayores y menores cuando surgen, que para nadar a favor de corriente y con el viento de popa vale cualquiera. ¿No ven, no leen, no oyen, no sufren cómo les desgasta semejante parálisis? Agitación, señores, agitación, bombos, platillos y maracas.

Y luego está esa pachorra de toda la izquierda, de punta a punta, de cara a las elecciones de mayo. Como nos sobra tiempo, todavía no sabemos la mitad de los candidatos del PSOE, para qué vamos a tener prisa, que nadie necesita que salgan a la palestra los elegidos y que le cuenten al respetable cuáles son sus planes para gobernar este ayuntamiento o aquella comunidad. Comparen y vean: Aznar –ya le hemos calificado antes- entrona a la reina del vermú, permanentemente ensalzada por Feijóo, y la compara, ahí es nada -hay piropos que se vuelven insultos- con la inefable Margaret Thatcher. Además, grandes fotos, grandes alharacas, gran publicidad sin pagar un duro. ¿Han visto ustedes por ahí a Juan Lobato, el candidato del PSOE a pelearse con IDA, jaleado por los suyos en público, aupado por Pedro Sánchez, paseado por radios y televisiones? Nada, nada, tranquilos, que queda mucho tiempo y antes tenemos que organizar el semestre europeo de fin de año. 

Por no hablar de que la vicepresidenta Yolanda Díaz todavía anda en sus cosas, amagando que sí, que no, se me cae la trusa, que cantaban en Cuba, y pronto, muy pronto, se abrirán los cielos y allá aparecerá la estrella fulgurante de Sumar, bálsamo de Fierabrás que curará todos los males de la izquierda muy izquierda. Mientras, Belarra y Montero andan a lo suyo, todos expectantes para ver si nos unimos o nos separamos. Pero nada, no se me alteren, tómense ustedes su tiempo, no vayamos a precipitarnos y en esas perdamos un gramo de nuestra inquebrantable ideología, una y verdadera tal y como nos revelaron nuestros profetas. 

¿Críticos con el gobierno de izquierdas? Desde luego. Está bien que se aprueben las muchas leyes que ha puesto en marcha Pedro Sánchez, incluida la última de la paridad. Pero somos exigentes porque queremos que ganen y no nos apetece, para abrirse las venas, caer bajo la desgracia de una coalición de PP y Vox. Porque todavía queda mucho por hacer para acabar con las injusticias que aún sufrimos en nuestra sociedad, en poner fin a esos desequilibrios sangrantes entre unas clases y otras, sí, el Ojo dice clases, y para acabar con los privilegios de ricos codiciosos. Sin olvidarnos, cómo hacerlo, de que tenemos que salvar esa sanidad pública que en Madrid y Andalucía la derecha se está cargando con desvergüenza e impunidad. 

Lo decía mi abuelita: Quien bien te quiere te hará llorar. 

Adenda. Pequeñas muestras que definen la penúltima frase del texto anterior. “Ayuso subcontrata camas a la privada para pacientes COVID a 734 euros la noche con el Zendal casi vacío”; “Ayuso planea dejar de exigir luz natural en las habitaciones de los hospitales para que el Zendal cumpla la normativa dos años después”. Recuerden que el tan citado hospital se inauguró en diciembre de 2020, y nunca ha servido para nada. Coste: 180 millones (unos cuantos para Ferrovial) y otros dos al año para mantenimiento. Juanma Moreno: “Andalucía anuncia oficialmente que derivará las consultas de atención primaria a empresas privadas”. A martillazos. Acabar con la sanidad pública a martillazos. Eso hace el PP. 

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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

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