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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Diez años de Igualdad Animal

Rescate de varias gallinas en una granja de Toledo, en abril de 2011. Foto: Igualdad Animal

Sharon Núñez Gough

Recuerdo perfectamente el instante en que conocí a Lisa. Fue hace unos años, en el interior de una granja industrial de gallinas a las afueras de Madrid. La noche se nos echaba encima mientras los activistas aparcábamos el coche en una carretera secundaria para dirigirnos a pie hacia la nave industrial donde ella vivía.

Lisa era una de las 80.000 gallinas que vivían en una de esas naves industriales de donde vienen los huevos.

Una vez atravesé la puerta de una de las naves, la oscuridad del interior me envolvió. Llevaba un traje de bioseguridad que me estaba demasiado grande, unas botas y una mascarilla que cubría mi boca, todo ello para evitar contaminar la granja. Encendí mi linterna y vi a mi alrededor cientos de pequeñas jaulas de alambre. Las filas de jaulas se extendían, unas encima de otras, hacia el techo. Con la luz de la linterna no alcanzaba a ver la última jaula.

Cada jaula tenía entre seis y nueve gallinas. Casi todas estaban desplumadas. En una de las jaulas pude ver que una gallina yacía muerta mientras que las demás, desesperadas después de casi un año en esas condiciones, trataban de aprovechar los pocos centímetros que habían ganado pisando sobre su cadáver.

Lo que estaba viendo me impactó tanto que tuve que cerrar los ojos unos segundos, quitarme la mascarilla y respirar profundamente. Al inspirar, la suciedad del aire me llenó los pulmones y empecé a toser. “Este lugar es una tortura para cada uno de los sentidos”, pensé.

Y entonces vi a Lisa, que se movía frenéticamente de un lado a otro. Su cuerpo desplumado tenía la piel roja, herida por el constante roce con el alambre. Sus delicados dedos sobresalían a través del suelo enrejado. Me miró con desesperación. Supe que tenía que sacarla de allí. Abrí su jaula y me llevé a Lisa lejos de la suciedad, el hacinamiento y el dolor.

La magnitud del sufrimiento y la violencia que padecen los animales de granja escapa a nuestra comprensión. En este mismo instante, a un cerdo de apenas una semana le están cortando los testículos sin anestesia en una granja industrial; un pollo de menos de seis meses de vida se desploma por el peso de su propio cuerpo, debido a que ha sido seleccionado genéticamente para ganar el mayor peso posible en el menor tiempo posible; una madre siente todo el dolor de haber sido separada de su ternero recién nacido.

Y lo peor es que este ciclo de violencia permanece oculto para la mayor parte de la sociedad. Pocos lo conocen y muy pocos trabajan para cambiarlo.  

Pero el movimiento de derechos animales es la esperanza para ellos. Estos otros instantes también los he vivido: he visto a un investigador ponerse la cámara al hombro después de varias noches sin dormir, para poder grabar más imágenes que sean vistas por millones de personas a través de los medios de comunicación; he visto a voluntarios usar su voz hasta casi perderla para dar a conocer con un megáfono la violencia hacia los animales; he visto a activistas cogerse de la mano en comisarías para apoyarse tras ser detenidos por sus protestas pacíficas; he visto a personas usar el poco tiempo libre que tienen para repartir folletos.

Y estos instantes de cambio se repiten por millones en todo el mundo, haciendo presente el futuro.

En Igualdad Animal trabajamos desde el 2006 para reducir el sufrimiento de los animales y para que cada vez menos de ellos tengan que pasar por lo que pasó Lisa. Nuestro valores son el trabajo constante y la efectividad.

Este 2016 marca nuestro décimo aniversario. En esta década hemos investigado en más de 600 centros de explotación animal para documentar lo que ocurre y mostrarlo a la sociedad. Hemos conseguido las mayores penas por crueldad hacia animales de granja en la historia de Inglaterra y España. India ha prohibido la importación del foie gras gracias a nuestro trabajo. Nuestros saltos al ruedo y nuestros descuelgues desde plazas de toros para protestar contra la tauromaquia, nuestros saltos a pasarelas de desfiles con pieles y otras acciones pacíficas en defensa de los animales han dado la vuelta al mundo.

Presentes en ocho países y con un enfoque renovado en los animales de granja, afrontamos los próximos diez años con más motivación que nunca. Y contamos con los mejores compañeros de viaje: los y las activistas por los animales. El movimiento de derechos animales acoge a algunas de las personas más compasivas del mundo. Personas que usan su breve instante en este planeta para hacer todo lo posible por los animales, y serán recordados por cambiar el curso de la historia. Por la revolución que inspiró su compasión.

Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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