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Por un “Alpinismo” en silencio y con valores

Alberto Urtasun.

Alberto Urtasun

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Me despierto muchas mañanas intentando unir el presente con otros lazos que ha creado el tiempo.

Los meses de invierno fueron una vuelta a los orígenes, a escalar de nuevo vías que abrimos y otras que escalamos hace 15, 20 o incluso 25 años en Pirineos... en Bisaurín, Añelarra, Aspe, Alanos, Anie... Como queriendo cerrar un ciclo, como intentando discernir que había antes y qué habrá después.

Soy afortunado de no haberme cruzado absolutamente con nadie en estas escaladas durante los meses de diciembre, enero y febrero, y afortunado de haberlas descubierto 20 años antes.

Días de meditación en altura, a veces acompañado de las mejores personas; otras solo, escuchando el roce de los esquís y el crujir del piolet contra la nieve dura.

Mientras las redes hacen perder parte de la gracia del juego al alpinismo, y la sociedad encumbra a políticos, futbolistas o al mundo de la farándula, todavía queda silencio en las cumbres. Y sí, la montaña cada vez se parece más al mundo de la farándula.

Y entonces llegó mediados de marzo y nuestra vida cambió. Semanas y meses pensando globalmente y actuando localmente. Ese mantra que me inculcaron de pequeño. Más o menos de acuerdo con la gestión, más o menos de acuerdo con las leyes. Lo que más me ha impresionado es el estrés del mundo sanitario, las caras de cansancio de los médicos, las lágrimas de miles de familias y el colapso del estado sanitario por no dar importancia a lo que realmente es importante.

El estado de alarma se termina y volvemos al mundo de la farándula sin perder ni un minuto. Parece que no hemos aprendido nada. Ni de prioridades, ni sobre los valores del alpinismo.

Me gustaría una sociedad en la cual los verdaderos encumbrados sean Ana, médico de urgencias con estrés postraumático, José, que lleva 30 años cuidando a su hija en silla de ruedas, Marina, estudiando durante mas de 20 años los entresijos del Alzheimer, o Karlos, que persigue con su pluma y bloc de notas todos los conflictos de Oriente Próximo.

Me gustaría que el alpinismo siguiese siendo una gran escuela de valores para trasladarlos a la vida y no una montaña de egos.

Valores, verdaderos y sinceros, como muchos de los que se han sentido estos meses.

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