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Séptima noche en la calle para veinte migrantes bloqueados en Canarias: “Queremos llegar a la Península”

Un grupo de migrantes que lleva cinco noches durmiendo en una calle de Tenerife.

Natalia G. Vargas

Santa Cruz de Tenerife —

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Era viernes de madrugada y 26 hombres de entre 18 y 22 años echaron a andar desde Garachico, al norte de Tenerife, hasta la capital, Santa Cruz. Más de 60 kilómetros. Su esperanza: poder, al fin, continuar con su proyecto migratorio. Después de siete meses alojados en el centro de La Montañeta, gestionado por Cruz Roja y pensado como lugar de emergencia en el que los migrantes pueden pasar quince días, el grupo recorrió el anillo insular para llegar a Santa Cruz de Tenerife y allí buscar otras vías para alcanzar la Península. Después, en algunos casos, la idea es avanzar hacia otros países de Europa, como Francia o Alemania.

Anduvieron doce kilómetros, hasta que la ONG y la Guardia Civil los desplazaron en coche. Con pocas mantas en el suelo y bajo la sombra de algunos árboles pequeños, este jueves, los jóvenes nacionales de Gambia, Senegal y Guinea Conakry que llegaron a las Islas en patera pasaron su séptima noche consecutiva en la calle. Algunos en inglés y otros en francés, intercalando alguna palabra en español, reivindican que llevan demasiado tiempo en las Islas: “Este no era nuestro objetivo. Queremos ir a la Península, donde tenemos algunos familiares y esperamos estudiar y trabajar”. 

La jefa provincial de Cruz Roja, Mayte Pociello Marty, asegura que se trata de una decisión que a la ONG “le ha quitado el sueño”. “Cuando abandonaron el centro fuimos caminando tras ellos para advertirles de que en la calle iban a estar en desamparo, y seis de ellos decidieron volver”, ha explicado en declaraciones a este periódico. En la actualidad, 49 hombres permanecen en este recurso, todos de entre 18 y 22 años. No hay ninguna mujer y ningún menor. Respecto al tiempo que pueden estar las personas migrantes en un centro, fuentes de la Secretaría de Estado de Migraciones han explicado a este medio que los recursos de acogida de emergencia están previstos para estancias temporales, y el tiempo de estancia depende de las circunstancias. “Siempre teniendo en cuenta que acogemos con toda dignidad y profesionalidad con los recursos disponibles”, subrayan. 

El objetivo de los adultos que abandonaron Garachico es poder cumplir el itinerario que planificaron antes de llegar a Canarias. Sin embargo, según Cruz Roja, el Ministerio del Interior no ha autorizado su desplazamiento a otras comunidades autónomas. “Después llegó el confinamiento y en ese caso ya no hay discusión. Se cierran las fronteras y no se puede ir a ningún sitio”. Pociello insiste en que la veintena de hombres que decidió marchar tiene total libertad para hacerlo, pero recuerda que “las puertas del centro siguen abiertas para cuando quieran”. “Les insistimos en que esto es una isla. Aquí si empiezan a caminar no van a encontrar nada más”, apunta la presidenta. El alcalde de Garachico, José Heriberto González (Coalición Canaria), explica que viendo las imágenes de los jóvenes andando por la autopista se ha sentido “avergonzado” y que no sabía que eso iba a ocurrir. “Si hubieran avisado al Ayuntamiento de que se iba a producir esa salida, se podría haber organizado un mejor desplazamiento”, apunta. 

Pociello subraya que en La Montañeta los jóvenes pueden hacer deporte, reciben ropa, elementos básicos de higiene y alimentos. Además, otra de las actividades que se desarrolla en el centro es la enseñanza del español. Sin embargo, los jóvenes han expresado a esta redacción que sienten que las sesiones recibidas “no han sido suficientes”. “Teníamos clases una vez a la semana y después de siete meses seguimos sin dominar el idioma. Queremos aprenderlo, porque sin él no podemos hacer nada”, lamenta un joven gambiano mientras un vecino de la capital se acerca para preguntarle si necesitan ropa o comida. 

Los jóvenes también han denunciado las dificultades para recibir asistencia médica y acceder a medicamentos. Uno de ellos asegura que durante tres meses tuvo un fuerte dolor en la boca y no le dejaron ir al dentista por la emergencia sanitaria provocada por la COVID-19. “No lo entiendo, es una cuestión de salud”, valora uno de los jóvenes gambianos. Otro de los hombres señala sus cholas y explica que en ocho meses es la primera vez que tiene unas. Se las han dado algunos vecinos de la capital tinerfeña, al igual que el resto de ropa y comida que ahora tienen. “En La Montañeta pedí si podían darme unas para entrar en la ducha y evitar entrar con los pies descalzos, pero no me las dieron”, asegura. “Estamos muy agradecidos con la gente de aquí, se comportan muy bien con nosotros. Algunos de nuestros amigos siguen en La Montañeta, esperamos que estén bien”. 

Algunos de ellos, al llegar a Tenerife y a Gran Canaria, fueron encerrados en los Centros de Internamiento de Extranjeros de Barranco Seco y de Hoya Fría. Al no poder tramitarse su expediente de expulsión, quedaron en libertad, tal y como recoge uno de los documentos que conservan y a los que ha podido acceder este medio. “Son prisiones. Los funcionarios se comportan bien con nosotros, pero las condiciones son malas. Para ducharte te daban una botella de agua y terminabas con lesiones en la piel”, recuerdan. Uno de los migrantes opina que Hoya Fría “es mejor que La Montañeta”. 

La reactivación de los traslados a la Península de los migrantes que llegan a Canarias permitiría, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), dar un alivio al sistema de acogida de las Islas, que “redimensiona sus plazas con cada patera”. “No deberían convertirse en una especie de cárcel”, apuntó el coordinador de la ONG en Canarias, Juan Carlos Lorenzo, en la presentación del informe anual. Lorenzo recordó que la comunidad autónoma es un territorio de paso para quienes alcanzan el territorio canario, que sitúan su proyecto de vida en la Europa continental donde intentan regularizar su situación gracias a sus redes de apoyo. Este medio ha intentado, sin respuesta, conocer la valoración del Ministerio del Interior sobre este asunto. 

El sistema de acogida en Canarias se ha encontrado con dificultades añadidas durante el estado de alarma provocado por la pandemia de la COVID-19, tiempo en el que los migrantes debían pasar una cuarentena obligatoria de 14 días en espacios en buenas condiciones sanitarias. Entre ellas, la habilitación de una nave sucia, sin duchas ni camas en el Puerto de Las Palmas, en la que fueron alojados más de 70 hombres.

En el caso de los jóvenes de Tenerife, su único plan hasta el momento es esperar por el documento que les abra las puertas del territorio peninsular. “Al salir del CIE nos dijeron que podíamos movernos libremente por el país, pero llegado el momento nos dijeron que no. Traicionaron nuestra confianza. También nos han dicho que creen que, si nos dejan salir, otros jóvenes africanos también querrán hacerlo. Pero es que necesitamos trabajar. Solo queremos buscarnos la vida”. 

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