Río 2016: España eleva la nota y aporta brotes verdes
La delegación española completó Río 2016 con siete oros, cifra más alta desde Barcelona 1992, igualó el número de medallas de Londres 2012 y sumó un festival de diplomas y numerosos brotes verdes que alimentan las esperanzas para Tokio 2020.
Los trece títulos y un total de 22 preseas conseguidos en Barcelona siguen siendo el referente para el deporte español. En Río la cifra quedó fijada en diecisiete podios (7 oros, 4 platas y 6 bronces), mejores números en cuanto a oros que en Atlanta 1996, Sydney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012.
Hubo días de desesperanza y decepción en determinadas pruebas, por opciones claras de medallas que se fueron al traste. Eso ya es tradicional. Luego la competición eleva los éxitos, como recordaba a Efe Alejandro Blanco en el Whitewater Stadium de aguas bravas el día que Maialen Chourraut se coronó campeona olímpica de K1.
España se presentaba en Río con alguna sensible baja, principalmente la del triatleta Javier Gómez Noya, única alternativa realmente clara al dominio de los hermanos Brownlee, como se demostró en la prueba. Marc Gasol, también lesionado, tampoco pudo incorporarse a la selección española de baloncesto, ni Alberto Contador a la de ciclismo en carretera. Los equipos masculinos de balonmano y natación sincronizada, e incluso el de fútbol, eran ausencias significativas al no haber obtenido la clasificación.
Pero los pesos pesados de la delegación, empezando por el abanderado Rafa Nadal, tiraron del carro y guiaron una actuación notable en la que numerosos participantes, aún sin conseguir medallas, compitieron al máximo nivel y estuvieron cerca del podio.
El elevado número de diplomas es el más claro síntoma de este hecho y de que los deportistas estuvieron en disposición de alcanzar la gloria, pero faltó un solo paso. Un plato, en el caso de la tiradora Fátima Blázquez; centésimas, en el del piragüista Sete Benavides; un polémico gol a 1.27 del final en el caso del hockey masculino; unos segundos en el de Jonathan Castroviejo en la contrarreloj de ciclismo; y un mal día en la última regata de Berta Betanzos y Támara Echegoyen en 49er. impidieron más podios.
Mireia Belmonte, una de las reinas del deporte español, estrenó el medallero el primer día de competición con el bronce en los 400 estilos y cuatro jornadas después obtuvo el primer oro de su carrera olímpica y el de la delegación, al vencer en los 200 mariposa. Era su cuarta presea en unos Juegos.
Nadal estuvo en duda hasta el final. Llegaba mermado, tocado y sin competición previa. El abanderado español en la ceremonia inaugural no quería perderse de nuevo unos Juegos. Se rebeló contra sus problemas físicos y en otro alarde ejerció de líder pese al tremendo desgaste al que se vio sometido.
Ganó el oro en dobles junto a su amigo Marc López y en el cuadro individual estuvo cerca de la final, pero en un enorme partido acabó sucumbiendo ante otro renacido como el argentino Juan Martín del Potro. Fustigado por el cansancio, no pudo luego hacerse con el bronce ante el japonés Keni Nishikori.
El tenis, que había comenzado como un cohete en los distintos cuadros, tuvo que recurrir a Nadal porque la otra gran esperanza, Garbiñe Muguruza, no estuvo fina en Río.
Al margen de Mireia Belmonte, hubo otro doble medallista. Llegó también del agua, de la Lagoa Rodrigo de Freitas, donde se disputó el piragüismo. Saúl Craviotto agrandó su figura poco tiempo después de haber pensado incluso en la retirada.
El catalán afincado en Asturias amplió su palmarés olímpico con el oro en K2 200 metros y el bronce en individual en K1 200 metros. Como Mireia suma cuatro metales olímpicos, a uno de distancia de David Cal, cuya retirada no ha significado un desierto, al contrario.
Un joven que pensaba en Tokio 2020 como Marcus Cooper dio la sorpresa en K1 1.000 al más puro estilo Cal, con una remontada espectacular en la final.
Las aguas bravas, el eslalon, vivieron la coronación de Maialen Chourraut. Tras el bronce en Londres 2012, optó por ser madre y demostrar que podía seguir en la elite. La donostiarra no falló y alcanzó su sueño con un auténtico festival en la última bajada en el canal del Whitewater Stadium.
Los otros dos oros llegaron de otras dos deportistas que se pueden considerar también reinas del deporte español, una joven, Carolina Marín, y otra ilustre veterana, Ruth Beitia, la mejor atleta nacional de todos los tiempos.
Carolina Marín quebró la hegemonía asiática en la categoría individual femenina de bádminton al vencer en la final, por 19-21, 21-12 y 21-15, a la india Pusarla Venkata Sindhu. La onubense, número uno del mundo, ratificó su superioridad con la conquista de la medalla de oro, su objetivo a su llegada a la ciudad carioca.
Sus recientes éxitos en los dos últimos Campeonatos de Europa y del mundo, además de en los Juegos Olímpicos de Río, convierten a Carolina Marín en la nueva muralla.
A Ruth Beitia se le había resistido siempre en su dilatada y exitosa carrera la medalla olímpica. Tras numerosos éxitos a nivel europeo y mundial, necesitaba este refrendo en unos Juegos. Hace cuatro años, tras acabar cuarta en Londres, anunció su retirada.
Pero la cántabra volvió a la acción y, tras un ciclo sensacional con numerosos triunfos de postín, acabó por coronarse y alcanzar también su gran sueño de llevarse el oro olímpico en el salto de altura.
Era una de las bazas del atletismo español en Río 2016, pero Miguel Ángel López, campeón europeo y mundial de los 20 kilómetros marcha, vivió una pesadilla en esta prueba y en los 50. No pudo cumplir los pronósticos. El nacionalizado Orlando Ortega sí que ratificó las esperanzas con una plata en los 110 vallas en la que significó la primera medalla en este deporte desde Atenas.
Joel González y Eva Calvo mantuvieron al taekwondo español en el podio. El campeón olímpico de Londres despejó sus dudas con un bronce en -68 kilos y la madrileña brilló y tan solo pudo con ella en la final la gran dominadora de la categoría de -57 kilos, la británica Jade Jones.
Sandra Aguilar, Artemi Gavezou, Elena López, Lourdes Mohedano y Alejandra Quereda aportaron una plata de mucho valor en la competición de conjuntos de gimnasia rítmica, que volvía a un podio. Fueron plata tras Rusia y después de acabar primeras la rotación inicial.
Mientras espera a ver si se le concede el oro de Londres, Lidia Valentín por fin pudo subirse a un podio olímpico y disfrutarlo. La haltera leonesa fue bronce en la categoría de 75 kilos.
Dentro de un buen tono general de las numerosas selecciones clasificadas, por cuanto la mayoría pasó a cuartos de final, el baloncesto fue el único que saltó el muro y accedió a semifinales, al contrario que los conjuntos de hockey, de waterpolo, el femenino de balonmano y el de rugby a 7, cuya séptima plaza se puede considerar más que brillante en el regreso del balón oval a unos Juegos 92 años después. En la mayoría de los casos cayeron ante rivales que posteriormente se proclamaron campeones.
La selección femenina, al amparo de una canasta sobre la bocina de Anna Cruz en los cuartos ante Turquía, obtuvo una plata histórica ante la inaccesible Estados Unidos, que, debido al mal inicio de los de Sergio Scariolo, se cruzó en el camino de la masculina en semifinales.
La reedición de las últimas dos finales olímpicas masculinas cayó de nuevo del lado de los norteamericanos. Aunque los hombres de la ÑBA dieron la cara y no se desmoronaron las opciones de sorprender se perdieron en errores puntuales. La lucha por el bronce del último día ante Australia fue más que exigente, dura, agónica. Al final dos tiros libres de Sergio Rodríguez dieron la victoria (89-88) y el bronce a España.
La participación española se cerró en el duro recorrido de bicicleta de montaña, donde Carlos Coloma, sexto en Londres, estuvo excepcional y logró el bronce tras dos de los grandes favoritos, el suizo Nino Schurter y el checo Jaroslav Kulhavy.
Río 2016 ofreció, al margen de Marcus Cooper, brotes verdes de jóvenes llamados, si continúan con su progresión, a tener protagonismo en los próximos años y en Tokio 2020, la cita en la que pensaba realmente el palista nacido en Oxford antes de clasificarse para estos Juegos.
El velocista Bruno Hortelano dio un paso más en su estelar irrupción en el panorama nacional e internacional. El campeón de Europa de 200 metros se concentró en esta prueba e hizo historia al alcanzar las semifinales y rebajar aún más, hasta 20.12, su récord nacional. Estuvo muy cerca de clasificarse para la lucha por las medallas que, como se esperaba, lideró el jamaicano Usain Bolt. El bronce lo ganó el francés Christophe Lemaitre con ese mismo crono.
El taekwondista Jesús Tortosa pagó cara su juventud y perdió el bronce en el punto de oro ante el dominicano Luisito Pie en una acción hasta inocente, pero su juventud aventura éxitos futuros, como los de su compañera Eva Calvo, que en su caso ya ha subido al podio olímpico.
Las remeras Anna Boada y Aina Cid obtuvieron un sexto puesto hacia la esperanza, la natación ofrece jóvenes prometedores como Joan Lluis Pons, Hugo González o África Zamorano, que pueden sacar mucho rédito de esta experiencia, en waterpolo llegan jóvenes empujando fuerte y si se mantienen en la elite la élite del triatlón la triarmada acudirá a Tokio con ansias de revancha de lo ocurrido en Río.
La vela se cayó por primera vez tras mucho tiempo del podio y el dúo de sincronizada Ona Carbonell-Gemma Mengual no pudo cumplir las expectativas y no alcanzó la medalla soñada al terminar quinto.
El golf también reapareció en unos Juegos. Tanto Sergio García y Rafa Cabrera Bello como Carlota Ciganda y Azahara Muñoz tuvieron inicios esperanzadores, pero acabaron sin poder aspirar al podio. El mejor fue el canario, quinto.