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El agua de la cumbre para la cumbre

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El Cabildo de Gran Canaria ha puesto en marcha diferentes acciones, coordinadas entre el Consejo Insular de Aguas y Soberanía Alimentaria, que convertirán las cumbres y medianías altas en un espacio con agua garantizada para sus barrios, sus agricultores, sus presas y depósitos, todo unido en una red que permitirá impulsar al sector primario asegurando el agua necesaria para su población y para luchar contra los incendios y la erosión. Un proyecto que iniciamos en 2018 con obras ya ejecutadas, concursos de obras en marcha y proyectos en redacción, por un total de 10 millones de euros que unirá en una red todas las infraestructuras hidráulicas.

Hay una reivindicación transversal y mantenida en el tiempo de la población de medianías y cumbres, una demanda de quienes durante siglos se han visto desposeídos de su recurso fundamental, de la vida para su tierra, y es que el agua producida en estas zonas no se utilizara para atender las necesidades de las poblaciones de la costa. Estamos hablando del efecto de lo que se ha venido a denominar los trasvases cumbre-costa. Para explicar el concepto, debemos viajar al pasado, a la primera mitad del s. XX. La guerra del agua está en su pleno apogeo, con los diferentes agricultores de exportación perforando pozos para suministrar aguas de riego a sus cultivos, a lo que se sumaban otros muchos pozos dedicados al abastecimiento urbano, en una huida hacia adelante que provocaría, años más tarde, descensos importantísimos en el nivel freático y el  empeoramiento de la calidad de las aguas subterráneas, por efecto de la intrusión marina provocada por ese desequilibrio.

Con carácter general, esos pozos eran perforados en las zonas de medianías y cumbres, por ser claramente más productivas -las zonas de costa ya no eran explotables porque sus aguas eran salobres por efecto de la intrusión marina- y se derivaba el agua a  la agricultura de exportación y a la población que se concentraba en las zonas de costa. De esta forma, se configuró un sistema por el cual el agua extraída en las zonas altas acababa bajando a las zonas bajas de la isla, transportada en conducciones radiales de varias decenas de kilómetros para atender las demandas que allí se producían, en una suerte de trasvase desde las zonas de cumbre a la franja costera.

La amplia y extensa documentación elaborada en los marcos de las declaraciones de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria y de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria como Patrimonio Mundial de la Unesco ya recogía las particularidades del ámbito de las cumbres y medianías  de Gran Canaria, en cuanto a la necesidad de fomentar su desarrollo sostenible. Se trataba de promover líneas de actividad económica que pudiesen permitir el retorno de la población, desplazada a los ámbitos costeros en los que se desarrolla gran parte de la actividad económica insular; pero siempre respetando los valores naturales y culturales de ese territorio.

Esos documentos no solo hacían constar una realidad socioeconómica sino que también ponían de relieve la necesidad de dotar a ese territorio de los recursos hídricos necesarios para el buscado desarrollo sostenible de dichas actividades.

Afortunadamente la producción industrial de agua (plantas desaladoras), ha permitido que gran parte de los habitantes de la isla se abastezcan con agua desalada de mar (más de un 85% de la población de hecho y de derecho), lo que ha supuesto que, ante una situación de ausencia de precipitaciones, no se registren situaciones de desabastecimiento de la población, sobre todo de los grandes núcleos; y también ha logrado democratizar el acceso al agua, en el sentido de que cualquier persona interesada en emprender un proyecto del sector primario, ya no necesita disponer de títulos de propiedad sobre una captación, sino que puede adquirir agua a los productores industriales, adoptando en este caso un papel protagonista el Consejo Insular de Aguas.

A esto se añade que, si bien se pueden incrementar los recursos de forma artificial en la zona baja, no ocurre lo mismo en las zonas altas. La imposibilidad de perforar más pozos por la sobresaturación existente y la dependencia de las precipitaciones para la capacidad de almacenamiento, han obligado a diseñar distintas actuaciones: excedentes de Salto de Chira (700.000 m3/año), aportación de aguas a la cumbre (convenios con heredades y particulares), nuevas redes de riego, adquisición de bienes hidráulicos, etc.

Por todos estos motivos, el Cabildo ha puesto en marcha un plan de actuaciones de mejoras en infraestructuras y recursos hidráulicos en medianías y cumbre de Gran Canaria, que viene a revertir esa tendencia histórica y da respuesta a las legítimas demandas de la ciudadanía de estas zonas: el agua de la cumbre se quedará en la cumbre y además será complementada por un trasvase de agua desalada desde la costa. Este plan está lejos de demagogias y declaraciones anacrónicas oportunistas e interesadas de emergencia hídrica o zona sobreexplotada. Desde el Cabildo se ha elaborado una alternativa integral que dará respuesta a toda la zona del interior de Gran Canaria.

El Área de Agricultura ha tramitado, desde 2018, unas 25 obras de infraestructuras hidráulicas en 10 municipios por un importe total de 2.375.000 €, entre redes de riego, depósitos de almacenamiento, acondicionamiento de estanques y mejoras en las interconexiones hidráulicas de comunidades de regantes o heredades de aguas. Entre las principales actuaciones en ejecución o en trámite en la zona de medianías y cumbre, destacaría una tubería de riego de Artenara a la Vega de Acusa de casi 5 kilómetros de longitud, la red de riego de Camaretas o la de los barrios  de la zona sur de Tejeda.

Por su parte el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria ha ejecutado, desde la misma fecha, unas 7 obras en infraestructuras hidráulicas por importe total de 1.700.000 €. La principal es la reposición de parte de la tubería/canal de Tirma. Con motivo de los incendios de 2019, y ante la posibilidad de que las aguas almacenadas en los embalses afectados pudieran sufrir procesos de contaminación, se acometió la reposición de la antigua conducción de la finca de Tirma, para poder atender los consumos asociados a la presa de El Vaquero en el caso de que fuera imposible suministrar agua procedente de dicha presa

Para reforzar toda esta estrategia, se trabaja en estos momentos en el intercambio, con heredades y comunidades de regantes, de aguas que hoy día descienden desde las zonas altas de la isla, por las que produce el Consejo Insular en las zonas bajas. De esta manera se incrementarán los recursos disponibles en las medianías y cumbres, pero de manera flexible, permitiendo así una gestión más eficaz. Esa flexibilidad es totalmente necesaria, porque el consumo en esas zonas depende mucho del clima, presentando la demanda una variabilidad importante entre verano e invierno, o entre años buenos y malos de lluvia. Esta acción, de tremenda importancia y que se encuentra en desarrollo, se complementa con otras, tales como la adquisición de infraestructuras (pozos, presas, depósitos…) sobre la cota de 900 metros, lo que permitirá dotarnos de los instrumentos necesarios para esa potenciación del sector primario y soberanía alimentaria en zonas altas que se pretende desde el Cabildo de Gran Canaria.

Además, el Consejo Insular de Aguas ya dispone de 1.000.000 € para el mismo propósito,  aumentando así la red de redes, sistemas de almacenamiento y recursos hídricos en medianías, para asegurar la disponibilidad de agua durante las épocas de menos lluvias. Por su parte, el Ayuntamiento de Tejeda aporta con fondos propios una partida económica de 2.000.000 € para tal fin, lo que sumará más infraestructuras hidráulicas de propiedad pública.

En estos momentos, dentro del proyecto “La Cumbre Vive”,  se encuentran en redacción 6 proyectos de plantas de depuración natural por parte de los Ayuntamientos de Artenara, Tejeda y Gáldar,  financiadas por el Cabildo de Gran Canaria. De esta forma se conseguirá un recurso hidráulico complementario más para la zona, dando además así una solución a un problema ambiental de núcleos urbanos aislados. Se trata de una inversión de 1 millón de euros. También se destinan casi 400.000 euros a la recuperación de la Finca de Los Lavaderos y su estanque cueva.

Estamos hablando en total de casi 10 millones de euros de inversión, a lo que se sumaran los 700.000 metros cúbicos anuales de agua del Salto de Chira. Con este plan de infraestructuras, estamos asistiendo a un momento histórico que va a significar la provisión del agua necesaria para el desarrollo sostenible de medianías y cumbres de la isla, combinando innovación, revalorización y reutilización de nuestro patrimonio hidráulico. Al mismo tiempo damos un paso decisivo para adaptarnos a las afecciones del cambio climático, luchar contra la desertización y seguir impulsando las soberanías energética y alimentaria  en la isla.

 

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