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Ajustes suicidas

Antonio Morales / Antonio Morales

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En aquellos momentos la obcecación por los recortes, que imponían y siguen imponiendo Ángela Merkel y la derecha neoliberal europea, nos había dejado como saldo unas cifras espeluznantes: casi cinco millones de parados (20%), un 20% de la población por debajo del umbral de la pobreza y más de un millón de personas sin ningún tipo de prestación económica... J. Stiglitz insistía por esos días en hacernos llegar la necesidad de poner en marcha “sólidos programas de gasto público y una reforma del sistema financiero internacional. Sin crecimiento económico es imposible devolver las deudas y las políticas de reducción del déficit público equivalen a condenar sus economías a cinco o diez años de estancamiento”, y afirmaba premonitoriamente que “tanto gobernantes como votantes nos daremos cuenta de ello, ¿pero cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso ocurra?

Seis meses después, los datos de la EPA que acabamos de conocer le dan toda la razón. El sufrimiento no para de aumentar, la angustia de la ciudadanía se hace más patente y las cifras son atroces: en el primer trimestre del año se destruyeron 374.300 puestos de trabajo y el número de parados ascendió a 5,6 millones (24,4%); una de cada diez familias tiene a todos sus miembros en paro; hay 1,7 millones de hogares (el 10% del conjunto) con todos sus componentes inactivos y 583.400 en la indigencia (ha aumentado en 5.000 la cifra en el último trimestre); las ejecuciones hipotecarias se han cuadruplicado; la tasa de pobreza española es la más alta de la UE, solo superada por Rumanía y Letonia; más de la mitad de los jóvenes de menos de 29 años no encuentran trabajo? En Canarias los datos son aún más duros: en el último trimestre el paro aumentó en 20.400 personas, situándose en 362.300 desempleados, o sea el 32,2% de la población activa; el 31% de los canarios es pobre o roza la pobreza; 640.000 viven por debajo del umbral de la pobreza y un 6% de la población se encuentra en una situación de exclusión social? Y por si fuera poco, tanto Guindos como Rajoy no dudan en advertirnos de que llegaremos a más seis millones de parados entre el 2012 y 2013 y que las cifras no mejorarán en esta legislatura.

Mientras todas estas cifras nos golpean con virulencia, el Gobierno insiste cada viernes en imponernos, sin tino, ajustes y recortes paralizantes y desestimuladores que han hecho, además, que desde el mes de julio los inversores extranjeros se hayan llevado de España más de 128. 000 millones de euros. Durante estos ciento y pico días de gobierno del PP hemos asistido a los mayores retrocesos y recortes sociales, laborales y democráticos del posfranquismo. Con la excusa del déficit y la búsqueda de alternativas, los que nos decían que sabían muy bien cuál era la solución a los problemas que vivíamos, han puesto en marcha la reforma laboral más dañina, el copago sanitario, el mayor ataque a la educación y una amnistía fiscal para los más ricos y evasores. Han subido los impuestos, se han cargado la investigación y las renovables, y nos amenazan ahora con una ristra de privatizaciones y de embestidas a las autonomías para seguir desmantelando el Estado y lo público.

Avanzamos sin frenos hacia una recesión peligrosísima. La desconfianza se ha adueñado del sentir colectivo. No existe modelo alternativo alguno, no hay estímulos de ningún tipo, disminuyen las rentas y aumentan los precios, la prima de riesgo sigue subiendo y la Bolsa cayendo? Pero Rajoy sigue pidiéndonos tiempo para seguir con unos ajustes y recortes que han merecido la calificación de “impresionantes” por parte del ministro de Finanzas alemán y las alabanzas de la agencia de rating Moody´s, entre otros. Y es que no se trata solamente de economía, se trata lisa y llanamente de imponernos la ideología dominante del neoliberalismo a cualquier precio. Y la estrategia no es de ahora, desde hace varias décadas han ido consiguiendo, poco a poco, endeudar y vaciar al Estado, siguiendo unas pautas fundamentales: 1. Han conseguido que se privaticen empresas públicas a mansalva, privando al Estado de recursos que le podrían generar importantes entradas de dinero; 2. Han propiciado que los ricos no paguen permitiendo la evasión fiscal, deslocalizaciones, sociedades patrimoniales, sicav y mil argucias, con lo que las arcas del Estado se ven mermadas de manera significativa, y 3. Han obligado a dedicar ingentes cantidades de dinero para sanear y rescatar a los bancos causantes de la situación de crisis que vivimos, lo que ha aumentado considerablemente el déficit de los países. Se le presta dinero a la banca privada a un 1% para financiar la deuda, al tener prohibido el BCE hacerlo a los Estados, y se pide dinero a esta misma banca después que lo presta a un 4% como mínimo. El Estado se queda pues -con una clara complicidad política- sin recursos para combatir la crisis y para pagar lo que debe y lo que no debe. Para salvar a los bancos, asume la deuda privada sin chistar, ya que la pública es menor que la de muchos países europeos (cinco puntos por debajo de la media, incluida la alemana) y, en vez de plantar cara y no asumirla de ninguna de las maneras, despliega sin pudor su enorme batería de recortes. Y mientras el paro, la pobreza, las desigualdades sociales, el empobrecimiento de las clases medias.., alientan el rechazo a la política, a las instituciones, a la democracia y aparecen organizaciones populistas y ultraderechistas sustituyendo a los partidos políticos tradicionales.

Este es, desgraciadamente, el panorama. Por eso no dejan de surgir reflexiones como las de la Organización Internacional del Trabajo que nos habla de “la trampa de la austeridad”; de Richard Koo, economista jefe del banco de inversión Nomura: “si la economía española sigue con los ajustes, le esperan dos décadas perdidas”; de W. Munchau, editor del Financial Times: “no entiendo como alguien con formación macroeconómica, y con un mínimo de honestidad y decencia, puede apoyar hoy la fantasía de que las políticas de austeridad estimulan la economía”; o The New York Times: “ningún país puede pagar sus deudas si se asfixia el crecimiento económico”?No son pocos los que se acuerdan de Roosevelt y su New Deal como el ejemplo más palmario, “por eso ?dice Paul Krugman- resulta difícil evitar una sensación de desesperación. En vez de admitir que han estado equivocados, los líderes europeos parecen decididos a tirar su economía ?y su sociedad- por un precipicio. Y el mundo entero pagará por ello”.

Solo la posibilidad de que Hollande gane las próximas elecciones francesas les ha llevado a edulcorar el discurso y a hablar de una “agenda de crecimiento” a través de un plan que se ejecutaría desde el BEI, ahora que, eso sí, según ha dejado claro la alemana jefa de Europa, sin renunciar al pacto fiscal ni a los ajustes. Ni al neoliberalismo, digo yo. Pura cortina de humo.

Por lo pronto ya empiezan a aparecer voces de dentro y de fuera de España que plantean el abandono del euro y cuestionan la propia existencia de la UE y sería gravísimo que ese espacio lo ganasen los fascistas o los filonazis. No se puede forjar una unidad europea sin tener en cuenta a sus ciudadanos, el bienestar colectivo, la garantía de las libertades ganadas con sangre, sudor y lágrimas (Churchill) después de una terrible guerra mundial en su seno. La democracia no puede convertirse en algo puramente formal donde las decisiones las toman personas a las que no hemos elegido, o las toman las que fueron elegidas porque ocultaron sus verdaderas intenciones. La democracia adquiere más sentido en las situaciones más cercanas y más domésticas: ganemos estos espacios entonces para impedir su aniquilación. A no ser que tenga razón Francisco González, presidente del BBVA, que disertó en el Instituto Internacional de Finanzas, hace unos días, de esta manera: “no se preocupen, los españoles aceptan las medidas y se aguantan”.

Antonio Morales

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