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Banderas y corridas

Cristóbal D. Peñate

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El Tribunal Constitucional, el más politizado del Estado porque sus miembros son elegidos alícuotamente por los partidos, ha levantado la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Es el mismo tribunal que hace 25 años no hizo lo propio con la decisión idéntica del Parlamento de Canarias de prohibir la tauromaquia en las Islas.

Los defensores de la mal y ridículamente llamada fiesta nacional aducen que en Canarias no se prohibió la celebración de corridas de toros, sino que se aprobó en 1991 una ley de protección y defensa de los animales que prohíbe la utilización de éstos “en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad y sufrimiento”. O sea: prohíbe la tauromaquia porque es evidente que se usa al toro en una pelea, fiesta o espectáculo que conlleva maltrato, crueldad y sufrimiento.

Obviamente Canarias no corre peligro de separatismo para el Estado, mientras que Cataluña sí. Por eso el PP presentó el recurso ante el Constitucional, igual que lo hizo contra los matrimonios del mismo sexo al tiempo que Rajoy iba a la boda de Maroto con su novio de toda la vida.

Los partidos políticos que recurren al Constitucional por motivos sectarios perjudican la independencia del poder judicial. De hecho, el presidente de esta institución fue afiliado del partido gubernamental durante unos cuantos años antes de que su querida formación lo nombrase presidente de la cosa.

Blandir de forma partidista y sectaria las banderitas es jugar con fuego. El delegado del Gobierno en Canarias denunció en el juzgado que algunos cabildos y ayuntamientos isleños querían izar la bandera canaria con siete estrellas verdes con motivo de su aniversario a modo de homenaje.

Hernández Bento asoció las siete estrellas verdes con el independentismo de Cubillo cuando en realidad esa bandera nació en una reunión del Ateneo de La Laguna. El señalamiento de los políticos y las condenas de los jueces acentúan y radicalizan las batallas en la sociedad. Basta que te prohíban algo para que lo conculques y desobedezcas.

El independentismo radical creció en el País Vasco y Cataluña cuando el PP más lo combatió con medidas efectistas y nada efectivas. Parece que en Canarias también quieren azuzar el soberanismo y el separatismo, prohibiendo lo que la calle ha digerido con naturalidad. Tan solo falta que nos obliguen a celebrar corridas de toros. Para ellos los cuernos, que nosotros nos quedamos con el rabo.

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